El poeta Luis Alberto de Cuenca (Madrid, 1950) es sin lugar a dudas el más prestigioso entre nuestros poetas actuales y, obviamente, es madridista. Por méritos y señorío, es el poeta que representa más el sentido épico de nuestro club. El escritor matritense es madridista de cuna pues su padre lo hizo socio de niño y le inculcó, tal y como le contaba en una entrevista estupenda a nuestro director Jesús Bengoechea un madridismo “profundo pero no sectario”. Aunque con los años su forofismo se ha calmado, confesaba en dicha entrevista que de niño si el Madrid perdía se iba enfadado a la cama.
Luis Alberto de Cuenca posee todos los premios literarios que verdaderamente importan: el Premio Nacional de Traducción (1989) y el Premio Nacional de Poesía (2015) subrayan al poeta y al traductor, pues de formación clásica, como filólogo ha traducido a autores del mundo grecolatino como Calímaco, Eurípides u Homero y a otros del medievo europeo Guillermo de Poitiers o Geoffrey de Monmouth, entre otros. Además de su actividad en el CSIC, Luis Alberto de Cuenca ha desempeñado labores de gestión pública como la de director de la Biblioteca Nacional de España (1996-2000) o secretario de Estado de Cultura (2000-2004). Por su último poemario El secreto del mago acaba de ser galardonado el pasado junio con el Premio Internacional de Poesía Jaime Gil de Biedma.
Pocos madridistas pueden presumir de haber sido testigos de las 14 Champions del club. A los seis años un infante de 6 años supo de la primera Copa de Europa. De hecho la sexta le alcanzaría con 16 años y a buen seguro que al adolescente poeta le marcaría la hazaña del Madrid de los yeyé. Aquellos chicos jóvenes españoles tenían la difícil tarea de tomar el relevo del mítico Madrid de Di Stéfano, equipo de leyenda que arrasó en Europa y que forma parte del Olimpo del fútbol mundial. El Madrid de los yeyé dominó la contienda nacional llegando a ganar nueve veces la Liga, cinco de forma consecutiva. De aquel once que se proclamó campeón de Europa frente al F. K. Partizan destacaban Sanchís en defensa, Pirri en la medular y una delantera de quilates con Amancio Amaro, Ramón Grosso, Velázquez y Paco Gento, superviviente del Madrid histórico de Di Stéfano. 32 años tardó el Real Madrid en ganar su séptima Copa de Europa con aquel gol del montenegrino Predrag Mijatović que renovó la leyenda del Madrid aquella noche del 20 de mayo de 1998 en Ámsterdam.
Dentro del madridismo siempre hay una división entre los guardianes de las esencias y los vanguardistas. Como suele pasar en instituciones de tanto fuste, alrededor del madridismo pululan debates eternos sobre qué jugadores y entrenadores representan mejor a nuestro club. Para algunos la quinta esencia del madridismo se refugia en Pirri y Camacho mientras que para otros en Juanito. En los últimos años, pasaba algo así entre los partidarios de Iker Casillas y José Mourinho. Todo estaba inflado por la prensa afín a la Selección de fútbol de España de Vicente del Bosque también conocida como La Roja. El entrenador salmantino llevaba años dando la espalda al club que le dio todo en el mundo del fútbol y se manifestaba particularmente hostil contra Florentino Pérez. Tanto es así que, en mi opinión, Vicente del Bosque llegó a faltar al respeto a la institución al rechazar la Medalla de Oro del Real Madrid. En su momento fue un escándalo. En contraposición a estos personajes aparecía siempre el nombre de José Mourinho. Durante las tres temporadas que duró la etapa del entrenador luso la prensa española se empeñaba en envilecer su figura llegando a justificar agresiones de otras aficiones al club de Concha Espina como reacción.
En asuntos tales siempre sale el asunto del señorío y se tachaba a Mourinho de poco ejemplarizante. Cuando a Luis Alberto de Cuenca se le preguntaba al respecto respondía: «En Mourinho había algo de pelea, de trinchera que a mí me fascinaba. Era un héroe de tebeo. Me encanta Mourinho porque en el fondo me gusta la incorrección. Yo que soy un experto de caballería le aseguro que Mourinho le dio a la caballerosidad una dimensión moderna». ¡Caray! Resulta que el autor del poema Political Incorrectness (que Loquillo convirtió en canción) se sitúa del lado del madridismo que reconoció en la etapa de Mourinho una reconstrucción total y que a la postre sirvió para conquistar las victorias de la última década. Como madridista me agrada saber que en la biblioteca sentimental de Luis Alberto de Cuenca siempre hay espacio para los héroes del madridismo entre Homero y la princesa Leia. Alabado sea el poeta.
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De hecho sin Mourinho el Madrid no existiría ni Santiago Bernabéu hubiera nacido, Alfredo di Stefano sería un cantante de tangos y Ancelotti y Zidane serían hologramas movidos por Mourinho desde una realidad paralela y sus 5 copas de Europa ganadas como entrenadores del Madrid son en verdad una mentira de Matrix, nunca existieron y solo Mourinho las ganó.
Señor Vastic:
Por sus comentarios es evidente que a usted no le gusta Mourinho,pues mire es usted politicamente correcto porque efectivamente a los muchos enemigos que tiene mi querido Club tampoco les gustaba.
En fin con su pan de lo coma.
Queda de usted su S.S.
Carlos Santandreu Muñoz
socio actual numero 1057 del Real Madrid C.de F.
Compadezco su sufrimiento por ver las 5 Champions casi seguidas que ha ganado del RM. Y lo que le queda por sufrir. Porque vd no es madridista, solo es un sufridor más. Sinceramente, le compadezco