Bueno, pues ya estamos en 2022 y nada extraño ha sucedido en estos días con el soñado fichaje de Mbappé. Los timoratos y agoreros que han temido —y temen— un desbaratamiento de la operación de última hora pueden respirar tranquilos, al menos por el momento. El jugador ya es agente libre y puede negociar y/o fichar por el club que desee. En consecuencia ese proceso depende ahora más del jugador que del club y —por lo que parece— no se cerrará tan pronto como los aficionados deseamos. Habrá que saber esperar. Estamos ante un camino que deberá recorrerse con determinación, pero paso a paso, en el que tendrá un gran peso el factor reputacional del jugador francés.
¿Y a qué me refiero cuando hablo del ‘factor reputacional’? Pues a ese conjunto de factores (en forma de ventajas y ‘riesgos’) que adornan la personalidad, la forma de hacer y el compromiso del joven Kylian en lo relativo a su hipotético fichaje (no quiero ir más allá) por su soñado Real Madrid; ese ‘algo’ que muchas veces cuesta expresar con palabras y que, a nuestros ojos, te puede hacer fiable y (aún más) confiable.
Hay una definición de reputación que considero quizá poco científica —por simple y no argumentada— pero sí eficaz porque creo que la entiende cualquiera: La reputación es lo que los demás dicen de ti cuando no estás delante. Y, en este caso, la pregunta se la aplicamos a Mbappé: ¿Qué decimos de Mbappé en la distancia? ¿Podemos considerar al joven ídolo francés confiable en su ‘promesa’ de llegar al Real Madrid?
Parece, por lo visto y leído, que entre ambas partes está todo (o casi) muy hablado. Pero no sabemos en qué medida ya está cerrado. Hasta ahora, el bueno de Kylian ha ido cumpliendo el guion, sin olvidarnos de que se trata de una story contada por terceros y nunca en primera persona por el propio futbolista, pues nadie le ha oído decir de su boca que este verano, sí o sí, recalará en Madrid. Por lo tanto, todo está siendo un gran ‘contubernio’ de filtraciones rumores, interpretaciones y especulaciones, en el sentido de que vendrá… demasiados mensajes en dirección única, pero interesados a fin de cuentas…
La reputación es lo que los demás dicen de ti cuando no estás delante. Y la pregunta se la aplicamos a Mbappé: ¿Podemos considerar al joven ídolo francés confiable en su ‘promesa’ de llegar al Real Madrid?
Una persona sedimenta reputación (buena o mala) por lo que hace en su vida y/o en su actividad (son sus hechos objetivos) y no por lo que dice que está haciendo (no demostrable), ni por lo que pueda hacer en el futuro (mera declaración de intenciones), ni por lo que los demás dicen que proyecta o está dispuesto a hacer (propaganda y publicidad). Esa demostración del hecho objetivo a lo largo de una trayectoria es preceptiva e irrenunciable como pilar de una buena reputación (“Por sus obras les conoceréis”, nos dice Jesucristo en referencia a los buenos y los malos profetas).
Hasta ahora, debemos reconocer como datos y hechos objetivos que Mbappé ha elegido al Real Madrid, porque lo ha reconocido con claros ‘guiños al respecto y nunca lo ha ocultado, ni negado; porque él habría preferido venir ya el verano pasado (aunque su Club —por un orgullo mal interpretado, a mi modo de ver— no le dejó salir; porque Mbappé ha sabido aguantar la presión de su entorno profesional y social a pesar de su juventud (él es francés y parisino, no lo olvidemos); porque su decisión parece tan firme que le ha llevado a rechazar hace unos días el nuevo cheque en blanco que los jeques propietarios del PSG le han puesto sobre la mesa (con la cabeza de Leonardo sobre una bandeja de plata); y, en fin, porque el chaval está sabiendo seguir la estrategia acordada y mantener la calma con una madurez impropia de alguien tan joven. Creo que son datos y valoraciones bastante objetivas, que juegan en su favor, pero como lo pueda ser el hecho de que aún ese acuerdo no está cerrado ni se ha hecho oficial.
Digo esto porque vamos a estar sometidos estos meses a una presión mediática todavía mayor que la vivida hasta ahora, gracias a un mundo de periodistas y medios de comunicación poco o nada interesados en que el Real se lleve el gato al agua con este y otros fichajes estratégicos que le permitan marcar las diferencias futbolísticas y comerciales para toda esta década. Periodistas de bufanda que —como sucede con las meigas en Galicia—, habelos hailos (y en el Real también, claro). Son muchos y no hay más que mirar programas en la tele, escuchar espacios y tertulias de radio o leer la prensa. Y a la misma conclusión llegamos cuando se analizan sus medios respectivos, cuya supervivencia está comprometida con el hecho de que la hegemonía blanca no vuelva a refulgir por los campos de La Liga.
Su decisión parece tan firme que le ha llevado a rechazar hace unos días el nuevo cheque en blanco que los jeques propietarios del PSG le han puesto sobre la mesa (con la cabeza de Leonardo sobre una bandeja de plata)
Hace unos pocos días tuve el placer de hablar con un viejo amigo, sociólogo de profesión y socio del Real Madrid desde hace décadas, y le pregunté por qué hay tanto antimadridismo en nuestro país. Trataba, simplemente, de conectar con algunas de las raíces sociológicas de ese sentimiento tan negativo. Y, la verdad, su respuesta me dejó pensativo, por simple y en exceso lapidaria: “Simplemente porque hay mucha gente en España que vive de mantener esa postura y representar ese papel. No hay más que eso”. Se refiere a todas esas personas que no desean que llegue Mbappé a LaLiga, si es que viene de la mano del Madrid… porque no soportan siquiera la idea de un Real tan hegemónico como en la época de Cristiano o como le pasó al Barça por tener a Messi. Por no hablar sobre la realidad de las redes sociales, que dan voz a una pléyade de personas a las que nadie filtra y que muy a menudo escriben desde su más pura bilis, como meros energúmenos, o sin la más mínima capacidad de raciocinio.
Lo que vaya a pasar con Mbappé y su viaje a Madrid lo veremos cuando toque. En febrero y marzo hay una eliminatoria de Champions entre el Real Madrid y el PSG que en nada favorece el buen desenlace de este asunto (eso lo admito). Pase lo que pase, y caiga el equipo que caiga (uno caerá), esa contienda a doble partido promete tensión y cobrarse sus ‘víctimas’; pero no dejemos que una de ellas sea Mbappé. Y eso lo digo porque soy consciente de que el joven Kylian lo pasará mal, pues en él recae la mayor responsabilidad de tomar una decisión con todas sus consecuencias. No hace mucho, ya salieron a la palestra los ‘voceros anti’ a poner sobre la mesa el siguiente debate teórico-ficticio: ¿Aplaudirá la afición a Mbappé si, con sus goles, el PSG elimina al Madrid? Debate ‘cordelero’ por ser puramente emocional.
En febrero y marzo hay una eliminatoria de Champions entre el Real Madrid y el PSG. Pase lo que pase, esa contienda a doble partido promete tensión y cobrarse sus ‘víctimas’; pero no dejemos que una de ellas sea Mbappé
Para mí tampoco esa diatriba tiene una fácil respuesta (soy humano); pero lo que me sale del alma es dejar tranquilo al chaval y aceptar de buen grado lo que suceda. Traigo aquí a colación el informe Global Reputation Council publicado en mayo de 2020, nos recuerda que “La marca [y la marca, personal, también] debe crear una personalidad alineada con sus valores. Si los del usuario [los fans] coinciden con los de la compañía [Real Madrid en cuanto club contratador] se habrá logrado el éxito. La marca [Mbappé, en este caso], además de útil debe conectar emocionalmente con sus públicos”. Por todo eso decía que lo que me sale del alma en este juego es que el Real Madrid elimine en buena lid al PSG, demostrando a sus jugadores que el Real es superior y, si sucediera al contrario, como plantean malévolamente nuestros ‘enemigos’ (y no los llamo rivales porque esos pertenecen a una categoría deportiva) pues no pasa nada: se le reconoce a Kylian su buen hacer y se le felicita por haber sido tan coherente por esos genes y valores de ganador como lo ha sido hasta ahora. No cabe otra. ¿Qué les parecería a los madridistas, llegado ese caso, que Sergio Ramos —nuestro ‘gran capitán’ hasta anteayer— celebrara esa misma eliminación? O qué le diríamos a Alaba si nosotros jugáramos contra el Bayern: ¿Nos gustaría que metiera un gol? ¿Y le pediríamos que no lo celebrara?
Finalizo con un mero recordatorio. Estoy seguro de que Mbappé sabe bien que su reputación es suya, pero que no le pertenece. Porque nos pertenece a todos quienes se la otorgamos. Y nosotros, los que suspiramos porque llegue pronto, debemos saber que si nos prestamos a debates ficticios que solo sirven para ‘zurrarnos’ contra nuestros antimadridistas particulares, lo único que haremos es ponernos palos en la rueda del futuro y tirarnos piedras contra nuestro tejado.
Fotografías Imago.
No es seguro, obvia e indiscutiblemente, que Mbappé se vaya del Petrodólares Saint Germain. Por cierto único equipo que , a nivel nacional (francés), concentra y presenta antipatías y odios tan exacerbados como el Real Madrid en las Españas. Lo que sí es evidente es que si , finalmente, se decide a enfundarse la blanca, la campaña de desprestigio hacia el club de la capital y el propio futbolista será feroz . Y ni voy a entrar en detalles de lo que sucederá si Kylian Mbappé no se incorpora a la disciplina blanca. Algo que fue habitual y aceptado siempre con cualquier otro club, aquí sería causa de deshonra, humillación y mofa. No lo duden.
Águila calva, una auténtica, original , inimitable e insuplantable. Moleste a quien moleste.
Muy buen artículo pero entra al trapo de lo que dice que no se debe entrar.
Ver veremos hasta que no este presentado en el palco por el colega de Abellan no me fio ni de Mbappe ni Holland, nos han vendido muchas burras
Una diatriba es un "Discurso escrito u oral en el que se injuria o censura a alguien o algo". Supongo que quiere decir este "dilema". Que no es lo mismo.
Porque hay tanto antimadridismo en este país? Porque somos un país de envidiosos, en todos los ámbitos, no soportamos el éxito de los demás, al que le va bien y triunfa le atizamos, le desprestigiamos, le quitamos valor, el Madrid tiene que penar con la envidia hacia él como pago por su grandeza, fuera de España se le admira y respeta más