La jugada del pisotón en el área de Ramos a Raúl García me recordó una época de mi adolescencia. Entonces había que tener cuidado con algunos individuos tendentes al conflicto como diversión, incluso como modo de vida. Cuanto más lejos estuvieses de esos individuos, mucho mejor. Podríamos llamarlos los Raúles García de patio de colegio y del verano y de los bares y las discotecas. Seguro que ustedes han conocido a algún Raúl García.
Los Raúles García eran esos tipos que, por ejemplo, salían por la noche con el objetivo de zurrar a alguien o de zurrarse con alguien. Les gustaba más eso que marcar algún gol. Se podría decir que les ponía más eso que el ligoteo o la risa. El triunfo de la noche era para los Raúles García un buen cisco. La trifulca era su mundo. Muchas veces era su única opción, la pelotera, de protagonismo, o al menos la de mayor probabilidad de éxito.
Yo a los Raúles García los veía venir de lejos, y quizá sea esta la única asignatura pendiente del gran Sergio Ramos a quien, por otro lado, no le queda más remedio que tenerlos cerca. Solían estar siempre observando los alrededores para ver dónde podían dejar retrasada la pierna y que alguien les pisara para poder montar el follón. Yo les estoy llamando los Raúles García, aunque también se les conoce como los Luises Suárez, que es otra modalidad más refinada pese a lo que pueda parecer.
Una vez un Luis Suárez, en realidad el Luis Suárez original, logró con éxito una raulgraciada con pirueta y doble mortal, que fue pisar a un jugador y que el árbitro pitase penalti a favor del pisador, de Luis Suárez, y en contra del pisado, en aquella ocasión el infortunado Denayer, del Olympique de Lyon. Esa raulgraciada superior, cumbre, o luisuareziada, elevó la técnica del broncas común de patio de colegio, bares y discotecas a una altura que tardará décadas en ser superada, si es que alguna vez alguien lo consigue.
Yo estaba recordando esto porque parece que algunos le están dando una relevancia enorme a la argucia fallida de Raúl García en San Mamés, como si no hubieran visto nunca aquel gesto supremo y triunfante de bronquismo de Luis Suárez, que refundó el movimiento leñero para siempre, convirtiéndolos en astutos y a lo de ayer de Raúl García en una cosa antigua, pasada de moda, como de bar de verano de mi lejana adolescencia.
Fotografías Getty Images.
Raul García es una de las peores personas que un jugador profesional se puede encontrar en un campo de primera división española. No digo peor jugador, ni más sucio, duro o marrullero, sino peor persona, y lo digo conscientemente. Porque a Raul García se le nota por su comportamiento en el campo que es muy mala persona.
Hasta la llegada de Luís Suárez era, sin duda, el peor individuo que pululaba por los campos de España. Yo pienso que lo sigue siendo, porque Luís Suárez todavía puede alegar un indisimulado desequilibrio mental.
Curiosamente, ayer Raúl García se estaba comportando como una persona normal. Yo lo achaco a que sin la presencia de público no se viene tan arriba, como ese pendenciero callejero del que habla don Mario, que sólo "actua" si ingiere alcohol en cantidades importantes antes.
* Raúl. No quiero faltarle. 🙂
"Se estaba comportando como una persona normal", pero ya había clavado los tacos a Marcelo.
Cierto, Raúl García es un broncas. Pero, en el fútbol, como en la vida, has de saber como hacer frente en función de las circunstancias. Y ,ayer, me gustó la inteligencia y la determinación con que los futbolistas blancos afrontaron el asunto.
Muy buena la alegoría. La única diferencia es que, por lo general, los matones de discoteca solían acabar de patitas en la calle. Diferencia importante.