Para mi amigo Koki Martí
Anoche en el impresionante pabellón Stark de Belgrado (Beograd, la Ciudad Blanca), teñido de 15.000 camisetas amarillas del equipo rival, se consumó una de las más bellas victorias del equipo de baloncesto del Real Madrid.
La primera Copa de Europa lograda lejos de nuestro país desde la de 1980 – hace nada menos que 38 años – fue en Berlín ante el Maccabi de Tel-Aviv, con nuestros míticos Corbalán, Rullán, Brabender, Walter, Meister, Llorente, Prada y Querejeta. En aquellos tiempos, los jugadores del quinteto inicial jugaban prácticamente todo el partido (30-35 minutos cada uno) y prácticamente no había rotaciones, a no ser por cansancio, lesión o 5 faltas personales.
Ha cambiado mucho el baloncesto en esos 38 años. Hoy en día, y más en una Final Four, son necesarias plantillas larguísimas (anoche el Madrid tenía 15 jugadores disponibles y tuvo que descartar a 3, Santi Yusta, Radoncic y Randle) y lo más versátiles posibles.
De los 12 que jugaron ayer, al menos cuatro podían ejercer de playmakers: Campazzo, Llull, Doncic e incluso Causeur. Tiradores, los 3 últimos, más Rudy, Carroll y Thompkins. “Cuatros” y postes nada menos que Tavares, Felipe, Ayón, Thompkins, Randolph, a veces incluso Taylor y el propio Doncic. Y todos para defender y para las ayudas.
Los 12 jugaron. Y colaboraron. Desde los 9 minutos de Facu Campazzo – recién salido de una lesión de varias semanas – a los casi 29 mimutos de Luka Doncic, todo el mundo aportó su granito de arena para la victoria.
Se habla – una vez más – de una magnífica actuación coral del equipo, en la que, al contrario del rival Fenerbahce (sostenido prácticamente desde el segundo cuarto por los puntos del italiano Melli y por los tiros libres de Brad Wanamaker), apenas Causeur con 17 puntos y Doncic con 15 superaron los 10 puntos cada uno.
Fue la noche de varios actores secundarios: Thompkins, que se reivindicó con un último cuarto excepcional (y con un palmeo a falta de 18 segundos que nos dejó a todos boquiabiertos y pudiendo al final respirar), Tavares, con 0 fallos en tiros (3 tiros anotados de 2 puntos y 2 tiros libres de 2 en momentos cruciales) y 5 rebotes, además de su poder intimidatorio en la pintura, Reyes en el tercer cuarto, la defensa de Rudy además de sus 5 rebotes defensivos, los varios momentos de Jaycee Carroll, el trabajo sordo de Taylor. Y, sobre todo, me maravilló la aportación de Fabien Causeur, posiblemente el jugador europeo que mejor efectúa las penetraciones a canasta, con sus tres triples – su elegancia de zurdo añade a su calidad la estética - , sus 12 puntos en el tercer cuarto y su enorme defensa a la estrella de los turcos, Kostas Sloukas – triple ganador de la Euroliga entre Olympiacos y Fenerbahce -, al que “secó” literalmente, y, además, como dijo en sus declaraciones post-partido, disfrutó secándolo. A este magnífico ejercicio coral, en el que el Madrid demostró jugar, competir, sufrir y luchar como un equipo, lo quiero definir como factor Causeur ya que aparecieron anoche héroes inesperados y decisivos en la gran final.
Estos secundarios de lujo hicieron entre otras cosas que el Madrid arrasara en rebotes (37 a 29) pese a tener enfrente a tallos como Duverioglu con 2,13m y 0 rebotes o a Jan Vesely, quizás el mejor pivot de la Euroliga en la fase regular. Que artífices de los éxitos turcos como Datome, Kalinic o Sloukas prácticamente no aparecieran. Y que el efecto Dixon/Ali Muhammed, que tanto daño hizo en la semifinal del viernes al Zalgiris, apenas asustase con un triple magnífico que puso el 81-78 en el marcador y que nos heló la sangre a todos los madridistas.
Gracias a la aportación de estos jugadores, se notó menos (aunque estuvieron magníficos en la semifinal ante el CSKA) el peso de nuestras grandes figuras Llull y Ayón ayer noche (enorme mérito de ambos tras las larguísimas lesiones sobre todo del menorquín).
Mención especial para nuestro Lukita Doncic, MVP de la Euroliga y de la Final Four, con actuaciones brillantes durante todo el fin de semana en Belgrado, y con una madurez impropia de sus 19 años, tirando del carro en todo momento y con una sangre fría que le permitió anotar en momentos delicados 8 de sus 10, además de aportar 4 valiosas asistencias a sus compañeros.
Por último, quiero destacar el magnífico coaching de Pablo Laso y de su equipo ambos días (grande Chus Mateo), en ningún momento se puso nervioso ni ante los rusos (que se pusieron 30-20 en el primer cuarto), ni ante las feroces huestes del gran Zeljko Obradovic, peleones hasta la extenuación y que no tiraron la cuchara pese a ir perdiendo de nueve a falta de un minuto.
Tras una temporada plagada de bajas por lesiones (todavía el pivot Kuzmic no ha reaparecido) véase Llull, Randolph, Ayón, Rudy, Facu Campazzo, Doncic, Taylor, amén de los problemas personales de Thompkins, la máquina de Laso se presentó perfectamente engrasada en el momento más importante de la temporada, máquina en la que se supo encajar perfectamente a un pívot tan diferente como Eddy Tavares.
Seguimos cabalgando. Y enhorabuena especial a Juan Carlos Sánchez-Lázaro por su magnífica dirección deportiva, con el apoyo indudable de Alberto Herreros. Y a Florentino Pérez, por supuesto, que en su segunda etapa como presidente le dio la importancia que merece a nuestra laureadísima sección de baloncesto. La Décima ya está aquí. Ya es nuestra.
La Galerna trabaja por la higiene del foro de comentarios, pero no se hace responsable de los mismos
en mi opinion el verdadero MVP de la final
Exactamente
Lo secundo. Además sus canastas llegaron cuando más falta hacían. Mostró una gran personalidad. Caseur MVP.
Lo secundo. Además sus canastas llegaron cuando más falta hacían. Mostró una gran personalidad. Caseur MVP. El partido se ganó más quizá con el otro baloncesto. El de los rebotes en ataque que tanto daño hacen cuando la defensa ha trabajado bien. Hala Madrid.
Me ha encantado el artículo, empezando por el acertado título. Es de justicia reivindicar la decisiva actuación de Fabien Causeur y de un puñado de magníficos "secundarios", Thompkins y Tavares especialmente, que nos han dado la vida en un partido durísimo en el plano físico y más aún en el psicológico. La Euroliga es un trofeo de una dificultad extrema, a mi juicio sin parangón. Para ganarla hay que hacerlo todo perfecto a todos los niveles: alta inversión, management acertado, aspectos físico-tácticos de un nivel superlativo, arbitrajes que te respeten (al Madrid le ha costado años lograrlo, y no pocas veces dudo de que lo haya conseguido todavía) y actuaciones individuales y colectivas excelsas. Aun con todo y con ello, lo más probable es no ganarla. Entre otras cosas porque todos los años hay cuatro o cinco equipos que han hecho exactamente lo mismo y que son tan buenos como tú. La competencia es salvaje, la igualdad absoluta, y solo una conjunción astral, una actuación deslumbrante, una conjura casi mística, una defensa fanática y una valentía en ataque rayando la locura, todo ello aderezado con inmensas cantidades de fe, desnivela balanzas proclamando un campeón. Ser campeón de Europa es un verdadero milagro. El Real Madrid lo es por décima vez. Solo él es capaz de convertir lo imposible en rutina. Gloria eterna a nuestros héroes.
Esto es un artículo, Andrés! Muchas gracias por seguirnos.
Gracias a vosotros por regalarnos (desde hace tres años ya, ¡felicidades!) este auténtico salvavidas del madridismo ilustrado que es La Galerna.
Un gran abrazo, Andrés!
Yo no veo basket porque se me sale el corazón....no puedo con ese sinvivir que supone para mí.... no obstante como ya dije los sigo a mi manera....como madridista de corazón......Por esa razón, no no puedo comentar nada de basket más allá de hablar de mis sentimientos como madridista...pero al ver este artículo he considerado que estaría bien traerlo aquí:
http://www.elmundo.es/deportes/baloncesto/2018/05/21/5b02cf06e2704e405f8b46eb.html
Saludos
Cojonudo artículo (si se me permite la expresión)! Gracias como siempre, Paz.