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El hombro del gigante

El hombro del gigante

Escrito por: Antonio Valderrama28 febrero, 2023
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Se murió Amancio, Amancio Amaro Varela, y se murió un poco también el viejo Madrid. Que es el Madrid de siempre y aunque ya sabemos que el Real, como dijo una vez L´Equipe en su portada, es eterno y no muere nunca, sí que siente las dentelladas de la muerte de cuando en cuando, cada vez más próximas. Amancio era el presidente de honor del Real Madrid desde el fallecimiento de Gento, con quien ganó la sexta Copa de Europa del club frente al Atomium de Bruselas. La muerte se acerca al presente tragándose generaciones, comiéndose la memoria, que es el sustrato de la identidad. Ya no va quedando casi nada de aquel tiempo heroico en el que un puñado de hombres extraordinarios cruzaron el firmamento del mundo agarrados a la cola de un cometa blanco.

Real Madrid Sexta Bruselas Amancio

Aquel 11 de mayo del 66 Amancio empató un partido que el Madrid perdía contra el Partizán de Belgrado. Era la primera final que jugaba el Real contra un rival del otro lado del Telón de Acero y también era la primera que disputaba después de haber perdido una, la del 64 en el Prater de Viena con el Inter del otro fuera de serie gallego, Luis Suárez. Allí ya estuvo Amancio, formando junto a Di Stéfano, invitado de excepción al crepúsculo de los dioses. En Bruselas, en un lapso de seis minutos, un equipo que estaba plagado de muchachos y que capitaneaba Gento como el último mohicano de la Edad de Oro, le dio la vuelta al gol inicial yugoslavo y ganó la última Copa de Europa en 32 años. Amancio era la bandera del Madrid Ye-yé, un equipo renovado con aire autárquico (ya se sentía el aire setentero de austeridad que guiaría al Madrid hacia la absoluta primacía nacional) que volvía a ganar en la Europa de los Beatles sólo con españoles.

Ya no va quedando casi nada de aquel tiempo heroico en el que un puñado de hombres extraordinarios cruzaron el firmamento del mundo agarrados a la cola de un cometa blanco

Amancio sucedió a Gento como talento generacional. Su agilidad de escualo y su capacidad para el dribling jubilaron a Puskás, que ya era un tanque demasiado pesado en aquel Madrid pentacampeón que perdía filo porque en esta vida todo pasa, hasta lo más grande y lo más bonito. A aquel atacante fino y habilidoso lo bautizaron como El Brujo porque hacía cosas inverosímiles con el balón. Hay algo de esto que se repite a través del tiempo, los tipos que rompen la puerta en el Madrid y marcan eras son siempre regateadores, portentos físicos o naturalezas capaces de traspasar paredes, duendecillos que se desdoblan sobre la línea de fondo y aparecen sin que se sepa cómo en la resolución de las jugadas. Muchos años más tarde Raúl, del mismo modo, jubiló a Butragueño al final de la Quinta del Buitre, quinta que había sacado Amancio desde el banquillo del Castilla más brillante de todos los tiempos.

Amancio Quinta del Buitre

El Madrid, que para honrarse a sí mismo se parece como nunca a un Estado, despidió a Amancio dos veces, las dos de forma bellísima. La primera fue con un funeral en el Bernabéu. Ocurrió el mismo día en que el equipo de Ancelotti cuajaba en Anfield una de sus noches europeas más hermosas, puede que uno de los mejores partidos del Madrid en toda la historia de la Copa de Europa. En sí misma, la exhibición de los veteranos y noveles sobre el terreno de juego del Liverpool fue también una despedida, por todo lo alto.

La segunda, propiamente dicha, fue antes de empezar el derby madrileño del sábado pasado. Sobre el césped del estadio en el que Gento se convirtió en leyenda, la grada, el equipo (todos con su número, el 7, que en la camiseta blanca tiene vida propia y la cualidad, como ningún otro más que el 4, de forjar mitos imperecederos) y el estamento institucional se fundieron en un homenaje acompañado de música al que no quiso faltar ni la lluvia gallega y fría que regaló fotografías emocionantes, al contraste con las enormes pancartas y tifos que con su número, su rostro y su nombre, ocuparon durante unos minutos los fondos del estadio.

Amancio héroe madridista

La capilla ardiente en el palco del Santiago Bernabéu deparó algunas imágenes poderosas. Hay dos que, en concreto, me parecen impactantes. Arbeloa, que está debutando con éxito a los mandos de un equipo juvenil de la cantera, decidió llevarse a todo su equipo de chavales al velatorio de Amancio para que cada uno le presentara sus respetos. Ésta es una lección inolvidable para muchos de esos niños, estoy seguro. Vivimos en un mundo en el que lo viejo es apartado y la muerte, directamente eliminada, como si no existiera. Como si no formara parte indisociable de la misma vida, como si todo lo que hacemos en nuestra existencia no estuviera condicionado por ella.

Como todos los próceres de la casa, lo fue todo en el Madrid: estrella sobre el verde, entrenador del filial, entrenador del primer equipo, directivo y asesor del presidente

Que Arbeloa quisiera honrar de este modo la memoria de uno de los patriarcas del Madrid es un signo contra los tiempos de valor incalculable, porque recuerda que formarse en el Real Madrid nunca fue una cuestión de “estilo” ni de fútbol, sino de hombría y de vida.

El otro momento es una foto extraordinaria. En ella, Santillana despide con la mano, en un gesto sublime de ternura, el féretro donde reposan los restos de Amancio, un féretro cubierto sencillamente con un lienzo blanco sobre el cual el escudo, el escudo del Madrid, es el único blasón, las únicas armas. Cuando Santillana se incorporó al primer equipo del Madrid, Amancio ya era el veterano, era lo que Gento en el equipo del 64 fue para Amancio: el espejo, el referente, el líder, el veterano.

Santillana funeral Amancio

Sólo de este modo es posible comprender la importancia instrahistórica de Amancio para el Madrid. Es el cordón umbilical entre el hecho mítico fundacional, el equipo de las cinco Copas de Europa consecutivas, y la modernidad, es decir las UEFAS de las remontadas a color y la Quinta del Buitre, umbral del Madrid del siglo XXI que, de Butragueño a Raúl, engarza con la recuperación del prestigio europeo a partir de Amsterdam y de 1998.

Amancio es el cordón umbilical entre el hecho mítico fundacional, el equipo de las cinco Copas de Europa consecutivas, y la modernidad, es decir las UEFAS de las remontadas a color y la Quinta del Buitre, umbral del Madrid del siglo XXI

Amancio ganó mucho y perdió alguna cosa también con el Madrid, pero a sus espaldas condujo al club desde el brillo fulgurante de Europa al establecimiento inapelable del imperio doméstico en España. A través de décadas de vacas flacas en las cuales el Madrid ya no pudo competir con ingleses ni alemanes por el cetro internacional, cosido a la seda de la camiseta de Amancio el equipo siguió siendo lo que levantaba a los españoles de la grisura cotidiana de sus vidas, vivieran aquí o en el exilio: aquellos héroes de blanco que cuando llegó el technicolor siguieron ganando para recordarles a los niños que siempre hubo un camino por el que trascender el estrecho mundo de los adultos, un camino que lleva hasta las estrellas. Para ello se lo dejó todo en el campo, donde únicamente y desde el principio habitó la verdad del Real; se dejó hasta su cuádriceps, que se lo rompieron una tarde sucia de la Liga en Los Cármenes.

Amancio Granada

Como todos los próceres de la casa, lo fue todo en el Madrid: estrella sobre el verde, entrenador del filial, entrenador del primer equipo, directivo y asesor del presidente. La única hidalguía en la república presidencialista del Madrid es la del mérito y la del espíritu, por eso el Madrid es un país sin constitución: no la necesita, sus hechos son contados de padres a hijos y de abuelos a nietos, y en la concepción más evangélica de todas, en el Real sólo se predica con el ejemplo.

El Madrid es un país sin constitución: no la necesita, sus hechos son contados de padres a hijos y de abuelos a nietos, y en la concepción más evangélica de todas, en el Real sólo se predica con el ejemplo

Aunque en España todo son buenas palabras cuando se muere alguien, hay un sabor distinto en las despedidas auténticas. La mirada de Santillana, la voluntad de Arbeloa. Lo que permanece, la intrahistoria, lo que vertebra el sentido de pertenencia de una comunidad humana a través del tiempo, son las historias que se cuentan, el tributo a los que configuraron el mundo a despecho de Gil Marines y de Laportas, el mundo como un refugio amurallado en el que aislarse de pillos y de truhanes.

 

Getty Images.

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Madridista de infantería. Practico el anarcomadridismo en mis horas de esparcimiento. Soy el central al que siempre mandan a rematar melones en los descuentos. En Twitter podrán encontrarme como @fantantonio

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4 comentarios en: El hombro del gigante

  1. Sugiero humildemente al autor que, con permiso de La Galerna, recopile todos sus artículos y los publique. Es literatura madridista.

    Abrazos madridistas

    1. Me sumo a la petición, aunque , en mi caso, sin humildad y de modo campechano. Es un placer atender la lectura de este orfebre de la literatura. Igualmente , y con el debido respeto, sugiero al moderador que nos libere de la presencia del trol compulsivo que ya , hace unos meses, con su tesón consiguió que se quitara la opción de la gente que lo que quiere es leer y escribir en libertad . Y no encontrarse a un tipo , ahora con usuario de nombre femenino, ahora con otro y después con otro, molestando y ahuyentando a los galernautas.

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🎂Cumple 33 años el hombre que le enseñó a Bellingham lo que significaba «chilena», el hombre tranquilo que no flaqueará jamás ante un penalti decisivo, el gran @Lucasvazquez91

¡Felicidades!

Lamine Yamal es muy joven.

Enormemente joven.

¿Y?

#portanálisis

👉👉👉 https://www.lagalerna.com/lamine-yamal-es-muy-joven-y/

En el hecho de que @AthosDumasE llame a la que muchos llaman "Selección Nacional" la "selección de la @rfef" encontraréis pistas de por qué no la apoya.

La explicación completa, aquí

👇👇👇

Tal día como hoy, pero de 1962, Amancio rubricaba su contrato como jugador del Real Madrid.

@albertocosin no estaba allí, pero te va a hacer sentir que tú sí estabas.

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