Mucho se ha escrito, dicho, debatido y hasta procesado del caso Barcelona-Negreira. Pero poco hemos reparado en voltear a ver el futuro y darnos cuenta de que no hay nada que prevenga esta situación en el mañana. Las abuelas decían: “ahogado el niño, a tapar el pozo”. Y suele ser una metáfora de las soluciones tardías a los problemas. Pero, oye, diríamos todos, siempre es mejor tapar el pozo, aun después de ahogado el niño, a dejarlo abierto y que caiga alguien más por ahí. Bueno, no todos. Para sorpresa mía, los involucrados indirectos han mostrado pocas ganas de prevenir otro Negreirazo en el futuro, y los involucrados directos, ni asomo de arrepentimiento, ni aceptación de culpas.
Empecemos por los involucrados indirectos: La Liga y La Federación. Tan fácil que lo tenían sin siquiera rodar cabezas: “bueno miren, antes no habíamos especificado en qué consiste y en qué no consiste el conflicto de intereses. Ahí va, muy claro, para que lo entendamos todos, a partir de ahora, ningún club o sus trabajadores pueden, directa o indirectamente, hacer pago alguno, en efectivo o en especie, a cualquier trabajador directo o indirecto de la Federación, Comité Técnico o Liga”. Pero no, ni siquiera muestran interés por tapar el pozo. De esto no se habla, y ya. Frase ambigua por aquí, palabras poco contundentes por allá. Nada que señale a nadie, y nada que comprometa a nadie. Ni Liga ni Federación taparán el mentado pozo.
Y ahora los involucrados directos. Ni el Barcelona ni el CTA reconocen siquiera el mal obrar. “Había que nivelar, asesorías solamente, no se puede comprobar nada… y (peor aún) los delitos prescribieron”, dicen desde Barcelona. Y el CTA, por el mismo camino, teniendo, insisto, tan fácil lavarse las manos de lo pasado y dar una sensación de transparencia institucional a partir de ahora en adelante: “miren, vamos a cambiar esto y aquello, vamos a simplificar las cosas y a transparentar nuestros procesos”. Pero nuevamente ni culpa ni arrepentimiento.
Si las normas y reglas son las mismas, los actores siguen comportándose igual y los responsables siguen desempeñando sus funciones, ¿quién puede poner la mano en el fuego para asegurar que hoy mismo no se está pagando a algún Negreira 2.0?
La noticia es que el caldo de cultivo de oscurantismo, corrupción y ambigüedad en las normas sigue siendo el mismo que cuando iniciaron los pagos a Negreira. Esa es la guerra que viene, y la que hay que pelear. Pedir castigos por el pasado no arranca el problema de raíz, hay que pedir tapar ese pútrido pozo. Y es que, si las normas y reglas son las mismas, los actores siguen comportándose igual y los responsables siguen desempeñando sus funciones, ¿quién puede poner la mano en el fuego para asegurar que hoy mismo no se está pagando a algún Negreira 2.0?
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De acuerdo con el artículo
Lo hemos dicho otras veces, su postura es la de "si, hemos pagado a los árbitros para hacer trampas,sí y qué?
Estimado Charly en tu articulo tienes mucha razón pero ten en cuenta que desde el momento que hay un hecho probado como es el pago de varios presidentes del farsa al vicepresidente del comité de árbitros y que ya no estén todos cesados e inhabilitados para cualquier cargo relacionado con el deporte hay que olvidarse de todo lo demás, ya que sino se soluciona el presente como se va a solucionar el futuro.