Cuando Zidane firmó la mayor obra de arte de su carrera, allá por 2002 en la final de la Novena, el añorado Javier Marías estableció un catálogo de los goles admirables. Según el escritor, entre ellos hay que distinguir: existen los buenos, los grandes, los maravillosos y los sobrenaturales. De acuerdo a este canon, para considerar un tanto como maravilloso se requiere que, aparte de incidir decisivamente en el resultado, posea una dificultad y belleza enormes y el protagonista sea un astro carismático. Y para alcanzar la categoría de sobrenatural, resulta preciso que, además, la jugada tenga algo de gratuito, de impensable, de inesperado para todo el mundo. En otras palabras: de regalo caído del cielo.
Arda Güler no marcó ningún gol en los escasos minutos que disputó en Pamplona. Sin embargo, siguiendo el práctico índice de Marías, nos dejó una acción probablemente no maravillosa del todo, aunque sí sobrenatural. A priori, este uso de adjetivos puede parecer un quebranto de la ortodoxia antes explicitada, puesto que los requisitos de lo sobrenatural se supone ya incluyen los de lo maravilloso. Y, después de todo, el disparo al larguero ni fue gol, ni incidió en el resultado, ni estuvo protagonizado por un astro consolidado. No obstante, me atrevo a pronosticar que la prometedora trayectoria del joven Arda va a atesorar un carácter tan estético que nos va a acostumbrar a este tipo de paradojas.
Faltaban cinco segundos para la conclusión del encuentro cuando el balón se perdió por la línea de banda del campo que defendía del Madrid. Llegados a ese punto, todos esperamos lo habitual en estas situaciones: el lateral del equipo vencedor exagera la lentitud con la que se dirige a recoger la pelota, invitando con su parsimonia a que el árbitro señale el final. Pero Güler, acaso acuciado por la ansiedad que debe causarle el escaso tiempo que le conceden, apremió a Lucas con su desmarque. El disciplinado gallego, siempre dispuesto a echar una mano al compañero que se lo pida, puso la bola en juego, que acudió a la llamada de su amo dando botes demasiado cortos, como un perrillo que tuviera desgana. Arda protegió su recorrido colocando su enjuto cuerpo para aguantar el contacto con el defensa, y en dos toques sutiles de zurda consiguió hacerse espacio y atravesar la divisoria. En ese instante, nuestro turco preferido levantó la cabeza en un gesto súbito, casi imperceptible, y vio Asia a un lado, al otro Europa, y allá a su frente Estambul.
Nuestro turco preferido levantó la cabeza en un gesto súbito, casi imperceptible, y vio Asia a un lado, al otro Europa, y allá a su frente Estambul
No se lo pensó dos veces. El disparo aunó contundencia con delicadeza, si se me permite una nueva contradicción de las que ya he dicho este niño nos va a obligar a emplear. Todo lo que hace tiene un aire enigmático: circula por el frente de ataque pidiendo constantemente la bola para soltarla mejorada y pulida tras un primer toque o una conducción, casi difuminándose. Son solo atisbos, conjeturas, pinceladas, pues no ha tenido ocasión de más; lo que, por cierto, está causando una cierta avidez en un sector de la hinchada que, sin necesitar más pruebas, ya lo ha incluido entre sus favoritos. El carisma de Arda combina la voluntad de achuchar a los percibidos como vulnerables con el auge de los nuevos modelos de protagonista: deconstruidos y entrañables antes que agresivos, como un Shaun Murphy que fuese delantero en lugar de Buen Doctor.
Hoy Arda Guler jugo muy pocos minutos pero nos dejo este destello de calidad un disparo de media cancha que casi entró la salvó el portero con la puntita de los dedos si entraba era para gritarlo 3 días pic.twitter.com/SyrAWgVfZh
— noel marquez (@elnoees) March 17, 2024
Volviendo a Pamplona, el balón cañoneado efectuó una parábola que hubiese emocionado a Gauss y se estrelló, casi a cámara lenta, contra el larguero. El tiempo se detuvo y, a continuación, la incredulidad ante la belleza dejó paso a una punzada de dolor. El madridismo no es una afición como otras, en las que el “y si…” supone un refugio efectivo donde lamerse las heridas. La poesía se valora, pero ha de acompañarse más de sentido que de evocación. De manera que, en mi opinión, ha llegado la hora: Carlo debe dar un paso al frente y ofrecer al muchacho, en los partidos de liga restantes, la oportunidad de que, poco a poco, cumpla las expectativas. Sin miedo y sin presión: el mismísimo Cristiano estuvo ensayando chilenas durante temporadas antes de conseguir finalmente su gol, también sobrenatural, en Turín. No tenemos prisa, pero en algún momento hay que empezar. Al fin y al cabo, como Javier Marías también sabía, la historia del Real Madrid es, por encima de cualquier otra cosa, la de convertir lo excepcional en lo cotidiano.
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Por el bien de Arda y del Real Madrid, ojalá tenga paciencia y triunfe llegado el momento. Se le ven muchos detalles de jugador especial.
No le van a dar oportunidades, acabará cedido a uno y a otro equipo y después mal traspasado, como Cubo, Osegard, etc
Ya ha decidido el Madrid que no se va a ceder a Arda Güller a ningún equipo bajo ningún concepto. Lo que tempoco va a hacer es convertirlo en un Deulofeu, un Bojan, un Munir…etc de la vida, es decir un balón de oro…pel.
Sería una aberración , no la cesión en si, sino el no regreso.
En estos momentos el que está para una cesión o un traspaso es Rodrigo como no espabile.
El no-gol de Bellingham en Mestalla no se en que categoría ponerlo, en la de sucesos (en éste caso atraco), en la de misterio (que lo trate de explicar Iker Jiménez) o en la categoría literaria (más en concreto de kafka) pero lo que está claro es que el no-gol de Güler es mucho más bonito de ver.