En este portal de La Galerna, hemos tratado cientos de veces de difundir los valores básicos del madridismo, y por ello en no pocas ocasiones hemos intentado mostrar que numerosos actores, actrices, directores de cine, escritores, incluso políticos, o personajes de ficción, tenían todos los rasgos que se le suponen a los verdaderos madridistas.
Hablando del Séptimo Arte, siempre mencionamos a aquellos protagonistas y a veces a los que se ponen tras las cámaras, pero no recuerdo haber leído ni aludido a uno de los pilares básicos del cine, como es la importancia de las bandas sonoras.
Cuantas veces, contemplando un film, todas las emociones se agudizan por medio de una sintonía o de una melodía adecuada que adjetiva perfectamente una escena cumbre.
Películas épicas siempre ha habido desde que el cine es cine, pero pocos compositores de bandas sonoras son conocidos para el gran público. Max Steiner ponía a los espectadores la piel de gallina con su partitura de “Lo que el viento se llevó”, lo mismo que Miklós Rózsa con su trabajo musical en “Ben-Hur”. Elmer Bernstein en “Los siete magníficos” nos hacía dar un salto en la butaca, como Alfred Newman en “La conquista del oeste” o Jerome Moross en “Horizontes de grandeza”. Todos ellos, salvo el último - fue nominado -, ganaron premios Oscar por sus espléndidas composiciones, tan emocionantes como una remontada en el Bernabéu a finales de los años 80 o como una sinfonía perfecta como el Madrid de Zidane del inolvidable año 2017.
Desde hace más de 50 años hay un compositor que ha emocionado a millones de espectadores en cada una de las decenas de películas a las que ha puesto música, y se trata posiblemente del músico del siglo XX (aunque se mantiene en activo a sus 88 años, su último trabajo fue hace unos meses en la última entrega de la saga Skywalker) con corazón y con características más madridistas, llevando hasta nuestros oídos y cerebros todos los estados de ánimo posibles, desde la euforia más absoluta (en sus trabajos por ejemplo de las 4 películas de Indiana Jones), hasta la tristeza y desesperación (“La lista de Schindler”), pasando por el suspense (toda la saga de Las Galaxias) o por la magia de lo paranormal (“Encuentros en la tercera fase” o “E.T. el extraterrestre”). Es decir, tantos estados de ánimo como hemos tenido que vivir los madridistas al cabo de los años: desde la reciente conquista de las 4 Copas de Europa en 5 años, pasando por periodos de entreguerras bajo Capello o por auténticas travesías del desierto de las que no pondremos nombres propios.
Decía Woody Allen en su fabulosa “Misterioso asesinato en Manhattan” que “cuando oigo mucho rato a Wagner me entran ganas de invadir Polonia”. A mí me ocurre por ejemplo cuando escucho la banda sonora de “El patriota” que me entran unas ganas increíbles de golear al Barcelona o de marcar una canasta como la de Jaycee Carrolll la liga pasada de baloncesto a ese mismo club, antiguamente el de los supuestos valors y ahora tristemente el de los ERTE mientras sus diarios afines siguen hablando de fichajes estratosféricos.
Cuando veo la primera escena de “Tiburón” siento tanto pánico por mor de la sintonía como cuando me entero de que el próximo Clásico nos va arbitrar Hernández Hernández y su colega De Burgos Bengoetxea va a estar a los mandos de la maléfica sala VOR. Cuando aparece el tiranosaurio rex en “Parque Jurásico”, la música de Williams me recuerda que el fútbol español está en manos de gente como Tebas o como cuando la UEFA estaba al mando de Platini y me asusto tanto como si volvieran a aparecérseme los fantasmas de los Ovrebo, Stark o Busacca.
No es menos cierto que las fastuosas partituras de “Superman” rememoran nuestros éxitos, sobre todo cuando parece que ya está todo perdido y que el mundo se va a acabar - recuérdese por ejemplo el majestuoso vuelo de Ramos en Lisboa - , o que los diversos trabajos de Williams en las tres primeras entregas de las aventuras de Harry Potter nos hacen asistir a los diversos cursos de magia que vimos con las exhibiciones de Butragueño, Redondo, Laudrup o el Albus Dumbledore marsellés, Zinedine Zidane, maestro de todos los magos habidos y por haber.
El maestro John Williams también es, como nuestro equipo predilecto, un coleccionista de títulos, al poseer la friolera de cinco Oscar por sus exquisitos trabajos en “El violinista en el tejado” de 1971 - quizás se lo dedicó a nuestro primer violinista de nuestra orquesta de aquel entonces, Amancio, “Tiburón” (1975), “La guerra de las galaxias” (1977), “ET” (1982) y “La lista de Schindler” (1993), además de otras 47 nominaciones más. Tan solo por delante de Williams está el anteriormente citado Alfred Newman, con 9 estatuilllas conquistadas en, su larga trayectoria.
También tuvo la ocasión de poner su talento musical a las órdenes del gran Alfred Hitchcock, en la que fue la última cinta del genio del suspense - género madridista al 100%, que se lo digan a los vecinos colchoneros en las finales de Lisboa y de Milán -, “La trama”, originalmente llamada “Family plot”.
Larga vida al gran Williams, inseparable de su amigo Steven Spielberg, a quien ha aportado su sabiduria musical en nada menos que 50 de las 55 películas dirigidas del prodigioso director nacido en Cincinnati, Ohio.
Todo lo que este servidor ha sentido en sus años de seguidor madridista también lo ha vivido con emoción con las bandas sonoras de John Williams, éxitos, tristezas, pánico (“La aventura del Poseidón”), esperanza (“Salvad al soldado Ryan”), intriga (“Los archivos del Pentágono”), sinsabores (reflejados quizás en la siniestra “Marcha de Darth Vader”, esas fuerzas oscuras que siempre hostigan a nuestro club), risas (“Solo en casa”) y enormes alegrías como en los finales felices de todas las aventuras de Indiana Jones.
Siempre he pensado que John Williams y Hans Zimmer son lo más parecido al sonido del madridismo que uno puede encontrar.
Abrazos!
SR.DUMAS LO HA CLAVAO USTED.
Muchísimas gracias, querido Charly!
Suelo estar atento a los artículos con los que usted nos deleita, señor Dumas. Siempre rezumando cultura.
Por cierto, permítame exclamar mi grito de guerra en la región catalana. Estoy contento, en MD -su foro- me lo censuran. Ya no sale publicado. Señal que les duele.
VISCA VISCA VISCA CATALUNYA MADRIDISTA !!!
Usted siempre tan amable y atento, querido Floquet de Neu. Un abrazo para toda la Cataluña Madridista!
Mis artículos favoritos de La Galerna suelen estar relacionados con el cine, con su épica y con los valores que transmiten muchos de sus protagonistas. La música de John Williams amplifica y potencia todas las imágenes que vemos en pantalla, muy buena la comparación entre HH y De BB pitando en el Camp Nou con la banda sonora de Tiburón de fondo.
Aparte de las bandas sonoras más conocidas (me sigo quedando con Indiana Jones, Star Wars, Tiburón y La lista de Schindler) menciona otras cuantas maravillas menos conocidas y reconocidas, pero rebosantes de madridismo. Sin embargo, creo que el gran John Williams también ha dado lugar a grandes bandas sonoras del barcelonismo: Nixon (sobre la vida de un tramposo vocacional), Minority Report (sobre unos crímenes que se sabe de antemano que se van a dar, como cada temporada al inicio de la Liga de Tebas y Roures) o Catch me if you can (que trata de otro falsificador profesional al que no hay manera de atrapar). Saludos.
Excelentes apuntes sobre el ligero culerismo de Williams, querido Barney. Muchas gracias!