El extraño caso de Martin Odegaard

Por la literatura anglófona conocemos extraños casos como el del doctor Jekyll y Mister Hyde, con aquel célebre trastorno bipolar de la personalidad, del genio Robert Louis Stevenson, o curiosos casos como el de Benjamin Button, fruto de la pluma elegante de Scott Fitzgerald, y llevado a la pantalla hace unos pocos años en una superproducción protagonizada por Brad Pitt. Extraño y curioso al mismo tiempo resulta el de Martin Odegaard en el Real Madrid, traspasado esta misma mañana al Arsenal londinense, tras más de 6 años de pertenencia al club en los que tan sólo jugó 11 partidos y menos de 500 minutos en total (0 goles, 0 asistencias).

Era la promesa más deseada por toda Europa allá por 2014, cuando contaba con tan solo 15 años. Tras una subasta por parte de su padre-ex jugador-representante (“huyamos de los padres que representan a sus hijos”, decía sabiamente Don Santigo Bernabéu), finalmente recaló en nuestro club a principios de 2015: el Madrid se había adelantado al Liverpool, a los dos equipos de Manchester y al Bayern de Múnich entre otros.

Debutó al poco tiempo con Zidane en el Castilla ante el Bilbao Athletic y, en mayo de ese mismo año, debutó con el primer equipo a las órdenes de Ancelotti ante el Getafe, batiendo el récord de precocidad de Alberto Rivera en liga española, al jugar con apenas 16 años y 157 días de edad.

Su periplo en el Castilla fue duro, ya que los defensas de los equipos contrarios se cebaban en sus tibias y en sus tobillos, ya que Martin con 16 años ganaba cinco veces más que los veteranos que deambulan por la segunda B nacional.

Todo hacía creer que Martin podía ser figura indiscutible del Madrid para una década y media. Para protegerlo de los equipos de nuestra tercera categoría, y al ser todavía un niño de apenas 17 años, el club decidió cederlo a un equipo holandés de la Eredivisie, el Heerenveen, durante temporada y media, y al año siguiente al Vitesse. En ambos casos, nos llegaban cada semana unos vídeos con increíbles filigranas, túneles a adversarios, asistencias dignas de la factoría Pixar, pases a los huecos, e incluso golazos de impecable factura.

Ya con veinte años, tras hacer la pretemporada con el Madrid de Zidane (verano de 2019), se apostó por una nueva cesión de dos años en la Real Sociedad, y allí es cuando se vio, en vivo y en directo, y no por medio de highlights de laboratorio, un inmenso Martintxo, que durante la primera vuelta de la temporada, y en varias jornadas, fue considerado el mejor centrocampista de la Liga y la gran revelación. En 36 partidos logró marcar 7 goles y ofrecer 8 asistencias y ya los voceros habituales (que habían machacado al noruego durante su estancia en el Castilla) se ponían las botas criticando al club y clamando por su regreso para que ocupase ya, sin más dilaciones, el puesto de Modric, o el de Kroos, o el de ambos a la vez.

nos llegaban cada semana vídeos con increíbles filigranas, túneles a adversarios, asistencias dignas de la factoría Pixar, pases a los huecos e incluso golazos de impecable factura.

Y así fue. Los dos años en Donosti se quedaron en uno solo, y Odegaard regresó, con ciertos galones, al equipo de sus amores (según dice todo el mundo, es madridista de corazón).

El resto de la historia la conocen mejor nuestros lectores. Empezó como titular con Zidane en la 20-21, y entre unos problemas de rodilla y unos partidos en los que pasó totalmente desapercibido (con contadisimos minutos de buena calidad, recordemos por ejemplo en San Siro frente al Inter), el caso es que se fue diluyendo su figura hasta que, en enero, tras su suplencia ante el Alcoyano en la Copa del Rey, con Isco de titular, parece ser que pidió salir de forma inmediata. Al Arsenal. Y allí jugó una veintena de partidos, sin sobresalir tampoco en exceso, pero aparentemente se sintió querido por Arteta y casi siempre titular. En sus dos partidos de semifinales de Europa League ante el Villarreal, por ejemplo, su aportación pasó sin pena ni gloria.

No sabemos lo que pasó por su cabeza entonces, pese a tanto odegaardólogo suelto, pero el caso es que, una vez Zidane fuera del club y estando Ancelotti al mando, a las pocas semanas volvió el llanto del vikingo noruego y, tras unos minutos medio buenos ante el Rangers de Glasgow, en su única asistencia (a Rodrygo) en el Madrid (partido no oficial) fue suplente ante el AC Milan, no fue ni convocado ante el Alavés (ni dorsal se le dio) y el día 20 de agosto de 2021, a las 09:00 de la mañana, dejó oficialmente de pertenecer a nuestro club.

Todo hace indicar que las expectativas creadas en torno a Martin, a su supuesta infinita calidad, han estado durante todo este tiempo muy por encima de la mentalidad del propio jugador, que, aparentemente, pensaba que merecía desde el primer momento la titularidad indiscutible en el club de Concha Espina, pero que no ha sido en ningún momento capaz de pelear por ella como han intentado a lo largo de 119 años de existencia tantos y tantos jugadores de mucha menor calidad futbolística y de mucho menor talento. Hay decenas de ejemplos de ellos, y en la actual plantilla cualquiera de nuestros avezados lectores podría dar más de cuatro o cinco nombres de profesionales que pelean cada día para, primero, mantenerse en la primera plantilla, y, en segundo lugar, para abrirse hueco a “codazos”, para disponer de la confianza del entrenador y de esa forma sumar minutos y minutos, muchos de ellos de calidad, para aportar al equipo.

Todo hace indicar que las expectativas creadas en torno a Martin, a su supuesta infinita calidad, han estado durante todo este tiempo muy por encima de la mentalidad del propio jugador, que pensaba que merecía desde el primer momento la titularidad indiscutible en el club de Concha Espina

Insisto en que datos y hechos no tenemos, ya que nadie, ni por parte del club, ni del entorno de Ødegaard, ha explicado esta situación: el extrañísimo caso de un madridista confeso, con un - según todos los grandes clubs europeos - talento descomunal, que en dos ocasiones, dos, aparece en la pretemporada casi como el refuerzo más ilusionante, que parece contar con la confianza a priori de los técnicos (Zidane y Ancelotti), y que al poco tiempo levanta la bandera blanca (algo contrario al “No surrender” inherente al madridismo) para salir del club, a los 22 años, y para irse, no al Bayern de Múnich, ni al United, ni al Chelsea, ni al PSG, sino al Arsenal londinense, un club de segundo o tercer nivel europeo, ni siquiera clasificado para la Conference League de este año, un auténtico solar de zombis vivientes que lucha apenas por ser el tercer o cuarto mejor club…de Londres, compitiendo con el West Ham United, que logró 4 puntos más que los gunners en la Premier 20-21.

Como en el tuit que ha colgado @TrollFootball , Ødegaard ha decidido retirarse de la Champions League a los 22 años al fichar por el Arsenal.

Quizás un día nos enteremos lo que realmente pasó por su cabeza en sus apenas 6 meses formando parte de la 1a plantilla del Real Madrid en sus dos etapas (la segunda, efímera y sin dorsal adjudicado). Pero lo que nadie nos va a quitar de nuestro pensamiento como madridistas es que Martin no dio lo suficiente de sí mismo, no tuvo paciencia, no demostró confianza en sus propias virtudes, y que, en definitiva, no mereció vestir más veces la gloriosa camiseta merengue.

El año pasado todavía existía la duda razonable sobre si todo era cuestión de alguna de las extrañas decisiones de Zidane con los jóvenes (eso se ha dicho y se ha escrito en los casos Achraf, Ceballos, Llorente o Reguilón), pero la decisión final de marcharse ha sido apenas un mes desde la vuelta de las vacaciones, y ya con Carlo Ancelotti como primer entrenador. Ya no cuela lo de “Zidane me tenia manía”, amigo Odegaard. Has preferido firmar cinco años por un club que hoy en día no pinta nada en Europa (y apenas pinta en la Premier), bajo el manto protector de un entrenador, Mikel Arteta, que no tiene el puesto garantizado por mucho tiempo, tras su penosa pasada temporada y su flojo inicio de ésta que acaba de empezar.

Extraño y patético caso pues. Desde luego, este escribidor, a quien ilusionó mucho verte en su debut hace 6 años en el Bernabéu, no va a derramar ni una sola lágrima ni dedicar un mínimo suspiro a esta salida, que se puede considerar como una lamentable dejación de funciones. Saltar del yate más lujoso del Mediterráneo para abordar una barca de remos para cruzar el Támesis es una acción incomprensible, absurda y, hasta si me apuran, cobarde.

Aun así le desearemos lo mejor a este chaval, que, por lo menos, se va - aparentemente - sin despotricar y sin estridencias. Y, al fin y a la postre, va a dejar una buena morterada de millones en la caja fuerte del club.

Quizás habría que llamar a Fox Mulder y a Dana Scully para que nos aporten más información para este increíble caso digno de los Expedientes X.