El Madrid tritura a la Real

Buenos días. En un partido ígneo ante la Real Sociedad, el Real Madrid abrazó implacablemente la opción de distanciarse aún más de sus perseguidores ligueros, en particular de un Sevilla que queda a ocho puntos con un poco menos de cara de aspirante. El encuentro dejó el sabor reconocible del Madrid más vintage, el que remonta a base de apabullar al rival (ojalá sea un adelanto para lo del miércoles), el que aprieta hasta el último aliento, el que asume riesgos, conjuga pundonor y talento, no toma nota de sus fallos y mira adelante con su legendaria gallardía.

Fue un partido memorable que engrandece una competición cicatera y mediocre, dominada por colegiados presa del pánico a señalar cualquier cosa justa que favorezca a los blancos, tanto en el campo como en el VAR (dos nuevos penaltis escamoteados y una risible tendencia a escaquearse de la labor disciplinaria en las faltas de la Real). Fue una demostración de poderío y raza como hacía tiempo no veíamos. Las portadas de As y Marca salen con la misma foto, una foto extraordinaria, aunque suponemos que habría muchas otras capturas dignas de los múltiples momentos memorables que dejó este choque, y que es una lástima la coincidencia.

Qué grande es el Real Madrid, amigos (incluyendo hombres y mujeres de poca fe que en algún porcentaje nos leen).

Qué partido. Podéis (re)leer la crónica de Ramón Álvarez de Mon para reeditar el placer de lo vivido, o tal vez simplemente flotar tenuemente en el recuerdo de un Carvajal ingenuo en el penalti pero renuente a dejarse enterrar por su error y soberbio en la jugada del último gol; un Casemiro que sacó el periscopio para dar al madrileño el pase milimétrico de dicho tanto y que, en líneas generales, hizo un partido soberbio; un Camavinga estelar, autor de un golazo descomunal y de un gobierno del tempo que le faculta como candidato firme a la titularidad ante el PSG; un Vinícius insistente como un martillo pilón; un Rodrygo vertical y denodado; un Militao que se multiplica como las patas de una estrella de mar mutilada y multilocada; un Asensio puntual con su cita con el gol cada vez que sale desde el banquillo; y luego está lo de Modric.

Sí. Luego está lo de Luka Modric.

Ahí lo tenéis. ¿Este hombre es de Croacia o de Cuatro Caminos? Dicen que nació en Zadar, concretamente en la confluencia de las calles Orense y Sor Ángela de la Cruz. Militao, Casemiro y Vinícius están claros pero ¿Modric qué es? ¿Veterano o novel? Lleva en cualquier caso los laureles con un respeto y una emoción que sulibeyan a las mocitas madrileñas. Qué guapo es Luka Modric, tanto que hasta nos parece que juega maravillosamente (tal vez queríamos decir lo contrario y el amor nos trastoca). Luka es la abnegación del arte o la distinción del esfuerzo, o las dos cosas. La elegancia del obrero o la practicidad del soñador, o ambas. Es el jugador al que más has querido en tu vida, piénsalo, o no lo pienses y danos directamente la razón. Qué nueva exhibición del genio más profunda y rigurosamente nuestro y del fútbol a la vez.

Y ahora a pensar en el miércoles. Empecemos con las quinielas del once, con el baile involuntario de las extremidades en reposo, con el sueño inquieto. Empecemos con el runrún táctico, con la anticipación del recibimiento al bus, con los nervios.

¿Lo haremos de nuevo?

Hoy cumple 120 años el Real Madrid. Lo celebraremos con la gratitud de quien ha recibido de otro (en este caso, de una institución) tanta felicidad, y le regalaremos nuestra esperanza incondicional para el miércoles. Además hoy, en La Galerna, encontrareis un contenido muy especial.

Pasad un buen día.