El diario Sport o el antónimo más alejado de la decencia

Si lo que dice la portada de Sport fuera cierto, el FC Barcelona se convertiría en la institución deportiva más miserable de la historia. Se conocen y se han conocido deportistas y futbolistas (y periodistas a título personal que se suman  a esta mugre con reparos aún más oprobiosos) de horrenda catadura moral, pero, que esta característica individual pueda describir a todo un club de la relevancia presente e histórica del barcelonés, daría cuenta de su deriva absoluta y de su doriangrayesca imagen definitiva.

No siendo así, por el momento, la empresa que sí alcanza el estatus repugnante al que me refiero, en la categoría de medios deportivos, es el diario Sport. Muestras sobradas de su carencia de estilo nos ha dado a lo largo del tiempo, sin salirse, por lo general, de lo humanamente admisible, por malvadas o grotescas que pudiesen resultar. Pero hoy hemos podido comprobar que no era nada más que una circunstancia casual.

Cualquiera diría que estaban esperando el peor momento para abrirse la gabardina. Es como si hubieran ido amontonando estiércol para erigir e inaugurar en día tan señalado el monumento al que están ahora mismo encaramados, mirando el mundo desde su perturbada visión, orgullosos de haber llegado hasta aquí. Esta parece ser que era la meta. Cruzar todos los confines de lo repulsivo para llegar a este estado superiormente asqueroso.

El hedor nos alcanza hasta lo insoportable. Por eso no me voy a extender en su descripción, ni detenerme más allá de lo estrictamente necesario en la putridez perfectamente alevosa, sedienta de pinchazos perversos en el momento más peligroso y desgraciado de nuestra época, no sólo para los españoles, sino para el mundo entero. La imagen de pequeñez, de insignificancia (resultado contrario a su objetivo distorsionado) de este panfleto reptiliano, dicho sea, con toda la caridad que somos capaces de dar, ha quedado grabada.

Ojalá que no se extienda esta vergüenza, de por sí ya amplia y tristemente realizada en sus hacedores, financiadores y lectores. Confundidores y confundidos, que entre todos ya se apresuran, por medio de la malignidad y de la ignorancia a partes iguales, a perfumar la excrecencia. No debería haber dudas acerca de ella, de lo que es Sport. De lo que ha llegado a ser en el día de hoy para su gremio y para la sociedad: el antónimo más alejado de la decencia.