En estos días sin fútbol, aunque con baloncesto, al faltarnos noticias, he decidido contar una de las muchas anécdotas que tuve con mi padre cuando me hice responsable de la sección de baloncesto después de haber jugado en el primer equipo dos años. Mi padre decidió que era la persona idónea para el puesto. Tenía terminada la carrera universitaria de empresariales internacionales por una universidad americana y acababa de retirarme de la práctica profesional de ese deporte, por lo que consideraba que podía ser la persona ideal. Hay que subrayar que no era un puesto remunerado.Así se hizo para que la gente no pudiera poner ninguna pega al respecto, aunque yo lo tomé como un auténtico trabajo.
En la reestructuración de una sección que se había quedado parada profesionalmente casi desde la retirada de Raimundo Saporta, había que cambiar muchas cosas. No teníamos ni jefe de prensa, ni secretaria, nada. Una persona se hacía cargo absolutamente de todo, por no hablar de que ni siquiera se sabia quién formaba los equipos esos últimos años.
Según empezó la temporada, tuvimos la suerte de que Djordjevic no encontró ningún club que le pagara lo que pedía, de manera que seguía sin equipo. Acababa de no renovar en el Barcelona, y veía que podía quedarse el año en blanco, así que nos lanzamos otra vez a por él.
Una vez que fiché al entrenador, el actual seleccionador Sergio Scariolo, el cual me parecía básico en la construcción de nuestro equipo, nos pusimos a fichar jugadores, siempre apoyándome en el entrenador y en un presupuesto limitado. Se consiguió una escuadra apañada, pero nos faltaba una estrella que nos guiara y terminara de completar una plantilla con serias aspiraciones. Desde un principio pensamos que ese hombre podía ser Sasha Djordjevic, pero sus pretensiones económicas nos eran imposibles de alcanzar, así que fichamos una alternativa.
Según empezó la temporada, tuvimos la suerte de que Djordjevic no encontró ningún club que le pagara lo que pedía, de manera que seguía sin equipo. Acababa de no renovar en el Barcelona, y veía que podía quedarse el año en blanco, así que nos lanzamos otra vez a por él. Efectivamente, nos encontramos con que sus pretensiones económicas habían bajado ahora considerablemente, y ya se podía abordar ese gran fichaje, habiéndonos quedado con margen de maniobra para hacer algo así sabiendo que la temporada en baloncesto es larga y se puede rectificar sobre la marcha, algo que ahora hace también el fútbol en el mercado de invierno. De hecho cambiamos varios jugadores sobre la marcha, tres en concreto.
Pero volviendo al fichaje estrella de Sasha, decía que las posturas estaban mucho más cercanas y veía muy cerca el acuerdo. Una de las exigencias de su agente era solo darme un año, puesto que yo quería darle dos, y me pidió poner 1+1 siendo ese segundo año con un coste muy elevado si quisiéramos renovarle. Yo pensé entonces que me daba un poco igual, puesto que iba a poder disfrutar de él ese mismo año, y al año siguiente podía romper ese +1 y volver a sentarme con ellos a negociar como si de un jugador libre en el mercado se tratara. Entonces se puso una cifra muy grande para ese segundo año, su agente me explicó que era la manera de convencer al jugador y al final cerramos el acuerdo de esa manera. Realmente fue todo un éxito conseguir un jugador de ese nivel para ese mismo año, y nos pusimos a firmar todos los contratos al día siguiente.
Se suelen firmar varias copias, una para el jugador, otra para el club, y otra que tienes que enviar a la oficina de empleo. Cuál fue nuestra sorpresa al encontrarnos con ese contrato en la prensa al día siguiente, destacando negativamente la cláusula de la que hablaba anteriormente, y no valorando en cambio el pedazo de fichaje que acabábamos de realizar.
Era sorprendente ver ese contrato en un periódico al día siguiente, por lo que empezamos una auténtica caza de brujas para averiguar quién lo había filtrado. Cada copia tenia las firmas de manera diferente, y era cuestión de analizar y comparar esas firmas. Después de analizar al milímetro todas, nos dimos cuenta de que la copia que salía en el periódico era la que habíamos enviado a la oficina de empleo. Increíble pero cierto.
Después de hablarlo con mi padre, me dijo que era mejor dejarlo estar y no remover mucho más lo que había pasado, porque tampoco íbamos a ganar ya nada. Por suerte ese fichaje salió fenomenal y pronto la gente se olvidó de la famosa cláusula. La enseñanza, amigos, es que cuando uno es el Real Madrid no se puede fiar de nadie, de ningún estamento en absoluto, porque nos tienen envidia desde todos los rincones.
Hala Madrid.
¡Qué alucine! Eso fue para denunciarlo, porque vamos...
Pero por lo menos los periodistas antes investigaban, tenían sus chivatos hasta en la oficina de empleo; se podía o no criticar la cláusula, pero era cierta. Ahora hacen el mismo daño especulando, sin prueba alguna.
Inaudito
Hola,
Curiosa anécdota. Me imagino que fue toda una lección de vida, para un joven que se abría paso en el mundo empresarial.
Felicidades a la galerna, por reunir, una vez más, gente tan interesante como relevante a nuestro club.
Es posible otro periodismo. Sois el mejor ejemplo.
Pues, sí. Está claro . Al Real Madrid le envidian y odian. Considero que esos sentimientos tan “positivos” para con el Real Madrid deben ser convenientemente reconvertidos. Su odio-envidia es nuestro combustible y energía.
¡ HALA MADRID !
Alucinante. Quedémonos con que mereció (y mucho) la pena. La imagen de Sasha celebrando el título de Liga en el Palau (una enorme sorpresa para todos, yo mismo entre ellos), mientras Nacho Rodríguez se lo intentaba llevar al vestuario a empellones, es una de mis favoritas de la historia del deporte y de nuestro club. Si algún día Pablo Laso dejara el banquillo en el que espero que siga muchos años, no vería nada mal la vuelta de Djordjevic.
Yo sentí la misma alegría, con aquella liga ganada por sorpresa en el quinto partido en el Palau Blaugrana.
El trofeo se lo entregaron al Madrid en el interior del vestuario, para resguardarse de la lluvia de objetos que caía, y no de las nubes precisamente.
Sólo aclarar que aquel Nacho Rodríguez no era el Chacho Rodríguez, sino un jugador malagueño, del Barça que había interiorizado los modos de los boixos nois.
Saludos.
El mal ejemplo se llama Nacho Rodríguez, actualmente director deportivo de la sección de balonsestu de la secta.