Acudía el Barça al Estadio de la Cerámica en un clima de inestabilidad que amenazaba con colapsar la institución. Tras el empate en el Camp Nou contra el Atleti, que situó de nuevo al Real Madrid en el liderato, el club se apresuró a ratificar en su cargo de entrenador-jugador a Gerard Piqué, autoproclamado primer técnico tras la dimisión de José Bordalás.
En su primera sesión de entrenamiento, el lunes, Gerard optó por una charla con el grupo en la que les conminó a alcanzar el mejor estado de forma lo más rápido posible, razón por la cual les concedía cuatro días de vacaciones. “Como alguien no venga moreno que se olvide de jugar el sábado”, sentenció.
El viernes, se presentaron todos en Barcelona convenientemente tostados, a excepción de Frenkie De Jong, rojo como una gamba y los tres japoneses catalanizados de Rakuten, fichados por el mismo Gerard durante el transcurso del último partido: Naquitany (Nakitani), Nisimot (Nishimoto) y Misinau (Mishina). Al llegar al campo de entrenamiento de la Ciutat Esportiva Joan Gamper, el nuevo entrenador-jugador les esperaba, para desconcierto de todos, sentado frente a unas mesas dispuestas sobre el césped, cada una con un tapete verde.
-Poneros cómodos que vamos a jugar unas partiditas al póker… - les informó mientras barajaba unos naipes.
-Pero mañana tenemos partido, Geri… - replicó Busquets antes de que Piqué alzara la mano mandándole callar.
- ¿Cómo me has llamado?
-Te llamo así hace doce años, Geri…
-Pues a partir de ahora, Sergio, llámame Mister Geri – respondió el entrenador-croupier, que volvió a hacer un ademán para que el centrocampista no le replicase -. Os concedí vacaciones porque necesitábamos despejarnos. Estábamos jodidos, chicos. Pero no todo está perdido. Incluso nuestro mal momento puede jugar a nuestro favor…
-¿Es que vamos a hacerle la cama a Nobita? – preguntó Jordi Alba.
-¡Esa es buena! – a Gerard se le escapó una carcajada – Pero no . Aunque me la apunto por si sale mal el plan - le guiñó un ojo -. Se trata de jugar al póker. No me miréis con esa cara. Todos habéis jugado alguna vez, ¿no? El póker es como la vida. Lo que importa no es el juego que llevas sino la apariencia que transmites. Nuestro juego… está jodido, para que negarlo. Y de hecho no lo vamos a esconder, al revés: les vamos a hacer creer que hemos entrado en “tilt”.
-¿Entrado en qué?
-Entrar en tilt. Que estamos desquiciados porque no paramos de cagarla. Como cuando un jugador de póker pierde los nervios. Poneros en la piel del rival: Hemos destituido a cuatro entrenadores, no jugamos a nada, Leo parece que esté jugando un Mundial. ¡Hemos fichado a Braithwaite como revulsivo! Martin, no te cabrees, tío - le pidió comprensión con los brazos abiertos -. Mírame a mí. Tu actual entrenador se dedica a producir vídeos en los que un jugador deja tirado a al Barça. ¡Y al año siguiente lo fichamos! Tetes, esto es una casa de… en fin, que vamos a acentuar todavía más este rollo para que se lo crean mucho más de lo que es en realidad. Y cuando estén con la guardia baja los rematamos.
Al llegar al Estadio, muchos miembros de la expedición del Barcelona descendieron del autobús fumando un pitilllo, excepto Ansu Fati que se puso unas extensiones en forma de rastas y una simulación de un cigarrillo de la risa en la boca. Ya en la sesión de calentamiento, se liaron a mamporros Vidal y Umtiti, ante la pasividad de sus compañeros que siguieron con el rondo, por lo cual tuvieron que ser separados por jugadores del Villareal.
Tras el saludo protocolario entre técnicos, Calleja le preguntó a Piqué por la salud de Messi, que permanecía tendido en el banquillo visitante, ocupando cuatro butacas, como si estuviese rendido de sueño, a lo que Gerard, con gafas de sol y una gorra de visera puesta del revés, contestó:
-Tan solo está un poco borracho - le susurró al oído -. Creo que ha "cargado" demasiado el mate .
Los del central del Barça salieron con Ter Stegen, Umtiti, Lenglet, el propio Piqué, Alba y Sergi Roberto en defensa; Naquitany, Nisimot y Misinau en el centro del campo; y Braithwaite y Rey Manaj en punta de ataque.
Calleja, por su parte, alineó a Asenjo, Albiol, Rubén Peña, Pau Torres, Moreno, Iborra, Trigueros, Cazorla, Moi Gómez, Gerard Moreno y Alcácer.
Desde el comienzo, el partido fue un asedio de los castellonenses frente a un Barcelona que se encerraba en su área como si se tratase de un equipo de segunda B. Resonaban, hasta la grada, los bramidos de Piqué que alternaba consignas con reproches hacia los suyos. Naquitany, Nisimot y Misinau, se aplicaban en la presión al rival con entrega y disciplina oriental pero con escaso acierto a la hora de jugar el balón (o todo el acierto que pudieran tener tres ejecutivos sin experiencia futbolísitica), lo que propiciaba la pronta recuperación del balón por parte del Villareal. Braithwaite y Manaj, aislados del juego, terminaron retrocediendo también hasta la frontal del área. A los veinte minutos, el encuentro era una taqui-gol en toda regla y en el 25 llegaba el primer tanto para el submarino amarillo, obra de Gerard Moreno, quien remató completamente solo, inicio de una nueva tangana entre los azulgranas para derimir responsabilidades.
A falta de cinco minutos para el descanso unas claras manos de Piqué dentro del área eran sancionadas con penalti por el colegiado Estrada Fernández. La pena máxima era materializada por Cazorla que ponía el 2-0 en el marcador. Los reproches lanzados por sus compañeros a Piqué provocaron su airada dimisión como técnico y su abandono del terreno de juego antes de que se cumpliera el tiempo reglamentario. Le sustituyó su segundo, Leo Messi, que, no obstante, todavía siguió durmiendo hasta que le avisaron para volver a los vestuarios.
Al descanso, Calleja confesó sus dudas al equipo.
-Están de los nervios, nunca he visto a un rival tan desbordado. Pero, chicos, no las tengo todas conmigo...
-Están fuera de sí, mister. Si apretamos les chorreamos -, le animó Alcácer.
-Ahora mismo no saben ni dónde están - aseguró Albiol -. Mister, solo le digo una cosa: ¿No se ha fijado que cuando el árbitro pita algo en su contra ni tan siquiera le rodean para encimarlo?
Calleja y el resto del equipo, permanecieron durante casi un minuto en shock, atónitos al tomar consciencia de lo que les acababa de descubrir el central.
-Saldremos en tromba -, sentenció el técnico.
El Villareal saltó al campo con Ontiveros, Samu Chukwueze y Carlos Bacca por Trigueros, Alberto Moreno y Rubén Peña, en una disposición con cinco delanteros, tres centrocampistas y dos defensas, en homenaje al fútbol de los años veinte. La euforía era perceptible en los amarillos que se lanzaban al ataque de modo suicida cegados por su afán de lograr un resultado histórico. Tan cegados que apenas se dieron cuenta de que en lugar de Piqué había salido Griezmann y que el propio Gerard permanecía en el área técnica, nuevamente restituido en su cargo, dando instrucciones a Messi y Suárez que salieron en el minuto 5 por Braithwaite y Rey Manaj. Nisimot, por su parte, ocupaba la portería en vez de un Ter Stegen que se desempeñó el resto del partido como mediocentro.
De poco le sirvió a Calleja ordenar desesperadamente a Chukwueze y Moi Gómez que retrasasen su posicion al lateral. La vía de agua que provocaron el argentino y el francés en ambas bandas fue una constante hasta el término del partido. En el minuto 30 el Barcelona ya había empatado el encuentro y en el 40 se adelantaba en el marcador.
Como si con la derrota no fuera ya suficiente, los jugadores del Villareal, desolados, tuvieron que ducharse y cambiarse, por turnos, en el vestuario arbitral. Durante la segunda parte alguien había soltado varias bombas fétidas en el vestuario local.
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