Estaba pensando en la teatralidad actual de la mayoría de los futbolistas. Es una teatralidad como de antes del Actor’s Studio. Es incluso una teatralidad de cine mudo. Los futbolistas actúan hacia afuera con ostentación de gestos. No hay rastro de interiorizaciones. Ha triunfado el método guardiolavski, que es como si Sarah Bernhardt hubiera superado a Marlon Brando.
Se ha inventado la ampulosidad en el fútbol que es una suerte de tragicomedia en actos. Ya no se juegan Ligas ni Copas sino que se hacen tournées. La mismísima Alemania se ha sumado a la corriente. Löw, su seleccionador, parece pedirle a ese equipo que cacaree en el escenario desde la oscuridad de un patio de butacas vacío del Berlín oriental, tan sólo alumbrada su silueta por una pequeña lámpara de escritorio.
Guardiola, el inventor del método guardiolavski, dirigía así a su Barcelona. No pedía contención sino todo lo contrario en medio del crujir de las butacas: la exageración pura. En los ensayos en Can Barsa se podía ver a esos futbolistas con cabezas de caballo y con túnicas y maquillajes y atuendos estremecedores bailando alrededor de la hoguera.
En realidad todo se trataba (se trata) de esperar tocando hasta que alguien del equipo contrario se le ocurre jugar al fútbol y entrar, entrar para intentar robar la pelota, y entonces ponerse a gritar, ponerse a caer, ponerse a protestar de la forma más visible abriendo mucho los ojos, como de horror, y manteniéndolos fijos en la cámara igual que en Alexander Nevski; enarcando las cejas hasta su límite natural; fingiendo desmayos (incluso en grupo) e interpretando histriónicas reacciones ante repentinas noticias tan luctuosas como una amonestación.
Es la forma en la que se ha profundizado en los últimos años. Ha calado el método que tantos han asimilado como estilo de vida e incluso como religión: una nueva religión con sus sacerdotes, como Jardiner, cuyos sermones tratan de inspirar una nueva y única teoría futbolística cuando no es más que humo e interpretación, un retroceso: Paul Newman convertido en Rodolfo Valentino.
La teoría de Guardiola no existe. El método guardiolavski consiste fundamentalmente en el teatro futbolístico llevado al extremo, cuya única posibilidad de supervivencia era inventar una filosofía y un tratado para hacerlo viable y más allá: un fraude respetado y admirado y copiado en todo el mundo.
A mí me da miedo meterme en esas honduras cuando hablo de fútbol. A mí todos esos Guardiolas (hay muchos) me dan escalofríos. Pienso en rituales masónicos y en charlas de vestuario paulocohélicas amenizadas con el Coldplay decadente (no el iniciático y puro). Pienso en lugares comunes elevados a pedestales, en experimentos científicos con humanos o en conjuros arbitrales y me pongo a temblar.
Y entonces veo al Madrid, la razón de todo, y a Zidane como al héroe que ha triunfado sobre todo eso, como si fuera casi la única esperanza para el hombre; y también a futbolistas como Modric que siempre jugaron al fútbol dentro de sus propios personajes contenidos y a punto de estallar y de hacernos estallar. Tipos valientes, hombres honrados, futbolistas a los que esa falsa modernidad hace viejos, como a Bale, de una manera insultante, sin ningún respeto. Campeones de Europa que guardan en su atávica figura toda la elegancia verdadera del pasado.
Muy cierto, Don Mario.
Habrá un antes y un después de la "bomba de racimo" ejecutada con maestría por las huestes del Barcelona en Mestalla.
Es, sin lugar a dudas, un momento cumbre del "método guardiolavski".
Yo cada vez más me río de esa imagen !deplorable e histriónicamente insuperable! del botellazo en Mestalla. No recuerdo si la coreografía estaba ensayada, pero parecía que el team-mate culé bailaba al compás de los Del Río (Macarena) o el Aserejé de aquellas Ketchup. Lo cierto es que hasta mi mujer, que de fútbol no entiende ni el gol me preguntó ¿pero a sido una botella o la reserva del estadio? Yo veo que hoy se hace una falta y la reacción no es la de antes, que era tomarse la parte damnificada y sobarse de algún modo. Hoy esto pasa por: 1- Sentir (o en el caso que nos ocupa: fingir) el contacto. 2-) Abalanzarse a agarrar el balón. Pero eso depende, porque a veces la teatralidad de Busquets, de Suárez, Alves (vaya listilla), oh, esperen, no me puedo olvidar de un nuevo talento, pero ya consagrado actor, UMTITI, supera cualquier interpretación de cualquier retablo. Ahí vamos. Seuiremos viendo horrores. Un 99% de LaLiga pidiendo VAR (Referee Asistant Video) y Piqué pidiendo BAR (Referee Asistant for Barcelona). Saludos
Es tan grotesco y tan frecuente que sólo se sostiene por el silencio cómplice de la prensa deportiva de este país, posiblemente de las peores del mundo, por cobarde, pesebrera y deshonesta....
Me encanta lo que dices de Modric, porque es la antítesis de la teatralidad, el lloriqueo y las trampas del método Guardiolavski....y ese genio valiente, luchador y honesto es de los nuestros....representa al fútbol de verdad, no esa cosa que nos ha colado, con la inestimable ayuda de la prensa patria, ese hipócrita del lazo amarillo...que espero que algún día alguien lo destape del todo....pero de todo, todo y todo, y cuando digo todo, es todo...
Saludos
Yo todavía guardo en la memoria la obra cumbre del fingimiento y la teatralidad llevada a cabo por el inefable D.Alves en semifinales de champions del 2011 y que nos costó la eliminatoria.Una vergüenza total y,por supuesto,obviado por todos los medios.Solo en R.Madrid tv demostraron claramente que Pepe ni le rozó.Otra ignominia más en la historia del Farsa.