Hay pocos personajes, tampoco deportistas, que conciten la admiración ilimitada y el acuerdo sobre sus virtudes. Cuando alguno de ellos deja de ser lo que fue, una parte de nuestro corazón se congela y el frío de la nostalgia paraliza nuestros deseos. No queremos admitir que lo que tanto fue no volverá a ser.
El que ha dicho adiós hace unas horas sobresalió en seguida por una presencia de contrastes: un huracán en la pista, un chico prudente y educado, casi tímido, en sus apariciones públicas. Con el paso del tiempo su temperamento se fue templando, más certero con la raqueta, más comunicativo con los micrófonos. Fue entrando en nuestros hogares con sus victorias, algunas apabullantes; otras, tras remontadas imprevisibles, tras levantarse de la arena cuando nadie confiaba en él.
Tanto lo repitió, como si quisiera escribir una carrera paralela a la de su querido Real Madrid, que llegamos a creernos que era imbatible. Y quizás lo hubiera sido, de no ser por un físico de privilegio con demasiados talones de Aquiles que lo han atormentado desde el inicio hasta hoy mismo. Con la sobriedad de un monje, creyente firme en la fe del Deporte —así, con mayúsculas—, sobrellevó sus carencias, sus limitaciones, para afinar su tenis: “el dolor me doblegará, pero le haré sufrir hasta que lo haga”.
Éste podría haber sido el lema de un deportista doliente, que ha llegado a ser una leyenda jugando medias temporadas, porque su cuerpo no le permitía más. Un destino cruel para el resto de los mortales, un acicate en una mente privilegiada, a la que habría que analizar a su muerte, como se hizo con la de Einstein, si es que eso nos hubiere llevado a algún lugar.
Con la sobriedad de un monje, creyente firme en la fe del Deporte —así, con mayúsculas—, sobrellevó sus carencias, sus limitaciones, para afinar su tenis: “el dolor me doblegará, pero le haré sufrir hasta que lo haga”
Cincelado por un tío implacable, poseedor de la sabiduría popular más sabia, de un sentido común excepcional, los españoles le vemos como un héroe más que como a un tenista , a pesar del infortunio del último par de temporadas. O quizás aún más por esto, al menos en mi opinión humilde, porque no ha dejado de batallar en busca de ser quien fue hasta el último suspiro.
Vayan estas palabras para honrar a un muchacho volcánico, a un hombre recto, con los pies en el suelo, respetuoso con los rivales y su juego. Vayan estas palabras para honrar a un madridista legendario. Vayan estas palabras para honrar a Rafael Nadal.
Getty Images.
Un auténtico ejemplo de superación. Rafa Nadal, gran jugador, gran persona, gran madridista y espero que sea el próximo gran PRESIDENTE del REAL MADRID.
Un grande entre los grandes. Admiración y honores a Rafa.
Rafael Nadal, estirpe española,
Caballero Madridista.
Gloria eterna para d. Rafael Nadal Parera.
Gracias Rafa por todo lo que nos has dado
Ojalá sea el próximo presidente de nuestro Real Madrid.