Mucho me temo que la optimista profecía que realizó nuestro querido Itxu Díaz no va a verse cumplida. El Real Madrid no va a remontar y ganar esta liga. No por momentos de forma, no. Tampoco por estados anímicos ni por la diferencia de puntos existente entre Madrid y Barcelona en la actualidad y los pocos que quedan en juego. El Real Madrid no va a ganar esta liga porque desde hace meses no ha podido ni siquiera competirla a gusto. Algunos achacan al parón del mundial que el Madrid se empezara a dejar puntos en partidos que no eran propicios para ello, pero lo cierto es que el equipo sencillamente no ha podido sentirse cómodo en esta “anticompetición” en la que se ha convertido la liga española.
Desde hace ya un tiempo se viene verificando que hay un Madrid en liga y otro cuando sale de España. El equipo vikingo se encuentra infinitamente más cómodo en las competiciones europeas que en las nacionales y el fútbol fluye de distinta manera sobre el verde cuando el Real Madrid disputa la Champions League. Pero no es la competición en sí lo que genera este cambio de mentalidad sino el ambiente en torno al club. La afición lo nota y los jugadores… también.
El Real Madrid no va a ganar esta liga porque desde hace meses no ha podido ni siquiera competirla a gusto
Sucedió algo bastante significativo hace unas semanas, en un partido ante el Español, cuando una cámara de DAZN captó desde el banquillo una conversación entre Vinicius y Kroos en la que se vio a ambos resignados por el descuento excesivo que había añadido el trencilla de turno (Figueroa Vázquez) en un encuentro ya resuelto. “5 minutos porque no lo necesitamos. Increíble… Si lo necesitamos, 3.” Comentaba Vinicius con sonrisa irónica (probablemente acordándose de aquel “habéis tenido 90 minutos” que les espetó Soto Grado a los jugadores que le pidieron explicaciones por el escueto descuento que dio ante el Osasuna), a lo que Kroos le respondía: “No ha pasado nada en la segunda parte.” Vinicius acabó la conversación con un: “Siempre es así”.
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Esta simple escena demuestra como los jugadores del Real Madrid no sólo no son ni mucho menos ajenos a lo que el aficionado vive semana tras semana, sino que además, probablemente estén hasta las narices. Ellos son los primeros que no han visto sino vivido cómo, semana tras semana, los rivales tenían carta libre para realizar una falta tras otra sobre nuestros jugadores sin ver tarjeta alguna hasta el décimo intento, e incluso varios son los que se han tomado la licencia de agredirlos sin consecuencias. Los jugadores saben perfectamente la liga en la que juegan y las circunstancias, digamos especiales por no decir algo malsonante, en las que la disputan. Y pongo más que en duda que se hayan dado cuenta durante estos últimos meses tras destaparse públicamente el caso Negreira-Barçagate.
Los jugadores saben perfectamente la liga en la que juegan y las circunstancias, digamos especiales por no decir algo malsonante, en las que la disputan. Y pongo más que en duda que se hayan dado cuenta durante estos últimos meses tras destaparse públicamente el caso Negreira-Barçagate
Muchas veces en el pasado, la frustración del aficionado blanco se traducía en una acusación sobre la plantilla: “otra vez hemos tirado la liga en (inserte el mes que cada uno estime preciso)”. Ahora que finalmente se ven probadas las sospechas que siempre tuvimos sobre el arbitraje español, a la célebre frase lanzada en el avión del club “y luego se extrañan de que ganemos más Champions que ligas”, no puedo sino añadir una de mi cosecha propia: “dichosos los jugadores que han tenido que llevar sobre sí mismos el peso de la liga Negreira, pues suya es la gloria de las noches europeas”.
Al negreiro arbitraje que se vive en las competiciones nacionales hay que sumar también el ambiente hostil que está encarando el club blanco en cada visita a campo rival, motivada desde ayer y siempre por nuestra querida prensa patria. Lo que comenzó siendo un acoso y derribo a Vinicius que derivaba en gritos racistas durante los partidos (desde La Galerna ya hemos perdido la cuenta del número de denuncias por racismo que han generado los partidos a domicilio del Real Madrid) ya ha desembocado en un odio generalizado hacia el equipo blanco. El último caso fue el de un Rüdiger que hasta el pasado sábado ante el Cádiz había pasado totalmente desapercibido en cuanto a polémicas se refiere y que tuvo que sufrir lamentables insultos por parte de un sector de la grada gaditana por cometer el imperdonable delito de acercarse a la misma para regalar su camiseta a un aficionado al que se la había prometido.
Al negreiro arbitraje que se vive en las competiciones nacionales hay que sumar también el ambiente hostil que está encarando el club blanco en cada visita a campo rival, motivada desde ayer y siempre por nuestra querida prensa patria
Por la cólera y el desprecio con los que se nos recibe en cada campo, pareciera que fuera el Madrid el equipo que ha estado pervirtiendo con malas artes las competiciones nacionales durante unos veinte años. Habrá que volver a mirar las pruebas para encontrar a los remitentes del dinero que sacaba del cajero Negreira, por si acaso nos hubiéramos equivocado en estos meses que llevamos conociendo la información.
Soy el primero que defiende que el Real Madrid debe competir por todo cada temporada, pero también soy el primero que entiende que la plantilla del Real Madrid la componen seres humanos que no siempre van a ser capaces de permanecer imperturbables ante las injusticias que viven cada fin de semana y van a seguir jugando su partido como si no sucediera nada a su alrededor.
En varios deportes como el tenis o el golf se entiende la mentalidad del deportista como un aspecto fundamental en su juego, pero por alguna razón que desconozco, en el fútbol es algo que pasa desapercibido a pesar de ser un factor capital en el jugador. Durante muchos partidos de esta liga en los que se acabó pinchando, las circunstancias anteriormente mencionadas terminaron por sacar a algunos de los nuestros del partido y no se pudo competir como sí se ha hecho en Champions League, donde los rivales son de mayor nivel y entidad pero el contexto no es tan desfavorable como en España. Es más, el Real Madrid demostró el año pasado que sus jugadores son capaces de superar cualquier adversidad y seguir creyendo y compitiendo sin importar lo desfavorable de las circunstancias o la improbabilidad de la victoria sin perderle la cara al partido en ningún momento. Pero lo que ocurre en la liga española hace mucho que va más allá de lo deportivo y hacen falta calificativos que no utilizaré hoy para describirlo.
En varios deportes como el tenis o el golf se entiende la mentalidad del deportista como un aspecto fundamental en su juego, pero por alguna razón que desconozco, en el fútbol es algo que pasa desapercibido a pesar de ser un factor capital en el jugador
De esta forma, se ha llegado a esta parte de la temporada con la sensación de que la mente de los jugadores se ha alejado desde hace ya tiempo de la liga negreira y se ha posado en la Copa y en la Champions. Y más en estos momentos en los que los jugadores ya tienen marcado en rojo esa semana larga del 6 al 17 de mayo en los que se juegan en apenas 11 días la final de Copa del Rey (otro día charlamos tranquilamente sobre el simpático calendario) y las semis de Champions ante el Manchester City. Difícil pensar en la liga cuando se otea una semana así en el horizonte.
Además, el calendario tampoco es que invite especialmente al optimismo. Tanto al Barcelona como al Madrid le quedan varios rivales duros en estos nueve partidos ligueros que restan, pero de los cinco encuentros complicados que tienen que encarar los azulgranas, cuatro de ellos son en casa, donde apenas han pinchado en la presente temporada (únicamente tres empates). El Madrid, por el contrario, tiene que visitar los estadios de Real Sociedad, Valencia y Sevilla (que además se juegan la permanencia), además de recibir al Athletic en el, esperemos, penúltimo partido de la temporada. Es tan posible que el Barcelona se deje puntos en estas jornadas como lógico pensar que Carletto gestionará los partidos ligueros pensando en la final de Sevilla y las semis de UCL y veremos bastantes rotaciones en los cuatro próximos partidos para tener a los suyos a pleno rendimiento en los días clave.
Comparto con Itxu que el nivel mostrado por el Barcelona en liga no refleja la distancia en puntos que indica la clasificación. No es natural que un equipo que ha sido eliminado primero en fase de grupos de Champions y más tarde en la preeliminatoria de Europa League (recordemos, por favor, que es que ni siquiera consiguieron ganarse el derecho a disputar la Europa League) le saque una diferencia de 9 puntos a un equipo que está en semifinales de Champions apeando un año más a gigantes de la competición. Es una distancia irreal que sólo puede darse en una liga como la Negreira, completamente invulnerable a las leyes de la lógica.
El Madrid ni va a ganar esta liga, ni esta liga merece siquiera que la gane el Real Madrid. Parafraseando a José Mourinho, este Barça va a ganar una liga que a mí me daría vergüenza ganar
Si al final se cumple el pronóstico de Itxu, acudiré gustoso a Cibeles a compartir con él esa cerveza que mencionó, pero la verdad es que no ha sido una liga ni de Madrid ni Barcelona, sino la liga de los Raíllo, Balliu, Fali, Baena, Gavi , Ruibal, Alejo o Maffeo; la liga de la permisividad arbitral con las faltas, agresiones e incluso el racismo; la liga en la que hemos descubierto finalmente que si el sistema olía a podrido era porque lo estaba; pues el Madrid ni va a ganar esta liga, ni esta liga merece siquiera que la gane el Real Madrid. Parafraseando a José Mourinho, este Barça va a ganar una liga que a mí me daría vergüenza ganar.
Gerry Images.
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