” Martin Ødegaard en 2 años será uno de los mejores jugadores del Real Madrid”, dijo Florentino Pérez hace unas semanas. Unas declaraciones que no deberían sorprender a nadie tratándose de un jugador que se disputó la élite del fútbol cuando irrumpió en el profesionalismo y que esta temporada, en la que cumplió 20 años -edad a la que Marco Asensio empezaría su periplo en el Espanyol y a la que Isco haría lo propio con su segunda temporada en el Málaga-, ha tenido su primera gran explosión, haciendo arder en llamas la Eredivisie. La apuesta del club es fuerte, pese a que en estos momentos se considere que su carrera pida una continuidad que la reconstrucción del Real Madrid no pueda asegurarle. Por eso se ha decido cederle, probablemente a la Real Sociedad, destino que, esta vez sí, se le atisba ideal por muchos motivos: proyecto con talento afín junto al que crecer y hacer crecer, competición en la Liga, adaptación al país, etc.
Pero… ¿Qué es realmente hoy en día Martin Ødegaard y por qué se trata de uno de los mejores jugadores del mundo de su generación?
Lo primero que llama la atención de él es cómo se mueve y lo bien que sabe, en cada momento, cómo está ocupado el campo. Esto lo favorece lo muchísimo que mira a su espalda y a los lados, incluso en el transcurso de una misma jugada. En base a ello, es capaz de adoptar un posicionamiento con el que favorece la circulación.
Entiende su influencia en la generación de espacios por la atracción de atenciones que suscita, lo que le convierte en un buen creador de líneas de pase, ya sea para salir desde atrás con pelota controlada, progresar a campo rival, asentar a su equipo en el mismo o buscando crear situaciones de gol, pidiéndola al pie o al espacio; en horizontal, diagonal o vertical. Sabe escalonarse. Se siente cómodo jugando por detrás de la línea de balón o entre líneas. A esto último ayuda mucho que su orientación, para facilitar acciones posteriores a la recepción, sea destacable.
Se le ve de primeras que es un futbolista que no solo tiene el fútbol en las piernas, también en la cabeza. Sabe cuándo hacer un desmarque de apoyo buscando pase de seguridad, ir a buscarla entre líneas o pedirla al espacio. En general modifica correctamente sus acciones según las limitaciones y virtudes del compañero e incluso en función de las del rival cercano. Dispone también de una gran lectura de las zonas vacías, presentes y futuras, que sabe anticipar durante el devenir del juego, que explota con cada uno de sus movimientos pensados para generar una reacción concreta. Para lograrlo se vale de una extraordinaria coordinación corporal que le permite ahorrar tiempo y ganar espacio cuando tiene que conectar acciones distintas (control, arrancada, conducción, pase, disparo, etc.), además de hacerlo de manera sumamente estética, con el valor emocional que esto representa para compañeros y rivales. Hecho que era especialmente visible, por ejemplo, cuando Iniesta cambiaba el momentum de muchos Clásicos con un control orientado con el que salía de una buena presión en bloque; eran acciones que tenían impacto directo en el devenir del encuentro más por lo que representaban que por la acción (control, conducción, etc.) en sí misma. Lo condicionaban.
Así, cuando Ødegaard encara una secuencia de movimientos que implica ejecutar varias acciones, logra dotarle de continuidad total a la jugada evitando tener que pararla y reiniciarla, sorteando la consiguiente pérdida de tiempo y oportunidades. Lo alcanza porque consigue que el balón no se frene del todo con toda clase de gestos, salvo cuando necesita hacerlo para fijar al rival.
Como primer contacto con el balón, demuestra un extenso abanico de controles que le posibilitan salir en cualquier dirección tras recepción sin necesidad de dar toques de acomodamiento posteriores para girar tras ellos o, si va a fijarse en el mismo punto, alejarla-acercarla del rival, según qué necesite, dependiendo de cuál sea su intención posterior y de dónde venga y hacia donde parezca ir el contrario. Situaciones que no resuelve exclusivamente desde parado, puesto que también recibiendo en movimiento saca ventaja a partir del control como si hacerlo así no le implicase la dificultad extra que debería suponer. Eso sí, demuestra problemas cuando va en carrera y el balón le viene desde atrás y, en la necesidad de no frenar la jugada, intenta salir por la derecha. Tiene que pulir esa dinámica de movimientos.
Una vez tiene el balón en su poder y decide continuar con la acción, su munición es amplia y devastadora. Presenta un desborde en vuelo potente. Cuando ya inicia la carrera hace que sea muy complicado para el rival tocar el balón, por mucho que le deje que se acerque a él, que es algo que hace para aprovechar los espacios liberados por los movimientos y vigilancias de los rivales como reacción a ella; por ejemplo, cuando inicia desde derecha la diagonal y se tira contra el rival en vertical, para eliminarlo de la jugada con el quiebro, cuando en realidad quiere acabar en la medialuna del área para chutar o colar el pase definitorio, evitando así el apelotonamiento de contrarios en la zona donde quiere finalizar. Pocas veces elige mal qué y cómo hacer lo que debe. En concreto, donde se viste de maestro es en la absorción de la presión que se da con su retención de balón, generando así espacios a su alrededor, y posterior descarga.
Por otro lado, si tiene que regatear, también puede hacerlo. Engaña. Gambetea. Tiene distintos recursos, aunque suele optar por acercarla al defensa para luego fintar, tentándole así a que le meta el pie y poder cambiar de dirección con un golpe de cadera antes de que este llegue al balón, más por un movimiento previo al engaño que forma parte de una maniobra de evasión. Es más reactivo que proactivo en este sentido, sobre todo cuando el 1vs1 no se da estando quieto. Aunque, insistimos, también dispone de capacidad de inventiva y de una depurada técnica para ejecutarla. Cuando opta por esta segunda vía, se le ven destellos de genialidad, que no se basan en la repetición de patrones de movimientos, sino que son pura improvisación. Una demostración de una creatividad inmensa moviendo la bola con arrastres y pisadas o haciendo fintas, recortes, caños o elásticas combinadas en secuencias de acciones que va modificando según la reacción del contrario a cada movimiento suyo, hasta provocar un desequilibrio por haberle incitado a intentar robar en lugar de guardar el espacio que ocupa.
Como consecuencia de ello, obliga a que a su adversario reciba coberturas, para impedir su avance o taponar la siguiente maniobra, moviendo así al equipo rival hacia su ubicación. El noruego sabe cómo manejar los arrastres que generan sus acciones. Inclina el campo sobre su posición, obligando a mantenerse activados tanto a los rivales cercanos como a los lejanos, dada su capacidad para encontrar a sus compañeros tanto a larga como o media distancia.
No es un atacante velocista. La velocidad y profundidad deberán aportarla otros. Pero que no haga rápida, por sí mismo, a una línea ofensiva no significa que la haga lenta. En general, no obtiene excesivas ventajas desde lo atlético, pero sí las alcanza de otra forma, tiene el físico suficiente como para no perderlas por la falta de él. Es en el pase a partir de donde crece su superioridad e influencia en los partidos. Sus envíos no pierden excesiva precisión cuando los da en carrera, siendo ésta una situación que exige más que desde parado. Sus recursos como pasador son inagotables. Suma a cualquier altura, desde cualquier carril y en cualquier fase del juego. Denota una capacidad interpretativa del mismo digna de un centrocampista dominante en edad de madurez, que es un atributo que se suele obtener con el tiempo -por eso los jerarcas de la posición suelen explotar más tarde-. Asimismo, tiene una habilidad natural para dirigir el juego. Sabe cuándo, cómo y por dónde frenar y acelerarlo. Encuentra fácil a los próximos y a los alejados. Por fuera y entre líneas. Con línea de pase abierta o teniendo que crearla él antes incluso de realizar el desmarque el compañero. Destaca su fantástico cambio de orientación, que en función de la situación del equipo rival -basculando, en repliegue…-, irá más o menos tocado y al sitio en el que esté el receptor o al que deba llegar -su pase le puede indicar adónde ir y a qué velocidad hacerlo-.
Seguramente su pase creador de ocasiones más característico sea el que envía por encima de la defensa, de cuchara, a la ruptura del compañero. Lo da tan bien tocado y dirigido que parece dado con la mano. Impacta. Pero no es el único. Posee una amplia gama de pases definitivos. Dada la variedad que tiene y la calidad que les imprime, hace que la dificultad de
defenderlos sea altísima. Calibra bien la tensión, intención y dirección que requieren. Y posee una visión especial para detectar trayectorias, Dando lugar a que muchos de esos pases “no existen”. No se ven ni por televisión en el momento previo al mismo.
Lo mejor no es que pueda efectuarlos, sino que puede ponerlo en valor muchas veces, puesto que hace gala de un destacable uso del cuerpo para mover y engañar a los rivales. Coloca el cuerpo de forma que enseña pases que luego no ejecuta para despistar y mover al rival, abriendo de este modo nuevas líneas o evitando que se cierren las que ya había.
Especialmente decisivo se muestra asistiendo desde el pico del área. Tiene una lectura de los movimientos de compañeros y rivales bastante agudizada y un toque que permite ponerla para que el remate sea sencillo y que, al mismo tiempo, no le da opciones de intercepción al portero.
Su primer toque es maravilloso. Se escucha el ‘tac’ que diferenciaba a los buenos - según Carlo Ancelotti- cada vez que lo efectúa, ya sea para continuar la jugada con una simple descarga o para cambiarle el sentido a la misma. Este hecho es posible por su buena ubicación -explicada al inicio- y porque posee un repertorio de golpeos que - aunque todavía sigue puliendo - ya es bastante extenso. No obstante, en los pases con el exterior, pese a que lee bien la trayectoria en relación con el compañero, rival y espacio libre, le cuesta precisar la potencia que debe imprimirle.
Debe mejorarlo.
Igualmente, tiene una dinámica de toque más apoyo innata. Sabe darla y devolverla en tiempo y forma correcta, así como moverse favoreciendo y simplificando la devolución del compañero; lo que ahorra esfuerzos técnicos y mentales en su elección.
Punto y aparte merece su capacidad para botar balones parados indirectos, aspecto en el que, hoy en día, es uno de los mejores del mundo. Sus centros son difíciles de prever, es complicado saber dónde caerá el balón una vez sale de su bota. Pueden llegar a subir y abrirse mucho pero luego bajar y cerrarse muy rápidamente. A veces ni siquiera hay que rematarlos, simplemente desviarlos. Por esta razón sería rarísimo que se retirase sin hacer, al menos, un gol olímpico durante su carrera.
Pero su calidad en los golpeos no se reduce a los pases. Disparando a puerta tiene potencial, tanto desde cerca como de media e incluso larga distancia, ya sea a balón parado o en movimiento.
Se le observa una gran versatilidad en los tipos de tiro y una tremenda capacidad y velocidad de reajuste corporal para sacarlos cuando, una vez iniciada la secuencia de acomodo, le tapan la trayectoria de disparo previsible y tiene que cambiarle la dirección al mismo. Dicha característica invita a pensar que, cuando disponga de compañeros que lo pongan de cara a la portería con relativa frecuencia y calidad, va a generar ocasiones de gol con frecuencia y que sus números, por tanto, van a aumentar ostensiblemente.
En adición a lo anterior, se le ha visto una pequeña mejora en los 1vs1 con el portero en los últimos meses, que era algo en lo que, en las poquísimas veces que lo pudo probar en la primera mitad de la temporada, le venía costando. No terminaba de bajar pulsaciones a la hora de finalizar, haciendo que no encontrase palos con la asiduidad que debería, ni terminase de sacar golpeos limpios.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, se intuye que Ødegaard puede hacer avanzar a su equipo a través de la conducción o con el pase, de los que puede valerse para ser un mero continuador de la jugada, un gestor del juego, una lanzadera de contraataques, un acelerador en 3/4, un generador de espacios -a su alrededor-, un creador de ocasiones y un finalizador de las mismas. Dicho de otra forma, tiene sedante y tiene veneno.
Por otra parte, donde también se le ha visto una enorme evolución este año, lo cual choca bastante en jugadores de su biotipo, es sin balón en fase defensiva. En repliegue sabe mantener la distancia adecuada con respecto a sus compañeros y balón, en aras de mantener la estructura cuando toca esperar. No abre puertas y sí las cierra. Es paciente si hay que serlo. Pero cuando tiene que acudir al quite, sabe leer a qué rival le va a llegar el siguiente pase, así como las trayectorias ideales a trazar desde su posición hasta la situación de robo con el objetivo de bloquear líneas de pase y achicar espacios mientras las recorre. Una vez llega a la posición de disputa, pone de manifiesto cierta técnica defensiva metiendo el pie y es intenso, no desconecta cuando lo eliminan de la jugada, sino que sigue con la presión, por lo que, sorpresivamente, se muestra bastante más pegajoso de lo que se sería tentador atribuirle a simple vista. También tiene habilidad para posicionar el cuerpo y pie de manera que le permita hacerse con los balones divididos y rechaces, ya sea para ganarla para sí mismo o desviarla hacia la posición de un compañero.
Mientras que por alto no es un jugador que se imponga, pues no parece tener ese tipo de agresividad ni decisión para ganar los saltos, tampoco se eleva en demasía, pero sí muestra cierto timing para conectar con el balón en la posición más alta del brinco y técnica para darla bien a donde debe. Y viendo su actitud combativa en la fase defensiva general, no sería de extrañar que evolucionase también en este sentido, pudiendo así aprovechar sus 1’78 centímetros de estatura para sumar por alto.
Además, resulta notorio que ha ganado músculo sin perder flexibilidad ni elasticidad, pudiendo hacer su juego de una forma más consistente, ya que es capaz de aguantar las cargas y sostenerse mejor en los 90 minutos de partido, que era algo que en temporadas anteriores le terminaba pesando.
El aspecto mental será clave para proyectar rendimiento-desarrollo en la élite. No será un aspecto decisivo solo por lo que conlleva aguantar la presión de la máxima exigencia y poder elevar su juego e influencia a ese nivel, también porque para ser un crack resolutivo en la élite y que el “ganapierde” dependa de él, se debe tener una mentalidad especial.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, resulta fácil entender por qué se dice que Matin Ødegaard ha explotado esta temporada y ha hecho arder en llamas la Eredivisie. La temporada pasada le ha servido para darse cuenta de qué es y qué debe ser, al menos a corto-medio plazo, para entender que puede y debe causar el pánico y dominar cerca del área, del mismo modo que era casi unánime que acabaría pudiendo hacerlo 30 metros más atrás, donde lo hacen los cracks sobre los que se construyen equipos, que es lo que siempre pudo ser y en lo que ahora está convirtiéndose.
Es decir, le ha servido para sacar de dentro una versión de sí mismo ultraproductiva y que, por circunstancias, se creyó que no. Ha dejado salir el alien que lo acompañaba. Y nos lo está presentando.
Y, la verdad, asusta.
El relevo del mejor Modric. Q son palabras mayores...
Todo muy bien pero si al entrenador del Real Madrid no le gusta y no confia en los jovenes no sirve para nada. Que pasa con Llorente, Ceballos, Reguilon, Brahin, Kubo, Lunin, Vinicius, Rodrygo y demas jovenes que si al entrenador no arriesga o se atreve como hizo el entrenador de Monaco o el del Ajax no vale para nada tener los mejores jovenes del mundo, solo quizás psra acaparar y ganar dinero
Es muy bueno, coño. Un "out-lier". Con él se rompió el molde.
Reguilon al Sevilla, Llorente al equipo del pueblo, Ceballos que se lo den al Valencia, James le vendria bien al Varsa, Bale estaria estupendo en Múnich, Dani Gomez y Cristo al Coruña asi seremos recibidos bien por Europa, al Sporting le vendria bien Rodrigo Rgues asi se refuerza a los odiadores
Ojalá verle pronto de blanco, muy buen artículo Soprano.
Takefusa Kubo
Volverá en dos años, paciencia...el que la lleva la entiende....no seamos pájaros de mal aguero hombre, tened paciencia tito floren marca el camino a todos ¿no os dais cuentas? Madridistas del mundo uníos
Sin duda, Pelé, Cruyff y Maradona en uno solo.
Nadie ha dicho eso, pero supongo que es lo que tiene "informarse" mediante una prensa deportiva que suele inventarse opiniones para luego ridiculizar esas mismas opiniones que se han inventado. Honestidad intelectual ante todo.