Creíamos que el año de la Liga con público zombie en las gradas, el de la pandemia, en el que descubrimos lo tedioso que es ver rodar el balón escuchando todas las modalidades de gemidos, golpeos e insultos posibles por televisión, sería el más extraño y surrealista que viviríamos. Nos equivocamos. Aún faltaba el 2022 de las mil roturas de ligamentos, el de las alineaciones imposibles, y el de los jugadores calculando a cada instante si meter o no el pie, sabedores de que a la vuelta de la esquina está el abrasador Mundial de Qatar, escenario ideal para que no se nos olvide la maraña corrupta en que respiran las organizaciones de los intocables amos del fútbol.
En lo deportivo, la temporada no puede ser más confusa y a la vez más peligrosa. La sucesión de partidos sobrepuestos hace que el aficionado termine por vivir con cierta indiferencia los encuentros menores, recordatorio de que sigue teniendo sentido la Superliga de Florentino, y los jugadores tienen serias dificultades para mantener la tensión y concentración en cada duelo, como vimos en el último partido de Champions del Real Madrid. Ni el mejor equipo de psicólogos deportivos del mundo podría mantener el espíritu competitivo de un equipo que tiene la cabeza en todas las competiciones, y a su vez en el inminente Mundial, en aquellos partidos que inevitablemente vienen etiquetados con la banda sonora de la indiferencia.
solo nos quedará rezar para que nuestros muchos internacionales merengues hagan un buen Mundial, y que la acumulación extenuante de partidos no se traduzca en lesiones en la segunda mitad de la temporada, que será de una intensidad, competitividad, y una tensión desconocidas hasta la fecha
Por si fuera poco, las estadísticas nos recuerdan que octubre y noviembre son los dos meses del año en que se produce el pico de lesiones. A final de temporada sabremos qué consecuencias ha tenido apretar el calendario de todas las competiciones y sumar en muchos jugadores todo un mundial. Mi teoría es que terminaremos la temporada jugando con medio Castilla.
Por otra parte, la acumulación de competiciones en los meses otoñales hace que se pierda el foco sobre las que realmente son importantes. Con un Mundial por el medio partiéndolas todas, tanto el espectador como el jugador se ven obligados a distribuir su atención, que igual al final hemos de dar una rueda de prensa para anunciar que hemos ganado tal o cual título porque cabe la posibilidad de que nadie se entere en medio de este endiablado calendario de 2022-2023.
Quizá todo lo que hay que escribir sobre el Mundial de Qatar lo ha dicho Toni Kroos, que con su franqueza habitual ha venido denunciando las cifras escalofriantes de obreros inmigrantes muertos en condiciones de esclavitud durante los preparativos del Mundial. Me pregunto si las élites futboleras con la FIFA a la cabeza, tan sensibles siempre a todo tipo de campañas –ya sea el racismo, o la guerra en Ucrania- ordenarán guardar un minuto de silencio en cada partido en memoria de estos pobres hombres y sus familias, y pondrán una mosca conmemorativa durante las retransmisiones. Me lo pregunto, pero me lo pregunto de coña, claro.
Por otro lado, como madridista temo por nuestros jugadores no musulmanes, que son unos cuantos. Entre las bondades del régimen qatarí se encuentra un trato crecientemente salvaje hacia las minorías cristianas, que se ha visto incrementado en violencia y acoso tras la pandemia. Espero que no haya francotiradores apostados en la puerta de los vestuarios abriendo fuego contra cualquiera que ose santiguarse al saltar al campo. Como hemos visto en otros escenarios vergonzantes de mundiales y olimpiadas, cuando hay pasta en juego, hasta los más sectarios gobiernos son capaces de disimular la inercia de su violencia durante las semanas que dura la competición. Supongo que para eso se hace.
A final de temporada sabremos qué consecuencias ha tenido apretar el calendario de todas las competiciones y sumar en muchos jugadores todo un mundial. Mi teoría es que terminaremos la temporada jugando con medio Castilla
Con todo, y sin entrar a comentar más la conveniencia del ya inevitable Mundial de Qatar, deportivamente será un año heroico para equipos como el Real Madrid. Aquellos conjuntos que logren alzarse con las grandes competiciones tendrán mucho más mérito que cualquier otra temporada. Y tampoco hemos de sorprendernos si, después de todo, equipos con pocos internacionales, que no acostumbren a tener un papel protagonista en las grandes ligas y competiciones europeas, logran optar a títulos que en otras temporadas les resultarían inalcanzables.
Al final, con permiso de los mandamases de Qatar, solo nos quedará rezar para que nuestros muchos internacionales merengues hagan un buen Mundial, disfruten de las rejillas de aire acondicionado en plena calle, y que la acumulación extenuante de partidos no se traduzca en lesiones en la segunda mitad de la temporada, que será de una intensidad, competitividad, y una tensión desconocidas hasta la fecha. Personalmente, cada vez que echo un vistazo a su calendario, me agoto y, si supiera dónde coño están, me dolerían muchísimo los abductores y los isquiotibiales.
Buenos días. Veo que la posibilidad de comentar es selectiva. Raro criterio, que espero que tenga un porqué y un para qué. Lo mejor del artículo, para mí, es la foto que lo acompaña, sin desmerecer al articulista, un buen articulista, aunque en este texto menos agudo y punzante de lo que acostumbra. Quizás con un buen par de cubatas le hubiera dado a Qatar con la sorna e ironía de la que suele hacer gala.