El César y sus legionarios

Hay entrenadores buenos, muy buenos y superlativos; pero no creo que ningún adjetivo haga justicia a la capacidad de Zidane para motivar a los suyos, y desconcertar a los entrenadores rivales con recursos a la improvisación y disciplina, esta última tanto más férrea como subterránea, vestida de consentimiento y compasión hacia jugadores en baja forma, ejemplificados esta temporada por Marcelo. ZZ tentó la paciencia del aficionado casi de modo sistemático, para acabar con el inaudito arreón de los últimos diez, todos ellos victorias, donde se adivina la mano sabia de quien dosifica y vigila con dedos de acero recubiertos de terciopelo y seda. Al César lo que es del César, y al míster de la casa blanca el encomio debido a la independencia y el arrojo.

Trasladando el análisis a quienes se calzan las botas, diría que el quinteto defensivo nuclear –Courtois, Carvajal, Varane, Ramos, Casemiro y Mendy- ha rendido a formidable altura; y que en el medio campo la pareja formada por Modric y Kroos acabó deslumbrando como en su día Xavi e Iniesta, armando una sala máquinas que pasará a los anales por las virtudes de cada uno, y más aún por el resultado de combinar a ambos. De ellos dos respaldados por la zaga ha partido una amalgama de creatividad y precisión rara vez igualada, cuyo premio han sido cuatro Orejonas y esta Liga, sin duda la más difícil del mundo, donde se enfrentaba nada menos que al equipo de Messi y al tenaz Atlético de Simeone.

En la zona media surgieron también hallazgos como Valverde, que sostuvo como quien dice el solo al conjunto en las horas bajas del invierno, con un Isco recuperado en buena medida y el refuerzo ocasional de los juveniles brasileños, atacantes puros aunque abnegados en medida bastante para bajar cuando procede. Asensio nos devuelve el lujo de un superclase en las antípodas del gafe si descontamos su lesión, pues muy pocos marcan con menos esfuerzo o centran con más inteligencia. Como el día de su reaparición, que voleó a la red un centro-chut de Mendy, hoy la clavó empalmando el fruto de una filigrana sensacional de Vinicius, siendo lo de menos su anulación por la mano de otro al comienzo de esa jugada. Menuda dinamita atesoran estos tres y el Pajarito, un cuarteto con el que no contábamos al empezar la temporada.

Arriba el fiasco es por ahora Hazard, atenazado todavía por no sé bien qué, aunque tiempo tendrá para demostrar su calidad. En todo caso, cualquier deficiencia en ataque la suple un Benzema que desborda cualquier adjetivo y será un serio aspirante al balón de oro, pues a su reconocida versatilidad y clarividencia ha añadido goles suficientes para aspirar al Pichichi. Ahora tiene una garra comparable a la del faraón de Camas, que vertebra al conjunto desde un área a la otra, y ya no parece imposible dar una sorpresa en Manchester, donde el antes confiado Guardiola debe andar rumiando modos de perforar el actual blindaje, evitando al tiempo que alguna diablura de los merengues atraviese el suyo.

La Liga se ha ganado en gran estilo, y si me permiten la pequeña herejía sugiero echarle una mano al sufrido Leganés, otro equipo con la misma sede territorial. Tiempo hay para urdir una nueva proeza, y los aficionados nos felicitamos realmente mucho de que el señoritismo desidioso haya hecho mutis. Ahora el esmoquin y el traje de faena se alternan armoniosamente, y vuelve a brillar el ideal de excelencia fundido con la humildad y el respeto. Hala Madrid.