La historia se construye en torno a consensos. Hubo una época en que todo el mundo estaba convencido de que, para ganar, resultaba imprescindible la inclusión de mediocentros físicos en los equipos. Potencia, músculo, fuerza. A principios de la década de los dos mil –mucho más ominosa que la de Fernando VII-, miles de niños y adolescentes madridistas, traumatizados por el derrumbe del Madrid galáctico, fuimos aleccionados acerca de la importancia de aquel rol, encarnado circunstancialmente en la figura de Claude Makélélé. Según los expertos, el tapón de la bañera que sujetaba aquel baño de espuma tan plácido, cuya ausencia lo arrastró por el sumidero, para nuestra desgracia. Posteriormente, el tsunami tiki-taka pareció sumergir cualquier otra alternativa, y el consenso viró hacia el juego de posición y las combinaciones. No obstante, cuando la marea ha bajado tras un par de lustros discursivamente agotadores, ha resurgido de nuevo la querencia por mediocampistas “de recorrido”, eufemismo empleado para referirse a colosos que aguantan el choque sistemático y poseen una capacidad pulmonar superior a la media.
Un vestigio de esta creencia podría explicar el reiterado empeño en determinados jugadores, aunque a veces se antoje incomprensible. Verbigracia, el caso de Paul Pogba. Durante muchísimos mercados veraniegos un considerable sector del madridismo ha jugueteado con -o incluso ha anhelado- su llegada al Bernabéu, y fíjense en lo que ha quedado. El futbolista francés tiene planta y calidad, de esto no cabe duda. Pero acaso la insistencia tan pertinaz en su fichaje haya tenido ecos de aquella obsesión. Hasta Zidane, icono por antonomasia de un tipo de centrocampista diferente, suspiró una y otra vez por la incorporación de Pogba. Aunque tiene su explicación: en primer lugar, Zizou se trata de un técnico mucho más italiano de lo que se quiere reconocer, y, por otro lado, el marsellés vivió en primera persona el galacticidio anteriormente mencionado. De ahí la preferencia por un coloso que corra y abarque, y las sospechas ante jugadores algo más discontinuos, menos dependientes de su físico que de su técnica. Como podrían ser los casos de Ceballos, inexplicablemente descartado desde el minuto cero –y no solo, ay, por Zidane-, o Fabián, inexplicablemente fuera de las quinielas en la lista de futuribles mediocampistas blancos. Ambos, cada uno con sus especificidades, representantes paradigmáticos de lo que podríamos llamar “jugador andaluz”, todo un concepto en sí mismo que merece la pena desarrollar.
El jugador andaluz no tiene por qué cumplir con las características que se atribuyen de manera tópica a la región, pero de alguna manera comparte una cosmovisión, en mi opinión más cercana al entendimiento del fútbol como un juego antes que como una profesión. Lo que no quiere decir que frivolice: nadie juega con más seriedad que un niño del sur. Tampoco es inmune a la disciplina, aunque intentará enmarcarla en las dimensiones que su intuición original le señala. Su fuerte puede ser el arabesco, la finta, el regate, el pase, la jerarquía o el disparo, resulta irrelevante: lo llamativo consiste en esa pátina de determinación, un punto primitiva, con que se obstina en llevar lo aprendido en la calle al campo. Además de una inteligencia, o más correctamente astucia, para desenvolverse en escenarios peliagudos. Por otro lado, el jugador andaluz es casi siempre capitán independientemente de portar o no el brazalete. Muchas veces sin saberlo.
Su fuerte puede ser el arabesco, la finta, el regate, el pase, la jerarquía o el disparo, resulta irrelevante: lo llamativo consiste en esa pátina de determinación, un punto primitiva, con que se obstina en llevar lo aprendido en la calle al campo
El Madrid de la próxima temporada no anda escaso de físico en el medio del campo. Casemiro, Valverde, Camavinga, Tchouameni… Todos seguramente fundamentales para competir en esta nueva deriva del balompié. Sin embargo, en año de Mundial, sin pretemporada adecuada, con la necesidad cierta de proteger a Modric y Kroos, quizá quede espacio para un séptimo centrocampista en la plantilla, sobre todo si tiene un perfil distinto. A estas alturas del texto, el avispado lector sin duda ha advertido ya por dónde voy. Al fin y al cabo, uno echa mano de los libros de historia y en todos los grandes Real Madrid ha habido al menos un jugador andaluz. Santisteban, Pineda, Juanito, Gordillo, Hierro, Sergio Ramos, Isco. Y es que no solo la historia del fútbol, sino también la de cada club, se construye en torno a consensos. Conviene recordarlo.
Otro caso en el que me han tapado la boquita. Yo no confiaba nada en Ceballos, pero creo que se ha ganado la renovación. Otra cosa es que sigo sin comprender, ni en el caso de Ceballos, ni en el de nadie, la tontería de anteponer una buena carrera en el Real Madrid, aunque sea de suplente (que pregunten a a Nacho o a Lucas si no se puede hacer carrera en el RM como suplente), por querer jugar 5 partidos (como máximo) en un lugar desértico gobernado por tiranos millonarios en el que han muerto 6.500 personas preparando el "espectáculo". Dicho de otro modo, no entiendo la obsesión de jugadores "por jugar el Mundial y para ello necesita ser titular". Entre patear la pelotita en el desierto en 5 partidos o participar de numerosos títulos futuros en varias temporadas, yo lo tendría claro.
Abrazos madridistas.
Pues como todo en la vida, hay gente que tiene una ambición personal en ser más reconocido ganando títulos, otros desean ser más protagonistas en el campo, otros tener mayor reconocimiento que se refleje en el salario.. Si el caso de Ceballos su ambición es ser protagonista en el terreno de juego por encima del sueldo o de la posibilidad de ganar más títulos, considero que es muy loable, y en mi opinión tengo en mayor estima y admiración a quien pone por delante jugar que los billetes que pueda ganar estando en el banquillo y aún así ganando títulos, que casos así hemos vivido en el club y aún tenemos en la plantilla a uno o dos que tienen ésa ambición. Saludos.
Porque al jugador, sea de donde sea, se le mete en la cabeza desde pequeñito que lo máximo es ser seleccionado.
Además, tradicionalmente, sube el caché del jugador, en muchos casos por contrato.
La verdad es que tengo debilidad por Ceballos, creo que no se va a quedar porque, sinceramente, un puesto en el medio está muy caro, pero también pienso que aporta cosas que no tiene prácticamente ningún otro jugador en la plantilla. A la gente se le olvida que Ceballos ha sido elegido mejor jugador en el Europeo del 17 y campeón de Europa con España en el 19. Es cierto que durante su paso por el Madrid no ha demostrado toda la calidad que sí mostró en la selección o en el Betis. La falta de minutos y quizá un exceso de conservadurismo en su juego han lastrado su rendimiento, pero se trata de un valor muy interesante que enriquece la plantilla y nos da opciones diferentes, especialmente tras la marcha de Isco y la probable de Asensio.
Sin duda, se trata de un jugador, que sí acepta un rol secundario en el Madrid, que es el que le corresponde de momento, debe ser renovado. Tiene sitio en el equipo en mi opinión, por lo que decís, es diferente al resto de centrocampistas que tenemos y tiene mucha clase
Si mantiene la actitud que ha tenido este año no me extrañaria que jugase relativamente bastantes partidos en la proxima temporada . no olvidemos que hoy dia se permiten hasta 5 cambios por partido, muy lejos de los 2 cambios de hace 35 años .
Por cierto, en la primera foto sale Gordillo?
Es extremeño, no andaluz.
Saludos
Ceballos el mejor jugador en la eirocopasub 21cuando fichó por el Madrid pero ni 5 partidos seguidos y en una foto de celebración de aquel campeonato estaban Vallejo, Asensio, Ceballos y Marcos Llorente la columna de la selección y me temo que todos ellos fuera del club la próxima temporada y entre los próximos fichajes ni un solo español suena, al final el club que no quiere ser español tendrá la selección española
Querido Pedro, si jugaran hoy en día el Real Madrid contra la selección española, el equipo al que no suena ningún jugador español ganaría de calle y con la gorra.
Nació en la localidad pacense de Almendralejo, pues su padre, futbolista, jugaba en el equipo de la localidad. A los pocos días, se traslada con su familia a Sevilla, de donde eran originarios. (Extremeño o andaluz).