Como bien decía el gran filósofo Voltaire, “nuestro peor enemigo es el aburrimiento”. Este peligroso enemigo cada día que pasa se está apoderando más del fútbol de alta competición, con tantísimas pérdidas de tiempo e interrupciones diversas que alejan a las nuevas generaciones del “deporte rey”.
Desde hace ya tiempo, el contraste al tedio, al menos en la ciudad de Madrid, lo encontramos siempre en el WiZink Center, en un deporte que no engaña a nadie en cuanto a la duración efectiva de sus partidos: haga lo que haga cualquiera de los dos contrincantes, el espectador va a ver un espectáculo de 40 minutos auténticos, o incluso más (5 o 10 más) si se produce empate y da lugar a una o más prórrogas.
El WiZink Center es el feudo del mayor acontecimiento al que se puede asistir en Madrid desde hace ya 10 años: el baloncesto del Real Madrid de Pablo Laso
Y es que en el recinto rodeado por las calles Goya, Fuente del Berro, Jorge Juan y Lombía es el feudo del mayor acontecimiento al que se puede asistir en Madrid desde hace ya 10 años: el baloncesto del Real Madrid de Pablo Laso.
Esta semana hemos podido ver dos encuentros de Euroliga diametralmente distintos, pero con un denominador común: el entretenimiento absoluto. Desde que entra en el pabellón, el espectador sabe que va a disfrutar dos horas que no se le van a hacer en ningún caso eternas, como desgraciadamente ocurre en el balompié.
El miércoles pasado, en el “derbi de Europa” contra Olympiacos (el otro gran derbi es contra el Maccabi israelí), el Madrid jugó posiblemente la peor primera mitad de la temporada actual, sin duda por el mérito de la férrea defensa de los pupilos de Bartzokas, que dejaron a los nuestros en unos famélicos 24 tantos frente a los 38 de los de El Pireo. Laso se devanaba el cerebro para encontrar alternativas en ataque, ya que se encontraba frente a un muro como Moustapha Fall (capaz de superar en energía, increíblemente, a Edy Tavares) y frente a un laberinto de anticipaciones por parte de Walkup, Sloukas y Dorsey, acompañados por un Vesenko que lo enchufaba todo.
Desde que entra en el pabellón, el espectador sabe que va a disfrutar dos horas que no se le van a hacer en ningún caso eternas, como desgraciadamente ocurre en el balompié
No por ello estaba el WiZink aburrido, por supuesto que no. El que más y el que menos pensaba que ese día iba a acabar la fabulosa racha de 12 victorias en casa de los merengues, pero nadie se movió de la silla, ya que el mago Laso siempre acaba por encontrar pociones mágicas para solucionar estropicios, y se sabía que, por lo menos, los nuestros darían guerra hasta el final. Y, como tantas otras veces, así fue. El milagro sucedió, Heurtel, Yabusele y Tavares volvieron a la pista para sustituir a sus gemelos idénticos de los primeros veinte minutos, prácticamente inoperantes, y metieron el miedo en el cuerpo en un tercer cuarto en el que el Madrid anotó más puntos (27) que en el nefasto primer periodo.
El WiZink ya estaba a punto de ebullición (con la inestimable ayuda de uno de los peores arbitrajes que quien les escribe haya podido recordar, con absolutamente todas las decisiones trascendentales pitadas contra los de casa, liderados por el juez principal, el nefasto francés Mehdi Difallah) de cara al último cuarto, que fue otra lección de casta y de pundonor a la que se sumaron los incombustibles rockeros de siempre, Sergio Llull y Rudy Fernández, con triples increíbles y con jugadas defensivas que borraron del mapa al ruso Vesenkov y al resto de tiradores helenos (Sloukas ya no volvió a aparecer), poniendo un parcial de 51-29 en una segunda parte de ensueño, con el palacio enardecido, mientras Yabusele recogía el diente incisivo de Poirier que definió la intensidad de la batalla acaecida.
Anoche, viernes 4 de febrero, el espectáculo continuó, aunque fue con un argumento, un nudo y un desenlace completamente distintos. Una función de teatro de una obra determinada se parece bastante a otra función de la misma obra, pese a que puede haber pequeñas diferencias debidas, por ejemplo, a entonaciones de las voces por una ronquera o un problema de garganta.
El mago Laso siempre acaba por encontrar pociones mágicas para solucionar estropicios
En el WiZink nunca se sabe lo que se va a presenciar, es como abrir cada vez una caja de bombones distinta. Se presentaba ante los nuestros el Zenit de San Petersburgo, dirigido por uno de los mejores coachs de Europa, el elegante Xavi Pascual, dispuesto, desde su cuarta plaza en la clasificación, a asaltar a las huestes merengues. Los nuestros salieron mucho mejor a la cancha que dos días antes, dispuestos a no sufrir ni a hacer sufrir a sus simpatizantes.
Los primeros diez minutos fueron una sinfonía de baloncesto ofensivo, 23 a 23, con una tripleta de mucha calidad por parte del equipo ruso. Jordan Floyd anotando todo, Jordan Mickey, ex de la casa, imponiendo su envergadura, y un fabuloso Alex Poythress (con experiencia en NBA, en los 76ers, los Pacers y los Hawks), que, con su 2,03 m de estatura, rebañaba sin descanso un rebote ofensivo tras otro en el aro madridista. Los nuestros, con mayor amplitud de plantilla, se fueron despegando de los de Pascual paulatinamente, con mejores acciones defensivas, en las que destacaron Rudy (como siempre), Causeur y Vincent Poirier, a los que se sumaron en ataque las valiosas incorporaciones de Llull y de Trey Thompkins, enchufadísimo en prácticamente todos sus lanzamientos.
Un partido limpio, sin errores arbitrales (pasó el trío completamente desapercibido), en el que se impuso el roster local, con Poirier de mariscal absoluto en su propio aro y en el ajeno, con 21 puntos de valoración, tras jugar prácticamente 28 de los 40 minutos, ya que Tavares se cargó con la tercera falta nada más empezar el tercer cuarto y ya no volvió a participar, pudiendo por una vez tener un merecido descanso. Un partido de los que denominamos de participación muy coral del Madrid, con 4 jugadores anotando más de 10 puntos (Llull, Yabusele, Tompkins y Poirier), y con unas aportaciones en otras facetas (asistencias, robos y rebotes) muy valiosas de Rudy, Heurtel y Causeur, principalmente. Con todo, impresionó mucho Poythress, el MVP del partido, anotando 21 tantos y acaparando 9 rebotes, que mantuvo al Zenit con dignidad entretanto se diluían poco a poco los Jordan, Floyd y Mickey, mientras el resto de su roster, en particular los rusos (Kilugin, y sobre todo Karasev y Zubkov), apenas aportaron al Zenit.
Llamó la atención la ausencia de minutos (no jugó ni un segundo) de Anthony Randolph, ni como poste bajo ni como 4, quizás debido a su actitud algo indolente ante el Olympiacos dos días antes, cuatro o cinco minutos en los que Fall lo arrolló en cada jugada, sin apenas reacción por parte del americano nacionalizado esloveno.
Dos exhibiciones pues en 48 horas, bien distintas una de otra, tras las cuales el respetable incondicional se fue, como de costumbre, satisfecho
Dos exhibiciones pues en 48 horas, bien distintas una de otra, tras las cuales el respetable incondicional se fue, como de costumbre, satisfecho a cenar a casa o a celebrar la velada del viernes noche tras la 13ª victoria consecutiva en casa sabiendo que pronto se incorporarán de nuevo piezas importantes como Hanga, Taylor y Gaby Deck para apuntalar una clasificación para los play-off, y a la espera del próximo visitante a la magia del WiZink Center: el 11 de febrero recibiremos al Barça de Jasikevicius, con muchas ganas de devolverles las dos últimas derrotas que nos infligieron.
Fotografías @RMBaloncesto
La duración efectiva es de 40 minutos, la afectiva lleva ya muchos, muchos años. ¡Que siga la fiesta!
Buenas tardes, totalmente con usted mosquetero, ¿Donde y más barato y más divertido se puede pasar una tarde noche en Madrid que en el Palacio? si eres abonado practicamente en ningún sitio
¿entonces cual es la explicación a las nefastas entradas de casi toda la temporada en el baloncesto?. Esperemos que sólo sea cuestión de tiempo, y de publicidad que hay veces que parecemos una sección clandestina
Saludos blancos y morados
Espectáculo del bueno el que ofrece el Real Madrid de baloncesto desde hace muchos años. Y, por supuesto, no ha lugar para el tedio, a diferencia de lo que sí ocurre con el fútbol.
Y , en contraste, espectáculo lamentable el que se empeñan en ofrecer -partido a partido-al respetable los lacayos del napias , además de “soci” culer; el CEO de la Euroliga. En comparación al miércoles , en el partido ante el Zenit, la actuación arbitral fue “aceptable”. Aún así el arbitraje , en el cómputo global, perjudicó más a los de blanco.
Y coincido con Athos Dumas,en cuanto a la valoración sobre Xavi Pascual. Elegante, deportivo , buen entrenador y buena gente.