Gran primer tiempo del Eibar, confirmando las hechuras mostradas en el partido de ida, que parten de situarse equilibradamente en todo el campo, no rifar la pelota, pasar muy bien y retener la imaginación necesaria para que el último toque sea imprevisible. Suerte tuvo el Real de no irse al descanso con un gol más por lo menos, cuando todas sus incursiones se abortaban antes de amenazar, o terminaban en algún tirito. Ya en Valencia se observó lo inverso del ataque en tromba, como declarando más o menos secretamente que uno o a lo sumo dos jugadores acompañarán al centrador. Si a eso añadimos la más generalizada torpeza en pases largos y cortos, retirarse con la desventaja mínima fue un chollo.
Las cosas cambiaron bastante en la segunda mitad, porque Benzema no tardó mucho en igualar con un cabezazo como mandan los cánones, picándola, y Asensio se activó. Qué facultades tiene el mallorquín para todo menos la continuidad, y qué crack podría ser si su regate, su conducción, su velocidad, su zurda y su visión de juego funcionaran a pleno rendimiento. Este sábado tiró mal las dos o tres veces que le correspondieron -como viene ocurriéndola de un tiempo acá-, pero aun así se las ingenió para armar el taco por la banda derecha con el incansable Odriozola, que prometería mucho más todavía si levantase la cabeza antes de centrar. Isco corrió como nunca en toda la temporada, sin destacar ni por aciertos ni por fallos, y el día horribilis correspondió en primer término al encantador Modric, incapaz de dar una a derechas, y en segundo término al majestuoso Varane, quizá afectado por noticias sobre un posible cambio de aires. Bien hará la directiva evitándolo, porque muy probablemente derivan de una ficha ridícula, considerando no solo su valía intrínseca sino los servicios ya prestados.
Valverde fue otro en la segunda parte, cortando, creando y hasta aprovechando su zancada para salir en vertical. De hecho, todo cambió radicalmente con la salida de Lucas Vázquez y Kroos, porque el gallego volvió a demostrar cuán eximio es reteniendo el balón, e incluso filtrándolo, y el alemán acabó de rendir al fatigado Eibar con rápidos cambios de frente. Pudieron entonces caerle cinco o seis tantos, algunos más sencillos de meter que de pifiar, incluyendo una gloriosa rosca repelida por el poste. Benzema volvió a demostrar sus dones de cabeceador, y solo una combinación de poca suerte con cansancio le vedó marcar un merecido repóquer, porque al poste y al gol anulado por un fuera de juego de centímetros se añadieron dos o tres ocasiones más que claras.
Y a seguir disfrutando de partidos donde el Real se juega solo el prestigio, quizá un tormento para sus fanáticos pero remanso de paz para aficionados a una actividad cada vez más rica en fenómenos, que nos llegan gratis en alta definición y cámara superlenta. Lo curioso es cuántos ignoran este obsequio de la inteligencia, creyéndose acreedores no solo a todos los servicios, sino a la igualdad material.
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Creo que el pueblo español tiene ya bastante experiencia en el asunto como para tildar de curioso lo poco que se valoran habitualmente los dones de la inteligencia. Seremos irregulares o imprevisibles incluso en otros asuntos, pero en despreciar los dones y virtudes de la inteligencia somos de una constancia casi cansina siglo tras siglo. Así que ya ves tú, nos vamos a poner ahora a disfrutar de lo que nos ofrece la vida así sin rezongar ni nada. No hay más que vernos tirar todo por la ventana con furia al primer contratiempo.
Pues yo sigo esperanzado con quedar segundos, pero claro eso cualquier persona inteligente entenderá que no sirve para nada.
A mí también me gustaría quedar segundos, la tercera plaza no es para nosotros y no digamos la cuarta. Espero que el equipo se esfuerce, Zidane se ha hartado de decir que hay que quedar lo más arriba posible. A ver si lo conseguimos.
Es lo mínimo, y el Atlético se ha puesto a tiro.