Tras el empate del Real Madrid en Cornellá, el FC Barcelona viajaba a Vigo con tres puntos de desventaja frente al equipo blanco y el hándicap de estrenar un nuevo entrenador, el quinto de la temporada tras Ernesto Valverde, Quique Setién, Julen Lopetegui y el último destituido, Jorge D’Alessandro. La derrota, la jornada anterior, por 18-0 frente al Athletic en el Camp Nou, había levantado dudas sobre la idoneidad del argentino, de quien, además, se sospechaba que no controlaba el vestuario.
Este extremo fue confirmado por Abidal, que tuvo ocasión de conversar con algunos jugadores en la fiesta organizada tras la debacle frente a los vascos y que, según hemos podido saber de fuentes fiables, le transmitieron al Director Deportivo su hartazgo por entrenadores con tanta verborrea. “Abi, que este tipo ha bajado a cinco equipos a segunda”, fue lo último que escuchó el francés antes de marcharse de casa de Piqué.
Cuando el martes por la mañana, José Bordalás entró al vestuario azulgrana, recién nombrado primer técnico del equipo, todo el mundo supo que las cosas habían cambiado. Nada más personarse, el técnico alicantino se dirigió, sin tan siquiera saludar, a la pizarra magnética y con un rotulador negro escribió en mayúsculas: “FUEGO Y DESTRUCCIÓN”, tras lo cual permaneció en silencio, observando a sus nuevos pupilos que apoyados en las taquillas, algunos con la cabeza gacha, también se mantuvieron sin decir ni pío, desconcertados, mientras aquel hombre los escrutaba con mirada severa.
—Aquí ¿A qué hemos venido? —rompió el silencio tras diez minutos. Pero nadie respondió. Tras otros dos minutos de pausa, el entrenador volvió a repetir la misma pregunta pero subiendo, ostensiblemente, su tono de voz.
—A disfrutar del fútbol… —se escuchó casi imperceptiblemente desde una bancada.
—¿Cómo dices? —replicó el responsable ladeando su cabeza, como si acercara el oído para escuchar mejor a quien había osado responder.
—Esteee… a hacer disfrutar a la gente, a la barra, a los pibes… —volvió a contestar el futbolista, pero sin disimular un tembleque en su voz.
Bordalás le hizo un gesto de que se pusiese de pie y se situó frente a él.
—Deja de mirarme muchacho. —le espetó casi frente con frente—. No eres digno de mirar a tus superiores a los ojos. ¿Entendido?
—Sí, señor —replicó el jugador bajando la vista.
—Cada vez que diga entendido —volvió a alzar la voz—, quiero que todo el grupo conteste “¡Sí, señor!” ¿Entendido?
“¡Sí, señor!”, atronó en la sala.
—Sé a qué venís la mayoría de vosotros aquí —comenzó a caminar por toda el vestuario—. ¡No soy estúpido! Estáis muy equivocados si creéis que las cosas van a seguir como hasta ahora. ¿Entendido?
“¡Sí, señor!”
—Dime hijo —volvió a situarse a la altura del mismo jugador—, ¿de dónde eres?
—De Rosario, señor.
—¡Ah! Solo hay dos cosas en Rosario —volvió a desfilar con las manos a la espalda— ganado y caudillos de vestuario —enfatizó—. ¿Qué eres tú, muchacho? —le volvió a encarar— ¿Has venido a tocarme los huevos?
—¡No, señor!
—Yo no veo cuernos. Así que debes de ser un dictadorcillo… —en ese momento resonó una risita a su derecha. Con un movimiento enérgico, Bordalás se situó frente a su autor.
—¿Te ríes de mí?
—¡No, señor!
—No me mires de esa manera o te arrancaré los ojos y te los meteré por el culo, mequetrefe.
—¡Sí, señor!
—¿Cómo te llamas, chico?
—¡Gerard, señor!
—¿Y cómo te han dejado entrar aquí, Gerard? No sabía que en el Barcelona estuviesen tan necesitados. ¿Ves este bastón? —el técnico puso frente a su rostro una vara de mando—. Cada muesca que hay en él es por un graciosete como tú al que me he cargado —tras unos segundos sosteniéndole la mirada, observó de reojo a su lado.
—¿Cuál es tu nombre, chico? –le preguntó al que estaba su derecha.
—¡Frenkie, segñor! –contestó con evidente acento extranjero.
—Dime, Frenkie ¿cuál es la clave de una victoria?
—¡La posegsión, señor!
—No me toques los cojones, Frenkie —respondió Bordalás mientras se frontaba los ojos con las mellas de los dedos—. Te vuelvo a repetir ¿cuál es la clave de una victoria?
—¡Posisionamiento a difegentes altugas, señor! ¡Forgmación de triángulos para siempre un tegcer hombre! ¡Extregmos abiegtos para creagción de pase integior!¡Equipo junto para pressionar tras pégdida! —soltó de carrerilla.
—Basta, basta, baaasta… —le hizo un gesto para que bajase la voz, mientras se mesaba el cabello - ¿Tú no eres de aquí no?
—¡Soy holandés, señor!
—¡Holandés! —se le escapó una risa, mientras le cogía de la camiseta y lo conducía frente a la pizarra, donde golpeó con la vara sobre lo escrito—. Lee, holandés.
—¡Fuego y destrugción, segñor!
—¿Entendido? —gritó para todos.
“¡Sí, señor!”
El Barcelona saltó a Balaídos con Neto en la portería, Sergi Roberto, Umtiti, Ter Stegen y Junior en defensa. Un medio campo con Arturo Vidal, Wilson Vidal (primo del anterior), Marvin Norberto Vidal (primo del anterior al anterior) y una delantera formada por dos estibadores de Madripur y Luis Suárez (todavía lesionado).
La presión asfixiante de los azulgranas provocó que, en apenas veinte minutos, consiguieran ponerse por delante, con dos goles del uruguayo, y que Iago Aspas pidiese el cambio para dejar el fútbol y dedicarse a la cría del mejillón en Moaña.
A los cinco minutos de la segunda parte, Óscar García Junyent se acercó al técnico barcelonista para protestar por el fútbol que estaban practicando sus jugadores, al considerarlo una traición a la institución que representaba, momento en que Bordalás aprovechó para sacar a los primos de Vidal —por De Jong y Rakitic— para que se encargasen del entrenador celeste.
A los quince minutos, el árbitro Ricardo de Burgos Bengoechea paró el partido al avisarle el VAR de que el Celta estaba jugando con nueve jugadores. Tras comprobar que habían desaparecido dos, que la policía identificó con los nombres de Fiodor Smolov (delantero) y Rubén Blanco (portero), el partido se reanudó, una hora y catorce minutos después. Las únicas tomas que podían dar pie a alguna polémica eran la de los estibadores llevándose, en lo que parecían dos sacos de plástico, dos presuntos cuerpos, pero la acción era lo suficientemente gris como para quedar supeditada al criterio del colegiado, que no apreció irregularidad alguna. En el 43 de la segunda parte salió Messi por Ter Stegen. El argentino firmó un hat trick, que puso el 0-5 final.
La Liga continúa:
Jornada 28: Mallorca 1 - F.C Barcelona 2
Jornada 28: Real Madrid 16 (más o menos) - Eibar 1
Jornada 29: F.C Barcelona 1 - Leganés 1
Jornada 29: Real Madrid 2 - Valencia 2
Jornada 30: Sevilla 2 - F.C Barcelona 0
Jornada 30: Real Sociedad 16 - Real Madrid 16
Jornada 31: F.C Barcelona 0 - Athletic de Bilbao 18
Jornada 31: Real Madrid 4 - Real Mallorca 3
Jornada 32: RCD Espanyol 1 - Real Madrid 1
Jornada 32: Celta de Vigo 0 - Barcelona 5
Podría ser así perfectamente. Lo que más me gustaría es que pusiera en su sitio al graciosillo Gerard mandándole flexiones en el barro o saltos con un balón mientras le echa agua con la manguera. Lo estoy viendo en mi cabeza y me desc.j.no.