El chavalito de los ojos claros

Después de un verano de coqueteos y deseos impuros con Mbappé e incluso con Haaland, y tras la llegada de dos grandes incorporaciones que han caído de pie y son justamente alabadas, es hora de volver a la realidad de lo que tenemos, pero no por ello hay que dejar de fantasear.

El Madrid ha vuelto a la competición nacional con paso firme y dejando un aire esperanzador en el equipo, ya no porque no haya nada que mejorar, sino porque habiendo que mejorar muchas cosas, la garra y el orgullo que están sacando nuestros jugadores de la mano de Carletto en cada partido hace que los resultados salgan adelante, y además con destellos y “cositas” que nos hacen gritar “olé” por dentro; y para mí, si hay algún jugador que nos puede hacer sentir de nuevo ese “¡madre, lo que ha hecho!” es el chavalito de ojos claros.

Si hay algún jugador que nos puede hacer sentir de nuevo ese “¡madre, lo que ha hecho!” es el chavalito de ojos claros

Un chavalito, que ahora ya es treintañero, que se unió a la disciplina del Real Madrid en el verano de 2019, que venía con 352 partidos de un equipo del más alto nivel de exigencia en una de las mejores (sino la mejor) ligas de mundo, que traía en la maleta 110 goles (uno cada 3’2 partidos) y “nada más” que 92 asistencias. Y no sólo eso, sino que era considerado el mejor jugador de la Premier y al que acompañaban una retahíla de highlights en cualquier plataforma digital que abrieras. Y todo eso, al chavalín de ojos claros, no se lo regaló nadie; porque, y llamémoslo por su nombre, el señor Eden Hazard tiene algo que no tiene la mayoría: clase.

Esa clase que se consigue con un cóctel de elegancia, velocidad, visión de juego y técnica milimétrica aderezada con una potencia en arranque que a pocos jugadores he visto, pero claro, para poder llegar a ello, físicamente hay que estar bien.

¡Y es que muchos piden milagros!, que nada más llegar entiendas futbolísticamente a un equipo y compañeros completamente nuevos, o yendo más allá, que cuando estás empezando a hacerlo y un compañero de selección tuyo te deja fuera del verde durante 83 días, perdiéndote nada más y nada menos que 18 partidos, vuelvas como si el temor a recaer no existiera y aquí no hubiese pasado nada.

Eden Hazard tiene algo que no tiene la mayoría: clase

Sí, es verdad, el año pasado tenía que haber arrancado, tenía que haber llegado en forma y no lo hizo, se esperaba todo de él, y no lo pudo dar; pero realmente era su primer año con el equipo. Fue el primer año que entre lesión y recaídas pudo entrenar junto al resto en lugar de él sólo en el gimnasio y empezar a entenderse con sus compañeros.

Humildemente, creo que lo que limitó a Hazard el año post COVID fue el miedo. Miedo a no dar la talla, a lesionarse, a perder su nombre en el equipo, a que la gente perdiera la fe en él, y él mismo no verse capaz de cumplir lo que era su intención al fichar por el Madrid. Hazard entró en el equipo con una humildad asombrosa, quitándose la etiqueta de estrella para dársela al Club y con el objetivo de hacerlo más grande, crecer él para hacer crecer a la institución. Y eso, señores, es de madridista de los buenos.

En cierto modo su situación me recuerda al primer año de Modric, que refrescando cabezas se dijo de él de todo menos guapo: que no estaba hecho para el Madrid, que no era lo mismo la Premier que La Liga, que se había fichado un nombre sin juego… ¡en fin! el tiempo puso las cosas en su sitio. Y con Eden, el tiempo puede demostrar lo que es capaz de hacer, y solo con ver las combinaciones que empieza a hacer con Benzema hay lugar para soñar. Si las lesiones le respetan y recupera su potencia física, tengo fe (y mucha) en que este año puede ser su año, porque la clase, no se pierde.

Fotografías Imago.