Se está perdiendo en España la sabiduría popular y es una lástima porque, después de todo, a cada cerdo le llega su San Martín, no hay mal que por bien no venga, y, adonde quería llegar, lo que se da no se quita. La historia de esta vieja expresión es casi tan triste como el carajal que han montado en Getafe para retirarle los honores al ex madridista Alfonso Pérez. Santa Rita de Casia es abogada de causas imposibles, entre otros títulos. Tras su canonización en 1900, una chica que era más fea que un pulpo le encomendó la ardua tarea de encontrar novio y Santa Rita obró el milagro pero poco. La muchacha encontró pareja, pero el tipo puso pies en polvorosa poco después, con lo que acudió de nuevo a la santa, visiblemente cabreada, y le dijo el ya célebre: “Santa Rita, Santa Rita, lo que se da, no se quita”. Quizá lo más triste de la historia es que la santa, tal vez con buen criterio, hizo oídos sordos esta vez.
Como sea, la expresión ha calado en la cultura popular porque nada hay más burdo, tosco, y cutre, que retirar algo que has regalado a alguien. Y si ese algo es más sentimental que material, peor aún. Es de una grosería insoportable retirar un homenaje solo para zaherir al homenajeado. Pero la buena educación ya no puede presuponerse. Y la lealtad tampoco. De modo que quizá sea mejor que no te rindan tributo los que no te merecen.
Alfonso no dijo nada escandaloso sobre el fútbol femenino. con todo, es irrelevante que esté de acuerdo yo con la opinión de Alfonso y que me parezca de sentido común. Podría ser al revés, y resultarme igualmente perturbadora esta cacería mediática y política a la que ha sido sometido por no arrodillarse al maldito discurso oficial de los censores
Me gustaba Alfonso y es extraño porque le tengo manía a todos los que de alguna manera pretendieron heredar el trono de mi ídolo de niñez, el Buitre. No es algo racional ni algo justo -¿el fútbol lo es?-, desde Llorente hasta Raúl, pero no lo puedo evitar. Sin embargo, Alfonso podía haber sido el heredero, tenía las condiciones, si las inoportunas y graves lesiones, y Raúl, se lo hubieran permitido. Lloró como ninguno el día que se fue al Betis, al despedirse de su Madrid. Y aún estando allí, repitió hasta la saciedad que sus ídolos fueron los chicos de la Quinta del Buitre. Terminar en el Barcelona fue como perpetuar lo que iniciaron las lesiones, un desastre que es mejor olvidar.
Por lo demás, el getafense Alfonso Pérez, como deportista y como persona, fue un ejemplo para su ciudad y por eso, cuando se hizo una votación entre el pueblo para elegir el nombre del estadio, el suyo fue el elegido. Últimamente andaba en el horizonte un cambio de nombre, porque el club está negociando el patrocinio con alguna empresa para obtener beneficios, y el futbolista dio su bendición a la operación. Pero todo se aceleró, y de hecho saltó por los aires, porque Alfonso Pérez concedió una entrevista a El Mundo donde comentaba, con su experiencia, diferentes asuntos deportivos. Y entonces se salió del redil que marcan los que eligen lo que está permitido decir y lo que no. De ahí a quedarse sin estadio solo hubo el calentón de una alcaldesa, cuantificado comúnmente en media décima de segundo de trending topic en Twitter.
Alfonso Pérez pasó de héroe a villano en cinco minutos, como tantos otros antes, y le cayeron una cantidad insoportable de insultos de gente que, por otra parte, no tenía ni idea de quién era. Resulta aterrador que demos por bueno este asfixiante ambiente dictatorial, que nos parezca razonable que un cargo público castigue a un ciudadano reconocido por el pueblo por su forma de pensar, que se pueda linchar toda la carrera de un deportista de élite solo por dos frases filtradas con el pasapurés del entrevistador.
Alfonso no dijo nada escandaloso sobre el fútbol femenino. La equiparación de salarios con el masculino con independencia de los ingresos que genere, es un chascarrillo que me resisto a comentar, a menos que en el debate vayamos también a exigir que el cirujano, el pintor, el repartidor de pizza, el piloto de avión, el camarero, el político, y Manolo el del Bombo cobren lo mismo.
Con todo, es irrelevante que esté de acuerdo yo con la opinión de Alfonso y que me parezca de sentido común. Podría ser al revés y resultarme igualmente perturbador esta cacería mediática y política a la que ha sido sometido por no arrodillarse al maldito discurso oficial de los censores que, por otra parte, ni siquiera sabemos quiénes son, a qué dedican el tiempo libre, y en qué madriguera se ocultan durante el día.
Antaño el fútbol era el hogar de la paz ideológica, de libertad, de solaz, un paréntesis en la agobiante disputa política de cada día, y a veces lo único que lograba poner de acuerdo a las dieciochomil Españas. Hoy también se lo están intentando cargar. Y si nos descuidamos ya no nos quedará nada que no esté manoseado por políticos y prostituido por ideologías. Y tendremos un país peor, una vida peor.
La reacción de Alfonso ha sido la de un caballero. No ha mostrado indiferencia, más bien dolor, pero tampoco ha exagerado el drama. No ha rectificado sus palabras porque no le ha salido de las pelotas opinar algo diferente a lo que opina sobre un tema en el que tiene bastante más autoridad que cualquiera de sus censores. Ha perdido un estadio, sí, pero ha ganado libertad. Y mis respetos.
Ha sido un claro ejemplo de tergiversación de las palabras, o de montar un discurso fuera de contexto con medias verdades. Está claro que a nivel de ingresos y de generación de dinero el fútbol femenino jamás se equiparará al masculino, y que Alexia Putellas no genera ni una décima parte de lo que generan Messi, Cristiano, Zidane, Ronaldinho, Beckham e incluso Pedri. La única frase lamentable es la de "obligaría a Guardiola y las chicas a besar la bandera española", que yo creo que ha sido la desencadenante de todo, por lo demás en prácticamente todo lo que dijo estoy de acuerdo con él.
Esa frase es únicamente su opinión, tan respetable al menos como las que dicen todo lo contrario y que oímos todos los días sin que pase absolutamente nada. Esta moderna inquisición es tan repugnante como la medieval. La libertad de pensamiento solo se puede expresar si coincide con el de determinadas minorías , en caso contrario. te lapidan.
Una pena que Alfonso no se pudiera quedar en el Madrid, de hecho hubo un verano que estuvo haciendo la pretemporada pero volvió al Betis me acuerdo, de hecho me gustaba más que Raúl aunque su carrera no duró tanto.
En lo de quitar su nombre un ejemplo claro de los tiempos que vivimos del pensamiento único y en lo del título de éste artículo estoy en total desacuerdo, desde que Alfonso decidió fichar por el Fraude Corrupción Sobornalona el estadio de Alfonso Pérez no puede ser nunca el Santiago Bernabéu.
Comparto la opinión del articulista. Es una vergüenza que por decir lo obvio tenga esa consecuencia. Pero es que hoy si eres un personaje público o famoso, no te puedes salir del tiesto, del pensamiento único, del pensamiento "woke"
A estas feministas de ......... les voy a decir lo siguiente
Porque no gana lo mismo una mujer que realiza un trabajo tan digno como las ministras de la feminidad imperante y además a costa de los impuestos del ciudadano
HIPÓCRITAS
Como dice el autor del artículo
A CADA CERDA LE LLEGA SU SAN MARTÍN
Alfonso Pérez Muñoz es un hombre que se viste por los pies. Y no sacristán de a todo amén.