Vicente Boluda presidió brevemente el Real Madrid. Nadie se acuerda de nada de lo que hizo, pero todo el mundo se acuerda de una cosa que dijo. En vísperas de un partido de Champions contra el Liverpool, vaticinó un “chorreo” del Madrid en Anfield. El chorreo se produjo, pero en sentido contrario. Gerrard, Torres y compañía vapulearon al Madrid y ganaron 4-0, en una de las peores humillaciones europeas de los blancos en toda su historia. Entre las afrentas que superan aquel 4-0 solo se me ocurre el vejatorio 5-0 en San Siro, con Gullit, Van Basten y hasta (oh) Ancelotti perforando una y otra vez la meta de Buyo.
Según cuentan los periodistas apostados en Riad a cuenta de la vuelta de la Supercopa, Laporta ya tiene su chorreo. Llegó ayer al hotel embriagado (es un decir, o no) de euforia anticipada y vaticinó a quien quisiera oírle que el Barça iba “a arrasar”. Que iba a arrasar al Real Madrid, se entiende.
Hay que reconocerle la audacia. Aseverar que vas a arrasar al campeón de Liga y de Europa cuando tú no eres más que un invitado por cortesía al torneo (de eso nadie habla en esta edición, como se hablaba cuando el invitado era el Madrid) apareja buenas dosis de coraje. Lástima que ni la audacia ni el coraje sean valores absolutos, y que en algunas de sus versiones frisen con el bocacismo, el bocachanclismo y el desboque más hortera. La clase se tiene o no se tiene, es bien sabido. Boluda demostró no tenerla en aquella declaración memorable, y Laporta no ha demostrado tenerla nunca. Que no pasa nada, eh. Hay cosas más importantes que tener clase. Por ejemplo, ser un buen administrador de la sociedad que te toca gestionar, no gastando más de lo que tienes en la búsqueda de una conversión inevitable en sociedad anónima que te arregle el futuro como presidente a los pechos de alguna fortuna del Golfo y/o de Goldman Sachs. En ese sentido, Laporta en cambio… Oh, wait.
“Arrasar” el Madrid. Bueno, totalmente descartable no es. Hace apenas meses, los azulgrana ganaron 0-4 al Madrid en la que terminaría siendo la mejor temporada de la historia… del propio Madrid. Hace tiempo que el Barça parece haberse deslizado a lo largo de la costa mediterránea hasta mimetizarse con el Valencia, equipo que cifra el éxito de todas y cada una de sus campañas en ganar al Madrid en los duelos individuales. La Copa del 0-4 fue el único título cosechado por las huestes xavistas el año pasado. No es un título oficial ni falta que le hace cuando vives instalado en el terreno de la posverdad, es decir, aquel en el cual lo objetivo es lo que objetivamente se te pone a ti en los cojones, por ejemplo que el Bayern te gane 7-0 en el global pero tú has tenido el balón y por tanto en el fondo has salido victorioso, o cuando el fichaje frustrado de Mbappé por el eterno rival o la copa del mundo lograda por un exjugador se convierten en un éxito propio por arte de magia.
En ese contexto, es relativamente sencillo arrasar al Madrid, en tanto en cuanto el concepto de arrasar va a ser redefinido por Laporta y/o Xavi a conveniencia, es decir, arrasar al Madrid será en el relato culé lo que Dios quiera que acontezca en la Final de mañana. El marcador final será o no un impostor, según cuadre o no cuadre con el relato que lo sea.
La Copa del 0-4 fue el único título cosechado por las huestes xavistas el año pasado. No es un título oficial ni falta que le hace cuando vives instalado en el terreno de la posverdad
La del marketing y la propaganda es una apuesta ganadora en tanto en cuanto el entorno no te discuta tus argumentos, y nadie discute a Xavi, nadie discute a Laporta. Interesa que no sean discutidos para mantenerlos artificialmente ahí arriba, y por eso Gavi y Pedri son Xavi e Iniesta redivivos por obra y arte del dogma nacido en el independentismo pero refrendado por el nacionalismo español más carpetovetónico (paradoja brutal), y por eso el primero de esos dos estimables jóvenes jugadores tiene carta blanca para emplearse con toda la dureza histérica que estime oportuna una y otra vez sin ver tarjetas, y por eso todo el mundo hace como si un equipo de Europa League (dos años ya) pudiera realmente ser grande: porque al sistema le interesa que lo sea. Chorreo y chorra han de ser palabras de la misma familia semántica, y chorra es palabra que en algún argot es equiparable a suerte. Laporta tiene la inmensa suerte de todo lo mencionado, la inmensa potra de ser sostenido de manera no natural por el sistema, la chorra desmesurada de alguien cuyo socio y avalista es además el creador del relato futbolístico de este bendito país.
es relativamente sencillo arrasar al Madrid, en tanto en cuanto el concepto de arrasar va a ser redefinido por Laporta y/o Xavi a conveniencia, es decir, arrasar al Madrid será en el relato culé lo que Dios quiera que acontezca en la Final de mañana. El marcador final será o no un impostor, según cuadre o no cuadre con el relato que lo sea
El Barça arrasará, pues, al Madrid porque arrasar será en todo caso lo que Xavi, Laporta y Roures, con la ayuda de Tebas, manden que es. Desde la óptica impostora (o no) del marcador, sin embargo, nadie puede descartar que el karma boludista le caiga encima al bueno de Jan con el peso brutal de la realidad, esa cosa centralista y pasada de moda.
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