A estas alturas de esta especie de Torneo Apertura que disputan los clubes, a escasas fechas del inicio del mundial (en La Galerna lo ponemos con minúscula en protesta si se quiere infantil por la ignominia que lo rodea), los dos círculos concéntricos que definen la mente del futbolista se han invertido. Antes tenían el mundial en el círculo interior y las competiciones de sus clubes en el exterior, a flor de piel. Ahora es al contrario, y no hay dolo en ello, no es un abandono deliberado o no quiero pensar que lo sea. Es un instinto vago, una aprensión subliminal, una cautela inconsciente. Enfrente hay a veces, por ejemplo ayer, gente de barriada que no es ya que conserve la división original de los círculos concéntricos, sino que en su caso no hay tales. En su caso no hay más que un solo círculo, y en su interior, como si fuera una señal de tráfico, campea un signo guerrero que significa destruir al Madrid. A toda costa.
En esas mentes no hay mundial, con mayúscula ni minúscula. Hay afán por entrar en la historia ganando al campeón de Europa y mejor equipo de todos los tiempos. Al mundial no sé si va algún jugador del Rayo, como tampoco va Munuera. Munuera tiene en su mente lo mismo que los jugadores del Rayo. Con esto no quiero decir que Munuera tenga en su mente destruir al Madrid. Sí sé que en alguna parte de su mente Munuera conoce la conveniencia de que el Madrid palme. Para el sistema y para él mismo, no vaya a ser que Sport mandé un sicario a Benidorm a acosar otra vez a su padre.
Que pase lo que tenga que pasar ante el Cádiz, que pase también el mundial y que empiece la temporada. No tengo círculo en la cabeza para la abyección moral de Catar
Además, a Munuera le confundió el departamento de I+D rayista. Qué manera de innovar en la noble ciencia de la agresión. Si das un puñetazo a un rival te vas a la calle, pero si le palmeas la cara a dos manos (Balliu ya le ha hecho eso a Vini en dos partidos distintos), solo suscitarás perplejidad en el colegiado. “¿Es esto una agresión? No creo. Lo habría visto antes”. Si rompes la nariz de un codazo a un oponente serás expulsado, pero si lo lanzas fuera del campo con un empujón con todas tus fuerzas solo conseguirás que el árbitro se rasque la sien con estupor, preguntándose lo mismo.
Pero eso es anécdota. A Munuera le pasa con la Liga como a los jugadores del Madrid con el mundial ese: no hay voluntariedad ni culpa consciente en su voluntad de dar alas al Rayo en su trinchera. Simplemente, de manera emotiva, no verbalizada ni “pensada”, se le invierten también los círculos concéntricos: en el interior queda su objetividad arbitral; en el círculo exterior, el que aflora inevitablemente, sin culpa real por su parte (lo cual es casi peor), actúa concediendo carta blanca a los de Iraola para que sacudan porque pobrecitos. ¿Cómo si no van a ganar al mejor equipo de la historia y actual campeón de Europa? Escribí sobre esto en un texto galernauta titulado La discriminación positiva. Puede que sea la única vez que he tenido razón de manera completa.
Que pase lo que tenga que pasar ante el Cádiz, que pase también el mundial y que empiece la temporada. No tengo círculo en la cabeza para la abyección moral de Catar.
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