Buenos días, amigos. No tenemos por costumbre lanzar pronósticos en La Galerna, pero hoy no nos hemos resistido a encabezar este portanálisis con un título que es un vaticinio y a la vez una advertencia. El Barça, sí, jugará la final de la Champions. La de esta que está en curso, la de Wembley. La 23/24.
¿Es duro asimilar que un club que debería estar en Segunda División por haber protagonizado el mayor escándalo en la historia del deporte vaya a disputar la final de la máxima competición continental? No si uno mira las cosas con cierto (imposible) desapego o con algún nihilismo. Si uno consigue ver las cosas que suceden como si formaran parte de una mascarada bufa ajena a uno, y por tanto intrascendente, en el fondo no importa tanto que quien pagó durante un mínimo de 17 años al estamento arbitral para garantizarse arbitrajes favorables no sólo no vaya a pagar por ello (ya sabéis, niños, ha prescrito, oooooh) sino que vaya a estar presente, con opciones de ganarla, en la final de la competición más prestigiosa.
Nah, no pasa nada. Nunca pasa nada y, si pasa, se le saluda. Viva el nihilismo. Nada importa de verdad, ya lo contaba Freddie Mercury.
Nothing really matters.
Anyone can see.
Nothing really matters.
Nothing really matters, Cubarsí.
¿Que por qué estamos tan seguros de que el Barça llegará a la final de Wembley? Pero almas de cántaro. ¿Vosotros visteis el partido de ayer, que brutalmente Sport califica de "brutal"? Sin negar méritos al juego alegre del Barça, el PSG es un equipo sin ton ni son, patético en todas sus líneas, aunque muy especialmente en defensa, donde brilla con luz de cómico imperecedero un portero de opereta llamado Donnarumma que por su afición a cantar algunos llaman Bananarama. Bananarama era aquel trio de bellas jóvenes que copiaron a Objetivo Birmania, o viceversa. Los amigos de mis amigas son mis amigos, ya saben, y no otra cosa pensaría Donnarumma respecto a los amigos de su entrenador, o sea el Barça, a quien franqueó el camino a su portería como sólo los amigos hacen. Love in the first degree.
Que el Barça sigue siendo el amigo de Luis Enrique se vio además en el planteamiento del técnico asturiano, quien sorprendió poniendo de titular a un Asensio acompetitivo y que se muestra incapaz de lograr una mínima conexión entre Mbappé (casi en la puerta de salida) y el resto de sus compañeros. No se sabe hasta qué punto es él quien se borra o sus compañeros quienes no se la pasan, pero unos por otros la casa sin barrer, lo cual a Mundo Deportivo por supuesto le parece...
Sí, très bien, lógico. Todo está très bien para el Barça siempre. Se compran la competición durante un mínimo de dos décadas y sí, très bien. Inscriben a quien quieran a despecho de los limites salariales gracias a ventas fraudulentas de Barça Studios y très bien. Delinquen cada día contra un nuevo artículo del Código Penal y très bien. Ahora van a llegar, ya os decimos, a la final de la Champions y qué menos que también très bien, a demostrar al planeta que no hay esperanza porque, al contrario de lo que sucede en las películas, en el mundo real al final ganan los malos.
¿Y nos seguís preguntando que por qué estamos tan seguros de que el Barça está en la final? Sabéis que jugarán en semis contra los ganadores de esto otro, ¿no?, esto otro de ayer. Sí al final se clasifica el Dortmund (lo dudamos), es el Dortmund más flojo en muchos años. Si lo hace el Atleti, como pensamos, entrará en juego el código genético del cholismo, aquel que les impide ganar al Barça "por respeto a nuestra afición".
Y así están las cosas, amigos. ¿Quién dijo que el mundo estaba exento de fealdad? Sí vuestros padres no os advirtieron del poder de las sombras, cambiad de padres.
Pasad un buen día.
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