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El metaverso

El metaverso

Escrito por: Antonio Valderrama25 enero, 2022
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El domingo por la mañana vi pasar de refilón una noticia por Twitter. Era de El Economista. Se titulaba así: “El Bernabéu virtual podría vender millones de abonos. El meta-estadio será capaz de replicar la experiencia con VR (realidad virtual)”. Por la tarde, con cuarenta minutos de antelación, me dediqué a buscar un bar en el centro de Madrid donde pudiera ver el Real Madrid - Elche. No lo encontré. Entonces me metí en el primero que me salió al paso, me resguardé del frío y me pedí una cerveza. Mientras lograba a duras penas engancharme a un enlace pirata a través de una tablet a la que le daba datos desde el teléfono, pensé mucho en el metaverso que profetizaba El Economista. Y en algunas palabras claves: “replicar”, “experiencia”, “realidad virtual”. Luego marcó el Elche y lamenté no habitar cualquiera de las múltiples dimensiones espaciotemporales en las que no existe el fútbol.

Realidad virtual fútbol

El hecho de que ahora sea casi imposible encontrar un bar donde ver un partido cualquiera de la Liga, un partido del Madrid normal y corriente, me parece revelador del tiempo que nos ha tocado vivir. No es la primera vez que me pasa y no sólo en Madrid. La última jornada de la Liga pasada no la pude ver en ninguna parte.  Entonces estaba en Chipiona, seguramente el sitio más diferente de Madrid que haya en el mundo. Real y Atlético se jugaban ese día el campeonato y no obstante ninguno de los muchos bares por los que pasé ese día, tarde tórrida de finales de mayo en un enclave turístico de la costa atlántica, ofrecía ninguno de los dos partidos. Hace diez o quince años habría sido absurdo imaginar algo parecido, pero que esto sea ya habitual tanto en un pueblo que no llega a los veinte mil habitantes como en el corazón de la capital del país deja en evidencia un patrón. Algo ha cambiado irremediablemente en la percepción social del fútbol y en la manera en que este espectáculo se comercializa. No creo que la cosa sea tanto de interés, porque interés hay. Este artículo y la página que lo alberga es una pequeña prueba de ello: el fútbol sigue gustando casi tanto como siempre y la gente no sólo atiende a los partidos sino que sobre todo (también como casi siempre) quiere comentarlos, amplificarlos, desmenuzarlos, devorar cualquier contenido relacionado con él, incluso este articulillo. Pero lo cierto es que esto, el diletantismo del «tercer tiempo», es lo que al aficionado corriente le va quedando como alternativa si quiere seguir disfrutando del show. Porque en un tiempo en que luz, gas, alquiler y carrito de la compra acaparan el menguante poder adquisitivo del español medio, ver, lo que es ver el fútbol, sale cada vez más por un buen pico.

En un tiempo en que luz, gas, alquiler y carrito de la compra acaparan el menguante poder adquisitivo del español medio, ver, lo que es ver el fútbol, sale cada vez más por un buen pico

Es decir, vivimos en un tiempo en que es más fácil y sobre todo más barato sumergirse en una realidad alternativa que ver en condiciones un partido de fútbol. Quizá esté relacionado lo uno con lo otro. La pandemia no ha servido, como se empeñan el poder y sus voceros en repetir a machamartillo, para hacernos ni mejores ni más fuertes. Por el contrario tiene más razón Houellebecq, quien muy pronto advirtió que el coronavirus reforzaría lo peor de nuestra sociedad y agravaría las tendencias más inquietantes, en todos los sentidos. El texto de la noticia de El Economista es esclarecedor a este respecto. «El metaverso promete abrir infinidad de posibilidades de negocio en la industria del entretenimiento, especialmente entre los proveedores de contenidos en directo». Entre marzo y junio de 2020 moría gente a centenares cada día en los hospitales. Sin embargo, la industria del entretenimiento funcionó como una aspiradora gigante absorbiendo la atención de los ciudadanos y transportándolos a un limbo virtual donde se competía por hacer el mejor pan o grabarse cantando en karaoke. Instagram, TikTok y Youtube funcionaron como verdaderas dimensiones paralelas, como metaversos: entornos virtuales «inmersivos» donde el «usuario» se siente «cómodo», según Mark Zuckerberg, el dueño de Meta, antes Facebook, y pionero en el lanzamiento de esta vuelta de tuerca que promete generar ingentes cantidades de dinero en el futuro inmediato. El ciudadano, enajenado por el narcótico tecnológico, asistía impasible a una catástrofe planetaria, en gran parte porque el «cuarto poder» también ejercía como una batidora de mentes al servicio de esa industria del entretenimiento que tiene cualidades de omnipresencia y de omnisciencia, como Dios.

Facebook

Todo esto, de una manera u otra, estaba seguramente en la cabeza de Florentino cuando en mayo se embarcó en la incierta aventura de la Superliga. Probablemente no la cuestión en sí misma del metaverso sino los problemas de desapego y distancia que están provocando los métodos de las operadoras tradicionales de televisión en el aficionado. El fútbol no se da ahora en los bares como antes sencillamente porque en su cruzada contra el pirateo las operadoras crucificaron a los pequeños bares, pubs y cafeterías: tarifas desorbitadas por ofrecer el fútbol a parroquias que suelen estar compuestas por gente que se conoce, por gente del barrio. El sentido comunitario del fútbol, que está en la esencia de su identidad y en la raíz de su crecimiento, se guadaña de esta forma: o se paga un buen dinero por instalarse el paquete en la tele de casa o se abona lo que no se gana trabajando (cada vez menos, cada vez peor) para ir a verlo en directo, al estadio. Todo esto, conjuntamente con el disparate de los horarios de muchos de los partidos, por ejemplo, incide más en la aparente indiferencia hacia el fútbol de mucha gente joven que, yo creo, el auge de los streamers y youtubers. En el fondo, todos estos nuevos comentaristas y tertulianos de plataformas como Twitch lo único que hacen es recoger los frutos podridos de un estado de cosas que está forzando a la gente a vivir el fútbol en diferido, jugándolo en la play o viendo cómo otra gente lo comenta en Internet, gratis.

Todo parece tender a la estabulación del personal, a que nos sustituyan la vida tal y como la hemos conocido por un sucedáneo a través de pantallas y gafas de «realidad aumentada»

La noticia que publica El Economista no asegura nada, no es más que especulación, pero sirve de referencia para otear el horizonte. La cosa no pinta bien. Todo parece tender a la estabulación del personal, a que nos sustituyan la vida tal y como la hemos conocido por un sucedáneo a través de pantallas y gafas de «realidad aumentada». Teletrabajo, teleamor, telerrealidad y también, por supuesto, telefútbol. La idea ahora es «consumir» el fútbol como un «contenido» más, algo que se nos presenta empaquetado como otra «experiencia» y no verdaderamente como una vivencia sensorial, emocional y espiritual. Ese metaverso descrito por el periodista es una banalización del fútbol, que como todas las cosas que hacen vivibles la vida, está a pique de ser simplificado, por eso cada vez hay más «fans» de futbolistas que de clubes. El fútbol, tal y como lo conocemos, tal y como nos ha llegado a nosotros, es un invento del siglo XX, es decir, un invento de la clase media. O mejor dicho, un invento por y para la clase media. En la postguerra mundial se establece definitivamente una clase trabajadora con poder adquisitivo y tiempo libre que quiere disfrutar de su ocio y de su status. Quiere ir al teatro, al cine y al fútbol. El fútbol se transforma en industria del entretenimiento porque hay mucha gente que puede pagarlo. Esa democratización de la renta permite el despegue, la Copa de Europa, los grandes fichajes, el crecimiento exponencial, la llegada luego de la tele. Pero la clase media está muriéndose en toda esa Europa que cada vez existe menos. Como ya no puede acceder a las cosas que dotaron su vida de sentido y de forma, los magnates del tecnocapitalismo le ofrecen una metadona de altísimo poder estimulante: pagar por ver en tribuna un Madrid-Barcelona, pero sin estar allí, porque allí ya sólo podrán estar chinos, jeques y rusos. «Imágenes personalizadas en 360 grados y el sonido ambiente inmersivo; será como ver el partido desde el estadio, pero sin moverse del sofá de casa». La cuestión de fondo es que se desagregue al individuo del todo al que pertenece y se le invite a «disfrutar» del fútbol solo: en lugar del yo con los otros (los amigos en el bar, la familia, la peña, los vecinos de abono), el yo con la pantalla. El yo con las gafas de astronauta. El yo con los auriculares envolentes. «Además», reza la noticia, «el punto de vista de cada espectador podría programarse para que fuera idéntico al que disfrutan los aficionados presenciales». La vuelta del fútbol en julio de 2020 ya nos ofreció el tenebroso espectáculo de gradas vacías animadas por un sonido enlatado y la proyección digital de formas humanoides sobre los asientos. El metaverso balompédico sería la manera de seguir estirando el chicle, cobrándole a la gente por una «experiencia» simulada a la vez que se le sigue aturdiendo con el simulacro de que sigue teniendo el control de su vida y de su mundo.

Realidad virtual

 

Getty Images.

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Madridista de infantería. Practico el anarcomadridismo en mis horas de esparcimiento. Soy el central al que siempre mandan a rematar melones en los descuentos. En Twitter podrán encontrarme como @fantantonio

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9 comentarios en: El metaverso

  1. El fútbol se muere (probablemente lo haya hecho ya, sólo que el proceso agonizará un tiempo más) por su propio éxito.
    La esencia del fútbol (del Real Madrid, que es lo que nos interesa), era la liturgia común de padres e hijos, de hermanos, de amigos. Eso ya acabó salvo para quienes tengan dos abonos juntos. Es imposible acudir a un Real Madrid - Sevilla (por ejemplo) con tus dos hijos sin que ello suponga un muy considerable esfuerzo ese mes; es imposible sin tener que llevar semanas sopesándolo y convenciéndote de que oye, es una vez, venga, por los chicos. Ése no es el fútbol que nos enseñaron.
    Acabaremos con Copas del Mundo cada dos años y metaversos y las nuevas generaciones lo recibirán con total naturalidad, pero quienes conocimos otro fútbol, el de antes, nos iremos alejando sin darnos cuenta (y a pesar de no querer)
    El año pasado conocí a un chico que, junto con su padre, se habían dado de baja como socios tras más de 30 años siéndolo (el chico lo era desde el mismo día de su nacimiento). Me sorprendió y me impactó, la verdad; no conocía a nadie que lo hubiera hecho. Me estuvo explicando que ése no era su Real Madrid y que la vida tenía cosas maravillosas que había dejado de lado, de forma voluntaria, por el fútbol. Fútbol por el que antes le merecía la pena perder todo eso pero este fútbol y este Real Madrid no merecían tal sacrificio por parte de sus socios. A mí me hizo reflexionar mucho sobre el tema y, a día de hoy, no tengo una conclusión clara.

  2. Dentro de mi casi total ignorancia, siempre he pensado que cargarse el fútbol en abierto iba a ser perjudicial a la larga. Y lo mismo pienso de los precios exorbitantes de las entradas. Como bien dice Alfonso Giménez, ya no puedes ir con tus hijos al fútbol, es decir, ya no les pasas tu afición a tus hijos ,ni la compartes con ellos. Triste para nosotros y a la larga, dañino para el fútbol, que pierde aficionados.
    Otra consecuencia es ver campos casi vacíos (hablo de tiempos pre-covid), cuando, si los precios fueran asequibles e incluso los niños gratis, se llenarían. Puede que sacasen el mismo beneficio monetario pero el intangible de ganar afición parece que no se contempla.
    Ya veremos en qué acaba la cosa...

  3. Esclarecedor y aterrador artículo.
    La alienación del hombre , individual y colectiva,nos convierte en marionetas,ajenos a nuestra realidad y a la realidad social.Pero esta ,sigue su curso ,y en cualquier momento nos puede estallar en las narices, preguntándonos cómo ha podido pasar.

  4. Certero, atinado, reflexivo, aterrador artículo. Y el fútbol muere también porque en estos tiempos modernos en los que las nuevas generaciones piden dinamismo, acción, se premia que un portero del equipo rival se pase un minuto en poner el balón en juego. Unas diez veces por partido sin que se lo adviertan. Sé que el artículo habla de algo mucho más profundo, una meta-realidad que en el fondo es una irrealidad, un impostado universo paralelo, pero mientras se tolere y premia el no juego, el fútbol seguirá muriendo un poco más colo espectáculo. Enhorabuena al autor.

  5. Desgraciadamente cada vez estamos más cerca del "1984" de George Orwell.
    Totalmente acertado el artículo, la pandemia ha sacado lo peor de la sociedad actual.

  6. Además hacen el MEJOR ESTADIO DEL MUNDO con asientos ciegos desde donde no se ve el campo de juego, pero nadie consulta a los abonados que mueven de asientos a su antojo y lo tomas o lo dejas, el espectador de campo ya no interesa

    1. Buenas tardes, no se de que se sorprende usted, la relación entre la dirección y el socio-abonado se puede calificar como uni-direccional, paga y calla. Son lentejas

  7. El fútbol está pasando de ser una experiencia compartida y elemento de socialización a ser simplemente un producto de consumo. En vez de que una parte de una ciudad se movilice para verlo en el estadio de la localidado en los bares si el equipo local juega fuera; ahora no, todos a verlo desde casa pagando religiosamente y adaptándonos al horario que tengan a bien poner.
    La conjunción Pay per View con multiplicación de horarios, mientras hay otras formas de ocio/consumo, va a matar el fútbol lentamente. Yo, enorme futbolero, creo que no sería aficionado si tuviera 15-20 años hoy, que es la edad con la que me volví seguidor. Es caro y solitario, cuando antes era accesible y solidario.

  8. El fútbol , el de todos y el de siempre/antes , no es que esté agonizando , es que ha muerto.
    Muy atinado el artículo . Además, las fotos son buenísimas y muy apropiadas para ilustrar el tema . Si a lo comentado ,añadimos las malas praxis en cuanto a confección de calendarios , arbitrajes y demás circunstancias , pues esto es lo que hay.

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Tweets La Galerna

🎂Cumple 33 años el hombre que le enseñó a Bellingham lo que significaba «chilena», el hombre tranquilo que no flaqueará jamás ante un penalti decisivo, el gran @Lucasvazquez91

¡Felicidades!

Lamine Yamal es muy joven.

Enormemente joven.

¿Y?

#portanálisis

👉👉👉 https://www.lagalerna.com/lamine-yamal-es-muy-joven-y/

En el hecho de que @AthosDumasE llame a la que muchos llaman "Selección Nacional" la "selección de la @rfef" encontraréis pistas de por qué no la apoya.

La explicación completa, aquí

👇👇👇

Tal día como hoy, pero de 1962, Amancio rubricaba su contrato como jugador del Real Madrid.

@albertocosin no estaba allí, pero te va a hacer sentir que tú sí estabas.

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