El Madrid se enfrenta a su mayor reto en esta Champions League para poder alcanzar las semifinales de la máxima competición europea. A ese enemigo que le ha estado acechando desde hace años, lustros, décadas incluso, y que no le permitió cosechar el martes pasado lo que por juego debería haber sido una victoria más que cómoda. Estamos hablando, por supuesto, no del Manchester City, sino de la pegada. Esa que muchos insisten maliciosamente en atribuirnos y que está tan presente en el Real Madrid como la decencia en los medios que la divulgan.
Alguno podrá argüir en este punto, no sin algo de razón, que cómo se puede venir otra vez con la cantinela de la falta de gol cuando estamos hablando del equipo que más goles ha marcado en la liga española y tras un partido de ida en el que anotamos tres tantos. La respuesta es sencilla, el Madrid tiene una plantilla repleta de jugadores de incuestionable calidad y auténticos generadores de ventajas en prácticamente cualquier zona del campo, pero carece de jugadores con verdadero instinto goleador. Marcamos muchos goles porque nuestra plantilla, especialmente nuestro fantástico centro del campo, nos permite dominar muchos aspectos del juego y generar un elevado volumen de ocasiones, pero cuando se llega a la zona de definición a los jugadores les falta ese instinto asesino que tan bien reflejaba Cristiano Ronaldo (y transmitía a sus compañeros).
El Madrid se enfrenta a su mayor reto en esta Champions League para poder alcanzar las semifinales de la máxima competición europea. Estamos hablando, por supuesto, no del Manchester City, sino de la pegada
Ya a principio de temporada algunos agoreros, entre los que supongo que debo incluirme ya a estas alturas del texto, pronosticamos que el equipo no iba tener excesivos problemas para dominar la competición doméstica a pesar de la falta de gol, pero que esta sí que podía ser un factor negativo en los choques importantes de Champions League. Y efectivamente, en el primer gran encuentro que hemos tenido, esa falta de gol nos ha costado no finiquitar la eliminatoria en nuestro campo. Porque tras el mal inicio inesperado por el doble fallo de Vinícius y Lunin en el gol de Bernardo, el Madrid hizo lo que mejor sabe hacer en esta competición y por lo que es tan difícil de batir en Champions: no perdió la calma y siguió con el plan establecido, con el que Ancelotti y los suyos le ganaron la partida táctica a Guardiola.
Tras los dos minutos fulgurantes en los que se dio la vuelta al resultado, el cuerpo pedía seguir la inercia del partido y aprovechar que el City se encontraba noqueado, pero la dichosa pegada no acompañó. Rodrygo, Vinícius, Bellingham e incluso Fede tuvieron la oportunidad de abrir una brecha que hubiera podido cambiar drásticamente el destino de esta eliminatoria. Especialmente sangrante fue la de Jude, que tardó en exceso en ver al portero fuera de su portería y perdió una oportunidad de oro.
El miércoles nos encaramos a nuestro mayor demonio, ese que dicen que habita en nuestro ser y del que vamos a tener que tirar si queremos tener opciones reales de pasar la eliminatoria, porque, visto lo visto el pasado martes, puede que no nos baste simplemente con ser superiores al Manchester City
Como si de una cruel ironía se tratase, los tres goles encajados vinieron precisamente de ese instinto goleador que le faltó a los de Ancelotti: tres tiros de fuera del área, uno de una falta en la que se esperaba el centro, otro tras un control en el que el jugador ya tenía el disparo en la cabeza antes de recibir el balón y el último tras un mal control que el defensa aprovechó para sacar un disparo que recordó al de Mendy contra el Atalanta (por improbable). El equipo de Guardiola tirando de pegada tras ser incapaz de dañar al entramado defensivo de Carletto en todo el partido. Verdaderamente irónico, sin duda.
No sé si Carletto repetirá un planteamiento similar o si la baja de Tchouaméni más lo visto en el Bernabéu trastocará más planes de los previstos. Puede que ver al equipo tan tocado físicamente en la segunda parte pueda hacerle plantearse un bloque más bajo pensando en exigir menos a los suyos por si se alarga el partido. Lo que está claro es que Carletto ha encontrado la manera de buscar las cosquillas defensivas para hacer daño al City y que este tenga que acudir a métodos tan pocos guardiolescos como los disparos lejanos para contrarrestar nuestro dominio. El próximo miércoles nos encaramos directamente frente a nuestro mayor demonio, ese que dicen que habita en nuestro ser y del que vamos a tener que tirar si queremos tener opciones reales de pasar la eliminatoria, porque, visto lo visto el pasado martes, puede que no nos baste simplemente con ser superiores al Manchester City.
Getty Images.
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