El Atleti, con el huracán a favor

A expensas de lo que haga mañana el Barcelona contra el Huesca, que terminará de decantar el puntaje en lo alto de la tabla, el Real Madrid acortó ayer distancias con el líder, que es el Atleti, y sin embargo el presumible buen sabor de boca que esta circunstancia debería dejar en el paladar de un madridista se torna profunda arcada al constatar todo lo que rodea ese triple pulso en la cumbre. A los de Zidane se les escamoteó un penalti como la Giralda por un agarrón a Ramos. Hay una acción en área propia del propio Ramos susceptible de ser pitada como penalti también. Por tanto, no es a mi juicio el partido del Di Stéfano el que debe movernos a escándalo. Lo grave ocurrió en el Alfonso Pérez.

Las razones por las que ni Sánchez Martínez ni el VAR estimaron como punible un descarado y aparatoso penalti del Dembélé atlético (hay uno) en área cholista es materia digna de Iker Jiménez. The answer, my friend, is blowin’ in the wind, que cantaba Dylan, sin que por el momento se sepa tampoco si Dylan se refería al viento a favor que según el finísimo community manager del Atleti caracteriza la historia arbitral del Real Madrid. Las respuestas, sí, se las lleva el viento, ese viento a favor al que se refería el tuit del Atleti y que a lo mejor no sopla precisamente en la dirección que dicho community manager, dechado de ponderación institucional, trataba de reflejar.

Continuando con el partido del Coliseo, Sánchez Martínez acierta en la expulsión del getafista Nyom, pero curiosamente no aplica el mismo criterio en una jugada casi idéntica en la cual Luis Suárez deja la pierna de manera tanto o más alevosa. El dato hay que exponerlo tomando antes aire, preferentemente con el diafragma: Luis Suárez lleva 7 años jugando en la Liga española y no ha sido expulsado ni una sola vez.

Vamos a repetirlo. Luis Suárez lleva siete años jugando en la Liga española y no ha sido expulsado ni una sola vez.

Luis Suárez lleva 7 años jugando en la Liga española y no ha sido expulsado ni una sola vez. Vamos a repetirlo. Luis Suárez lleva siete años jugando en la Liga española y no ha sido expulsado ni una sola vez

Sinceramente. ¿Hace falta decir algo más sobre una competición para que todos concluyamos de inmediato que ahí pasa algo? Es una aberración estadística, un sindiós arbitral que convierte en imposible que nos tomemos en serio, ni siquiera por un minuto, ni la competición de Tebas ni el Comité Técnico de Árbitros, ni Arminio, ni Villar, ni Rubiales, ni a los medios obstinados en coronar la grandeza de la supuesta mejor liga del mundo. Es un dato que plasma una anomalía tan grotesca, tan chocante, que un alienígena que cayera mañana por accidente en la tierra no necesitaría saber nada más para juzgarla. Bueno, sí: necesitaría haber visto jugar (?) a Suárez. Quien lo ha hecho con alguna asiduidad solo puede pasmarse y escandalizarse ante el dato, que es sangrante, ridículo, y denota groseramente un mar de fondo que algún día se conocerá en toda su extensión. De otra manera, el dato sería sencillamente imposible.

El penalti condonado ayer y la enésima no-expulsión de Suárez no cierran el recuento de favores arbitrales a quienes se creen sempiternamente agraviados por los del pito. La cosa no se circunscribe al Coliseo. Se me tachará de burgués, fascioso o elitista por atreverme a señalar los favores recibidos por el equipo del pueblo en el presente campeonato. Sí, aquel cuyo community manager se permite el lujo de hablar de vientos.

En el último derbi, una mano abrumadoramente clara de Felipe en el saque de un córner privó a Casemiro de remachar el gol del Real Madrid. El relato oficial indica que esta vez, a diferencia de otras, no importa si había o no había alguien presto a marcar gol, de igual modo que ahora sí importa (como antes no importaba) la presunta involuntariedad de la acción.

Remando hacia atrás, llegamos al partido jugado entre semana por haber sido pospuesto por Filomena. Ante el Athletic de Bilbao, Luis Suárez (ese maestro tanto en dar como en fingir que le dan) pisa la bota de Núñez y se tira, engañando hábilmente al árbitro, al VAR e incluso a medio consejo de redacción de La Galerna. Penalti y victoria cholista.

Pocos días antes, ante el Villarreal, al Atleti le perdonan una roja de manual de Lemar, y ello a pesar de que a De Burgos (el árbitro sin segundo apellido) se le insta a revisar la jugada en el VAR.

En el último derbi, una mano de Felipe privó a Casemiro de remachar el gol del Real Madrid. El relato oficial indica que esta vez, a diferencia de otras, no importa si había o no había alguien presto a marcar gol, de igual modo que ahora sí importa (como antes no importaba) la presunta involuntariedad de la acción

Algo más atrás aún en el tiempo, el 21 de enero, en la jornada 19, ante el Éibar, el trencilla da como penalti una jugada que decide el partido, como todas las ya comentadas. Luis Suárez se autozancadillea con la pericia habitual. Es la otra variante: o piso al rival para que parezca que me ha derribado, o practico el onanismo de la autopatada con el suficiente arte como para engañar a todos. Todos deberían conocer ya las artes de Suárez. Es más: no puede ser que no las conozcan, de ahí la perpetuación de la farsa. Penalti y victoria para el piñitos y sus colegas. Para mayor diversión, el mentado community manager, en un alarde de cinismo, postea una foto que presuntamente prueba el penalti. Por el mismo precio se podría haber dicho que probaba la planicie de la tierra o la lozanía de Joe Biden.

Son cinco arbitrajes que cambian el rumbo de un partido y de los correspondientes puntos.

Ahora insulten como solo ustedes saben, huestes cholistas.

Fotografías: Imago.