En 2014, el fútbol y nuestro Real Madrid volvieron a demostrarnos cómo toda la experiencia humana se puede aglutinar en un lapso de tiempo mínimo, en un simple instante. Con un segundo de diferencia pasamos del abatimiento, la ira, el agobio, la decepción, la frustración, la desesperación, la tristeza, la histeria, la angustia, el nerviosismo, unidos en un calvario, a la pasión, la esperanza, la última ilusión, para llegar a la alegría extrema, el éxtasis de felicidad, la euforia, el alivio, la pasión desbordada... La vida condensada en un segundo. Sí, la eternidad dura un miserable segundo.
Así viví la Décima.
En el mundo del fútbol nada ejemplifica la eternidad como el Real Madrid. Es la eternidad en blanco. Nací con una diferencia de seis Copas de Europa entre nuestro glorioso club y el Barcelona, una diferencia que está vigente desde 1966 y ahora, en 2016, nada ha cambiado, ni pasando por la mejor época de la historia culé, porque el resto lucha contra el tiempo, pero el Madrid es el material que forja la eternidad, sus jugadores navegan en sus aguas, donde el tiempo no tiene sentido.
En el Madrid, pasado y presente se confunden, cambian sus papeles, hacen el amor en entusiasta orgía, se camuflan juguetones, aparecen y desaparecen. No es una broma, es una realidad patente personificada en trofeos, como esa familia numerosa de “orejonas” que parecen fecundarse en nuestra sala de trofeos.
Salvo por una extraña tranquilidad, que me ha acompañado en los últimos meses, la obstinada seguridad de que conquistaríamos la Champions y apuraríamos la Liga, todo se ha parecido increíblemente al reciente y a la vez lejano 2014. ¿Pasado, presente o futuro?
Lo increíble, lo imposible, lo que no existe, siempre ha estado íntimamente ligado al Real Madrid, pero cuando uno nace siendo de este equipo lo asume con naturalidad, con normalidad, como si fuera rutinario. No se le daba importancia porque tenía una explicación científica que daban tanto madridistas como rivales resumida en una frase: Es que el Madrid es el Madrid.
¿Qué leches significa eso de “el Madrid es el Madrid"? Nadie lo sabe, pero todo el mundo lo comprende. Es como aquello de Boskov y el “fútbol es fútbol”. Sí, lo entendemos perfectamente.
Una insondable realidad, el hecho de que el fútbol es un deporte que juegan once contra once, pero que no ganan siempre los alemanes, como sostenía Lineker, sino el Real Madrid. Ahí están las famosas remontadas, la Liga de los récords, las cinco Copas de Europa seguidas, ser el único club que ha ganado consecutivamente y por dos veces cinco finales de Copa de Europa... Y es que el Madrid es el Madrid.
Sólo así se explica que se gane de cualquier forma, en cualquier década, con cualquier estilo, jugando mal, jugando como los ángeles, jugando con canteranos o con galácticos, con entrenadores de la casa o de fuera, estrellas o novatos... un obsesiva ambición sin parangón. Cuando el Barcelona o el Bayern no estaban, ahí estaba el Madrid, cuando ahora no está el Manchester o el Milán, ahí sigue el Madrid. Un tozudo monumento indestructible y eterno de victorias. Porque el Madrid, además de fuera del tiempo, está fuera de la realidad. Porque el Madrid... es el Madrid.
En el Madrid se funde lo universal y lo estrictamente personal, el mito y la gloria eterna con el sentimiento íntimo, las grandes estrellas eclipsadas por el escudo de su camiseta. No es el equipo de Cruyff, Guardiola, Maradona, Messi o Simeone; el Madrid es un todo, e incluso cuando se nos pretende etiquetar se acaba recurriendo a la generalización (La Quinta, Los Galácticos, Los García, Los Yé-yé...). La única excepción sería Di Stéfano, pero ese era el equipo de Bernabéu, de la leyenda.
El Madrid es el club más constante, aunque no lo parezca, y tiene sus manías, sus rutinas, y la más destacada es la victoria, así como la lucha hasta el final, el sacrificio, la heroicidad, la determinación contra todo y todos... Y para apoyar todo eso, lo universal se torna en concreción con cada seguidor, que también tiene sus manías, y más en este tipo de partidos decisivos. Supersticiones, rituales y formas de proceder que intentan no saltarse y cumplir escrupulosamente. En todo el mundo, como vimos en aquel glorioso video de la Décima en universal celebración. Unos gustan de verlo con amigos o en soledad enfundados en camisetas de la suerte o cumpliendo unos pasos que deben ejecutarse sin falta.
Yo gusto de verlos con mi familia en mi casa. En estos partidos me incomoda incluso que venga alguien y que se altere la rutina, el statu quo. Por supuesto tengo mi prenda de la suerte, de la que no siempre hago uso y que varía. En esta ocasión, un forro polar que este año me he puesto en los momentos cumbre y aunque hiciera más de 30 grados, pero para ganar hay que sufrir. Ha dado resultado, porque ya se sabe que... el Madrid es el Madrid.
Vi la Undécima casi como un reflejo exacto de la Décima. Sentado en mi sitio junto a mi padre, mi fiel compañero de asiento y escudero, viendo por el rabillo del ojo los nerviosos paseos de mi madre por el pasillo entre rezo y rezo al santo. En los goles, oí los gritos de mi hermano capaces de callar al Nou Camp en pleno aquelarre contra Figo, y aunque en esta ocasión no estaba físicamente sí que lo estaba en espíritu, y lo veía como dos años antes corriendo hacia mí en el gol de Ramos para que lo cogiera a pulso a pesar de mi operación en el tendón de Aquiles. Un recuerdo impreso en mi memoria revivido. Sí, el tiempo no había pasado.
Tras levantar la Copa, me tomé unos momentos para mí, en la buscada y necesaria soledad de mi habitación, y escuché el estruendo de la felicidad de la victoria, el eco de tantos madridistas que exudaban felicidad, desde América, Oceanía, África, desde París, Bruselas, Stuttgart, Glasgow, Ámsterdam, Saint-Denis, Lisboa... Irak. Que chillaban gloria en Milán, en el Bernabéu, en sus casas, rodeados de amigos, familiares o en soledad, todos en perfecta comunión invisible, todos prestándome su abrazo y sentimiento.
Y allí, sentado en mi cama, me quité mi forro polar, que bien había cumplido su misión, respiré hondo, satisfecho, y dejé escapar la retenida lagrimilla que en varonil esfuerzo no había dejado salir, la lágrima de la alegría. Una lágrima que es la destilación del sentimiento madridista universal y esencial. Sí, esto es el Real Madrid.
Y es que es todo tan maravillosamente absurdo y, por tanto, tan jodidamente bello. El Madrid, que insiste en ser el Madrid.
Gran artículo, os felicito una vez más. Estuve en Milán y resumis espléndidamente lo que significa el Madrid a lo largo de su historia, y ser del Madrid. Abrazo y gracias, Juanjo
Un abrazo, Juanjo, y muchas gracias.
Precioso artículo. Muchas gracias.
Yo, después de devanarme los sesos durante años, he llegado a la siguiente conclusión: "El Madrid es el Madrid" significa que somos la repolla. Ja, ja, ja.
Y hasta aquí mi pensamiento filosófico del día. Y gratis.
Jajajaja, tal cual, Rascayú! Tu reflexión dio en el clavo, no hay otra.
El Madrid es el Madrid y siempre lo sera, salvo que algún día caiga en manos del jeque, del ruso o del chino de turno. Entonces sera otra cosa. No lo quieran los hados. El Madrid gana por encima del bien y del mal, nadie sabe como lo hace. Ni siquiera los madridistas acertamos a dar un diagnóstico. Me temo que tampoco su presidente ni su junta directiva lo tienen muy claro. Incluso su entrenador actual, gran error de novato el suyo el cambiar a Kroos por Isco en la final, temo que pueda explicarse el porque. El caso es que es así y tampoco hay que devanarse los sesos en demasía. Celebremos y nada más.
Gracias por el comentario, Javier. Celebremos y ¡Hala Madrid!
coñe, maestro, me ha dejado con una lagrima cayendo, por la mejilla, es un placer leerle, un saludo crack.
Muchísimas gracias, Karloxt, creo que es la misma lágrima que me salió a mí jejeje. Un abrazo fuerte.
Gran artículo. El Madrid es el Madrid y nada mejor puede definir nuestra leyenda.
Por cierto, nosotros, la familia, hemos mantenido también el mismos ecosistema en las últimas cinco finales, sólo miembros de la familia, aumentada eso sí, por los nacimientos, pero sólo la familia y nos va de maravilla, así es que nadie más está invitado porque tememos q la entrada de un "extraño" rompa esa magia ganadora.
Saludos a todos y Hala Madrid !!
jajajajaja grande, Uxi! Te entiendo perfectamente! Un abrazo.
El Madrid el Madrid. Yo añado: Ladran, luego cabalgamos!. Gran artículo, como siempre.
Saludos desde Oceanía.
Desde Oceanía! Qué grande! Un saludo!
Yo también la viví con mi familia, si mis hermanos madridista, compañeros del bernabeu desde hace ya mas de 24 años, hombres de mas de 40 años,en mi caso,53 y si al final todos abrazados más de uno llorando, dios que felicidad, ese momento, ese abrazo sincero,eterno gloria, que felicidad
Gracias por compartir la experiencia, Odeclas. La familia es la familia jejeje. Un saludo!
Yo llegué de Milán destrozado: 30 horas de coche en un fin de semana!!!
Pero viví esto:
Celebración del penalti de Cristiano desde la grada de San Siro (orgásmico):
http://www.opiniondedeportes.com/2016/05/celebracion-realmadrid-penalty-champions.html