—Bar Love me tender, Lou al aparato, dígame.
—Hola, soy Trevor.
—Pero ¡¿dónde te has metido?!
—¿Te ha llegado el dinero que te debía de los tres últimos años, Lou?
—Sí, Trevor, lo trajo Micky McCurlling camuflado en peluches de Nobita.
—Micky es caro, pero es el mejor, nunca falla.
—Es todo muy extraño, Trevor, ¿me quieres decir de una vez qué está ocurriendo?, ¿dónde estás, por qué me pagas?
—No te preocupes, te dije que era un asunto honesto —Trevor no pudo evitar que una sonrisa malvada se colase por el auricular—, no estoy metido en ningún lío, Lou.
—Me alegro, Trevor. Por aquí no tengo tanta suerte, ha venido la segunda cadena de restaurantes más grandes del país y me ha birlado al chico de los recados. Al parecer, un empleado suyo estará de baja varios meses y a pesar de tener más asalariados que ningún otro negocio hostelero, no tienen quién le supla.
—Pero eso es un sinsentido, Lou.
—Ya lo sé. Además, no puedo contratar a otro empleado hasta el verano por las nuevas directivas de empleo del Sindicato de Camioneros del Medio Oeste, al parecer los nuevos empleados emiten más CO₂ en esta época del año.
—Por suerte se avecina otra crisis, Lou, y tal vez no te sean necesarios los servicios de otro trabajador.
—Qué reconfortante resultas siempre, Trevor. ¿Me vas a contar de una vez en qué andas metido?
—¿Has oído hablar de la empresa que contrató el presidente del Barcelona para desprestigiar a personas del entorno de su propio equipo que pudiesen hacerle sombra?
—No me digas que tienes algo que ver en eso.
—Digamos que esa empresa subcontrató el trabajo y sabes que Cataluña es tierra de burguesía discreta y encantadora. Son tan proclives al negocio que serían capaces de vender su propia tierra a cambio de un tanto por cierto. Así que solo tuve que vestirme bien, sonreír y darles su parte. No hicieron preguntas molestas.
—…
—Lou, ¿sigues ahí?
—Sí, sí, es que me he quedado de piedra. O sea, ¿que tú eres quien ha ido sembrando la discordia entre las distintas famiglias del Barcelona?
—Sí, fue muy sencillo, solo tuve que escribir en las redes sociales los prejuicios que tienen las diferentes partes con respecto a la otra.
—Pe… pero…
—Sí, ya lo sé, tampoco es que esté orgulloso, en el fondo mi comportamiento es tan ético como el suyo, pero necesitaba pasta. Además, yo no presumo de valores ni de moral. Y me he reído mucho. Ah, y luego lo filtré a un medio de comunicación, para terminar de echarle picante al asunto.
—Condenado Trevor, ¡ja, ja, ja, ja!
—¿Y qué piensas hacer ahora?
—De momento disfrutar un poco. Pagué algunas deudas pequeñas, aunque el negocio no me dio para quitarme la espada de Damocles, Lou.
—Tal vez puedas invertir y hacer algo de provecho por una vez en tu vida, Trevor.
—Sí, me han propuesto un negocio que tal vez acepte. Se trata de crear una empresa que fabrique bolígrafos y mecheros en Vic a partir de pellejos de fuet reciclados. Además, como ahora por ley los mecheros han de llevar un depósito de agua por si saliese fuego de ellos, esta zona es ideal, está llena de manantiales naturales. Bueno, te dejo que me voy de fiesta. Ya nos veremos, Lou.
1- Resurrección.
2- La esperanza de un madridista perdedor.
3- El diámetro noruego.
4- Bendito aplazamiento
5- Dignidad
6- El Camp Nou y otros callejones oscuros
7- Liturgia madridista
8- Por la borda
9- La multiplicación de los centrocampistas
10- Días de vino y ostras
11- Honestidad artificial
12- El color del dinero
13- Todos somos contingentes, nadie es necesario
1- Resurrección.
2- La esperanza de un madridista perdedor.
3- El diámetro noruego.
4- Bendito aplazamiento
5- Dignidad
6- El Camp Nou y otros callejones oscuros
7- Liturgia madridista
8- Por la borda
9- La multiplicación de los centrocampistas
10- Días de vino y ostras
11- Honestidad artificial
12- El color del dinero
13- Todos somos contingentes, nadie es necesario
14- El Madrid tiene el corazón con Trento y libre de herejía
Es muy buena solución: infiltrarse en el Farsa y destrozarlo desde dentro. Me ha encantado el artículo.
Muy bueno. ¡ Qué grande !.