Edmundo Basilio Novoa De María tuvo una vida de película. En su juventud fue el primer jugador uruguayo de la historia del Real Madrid y un futbolista de gran renombre en Galicia. Más tarde, una vez colgadas las botas, pasó de granjero a diplomático y a ser un hombre que salvó a muchas personas en los inicios de la represión franquista.
Novoa nació en Durazno (Uruguay) el 14 de junio de 1887, en el seno de una familia de origen pontevedrés. Sus inicios en el balompié fueron entre Galicia y Uruguay, realizando viajes de un lado a otro con frecuencia al seguir su padre residiendo en el país sudamericano.
Como futbolista, Novoa se desempeñaba como defensa. En algunos periódicos de la época, como ‘La Correspondencia Gallega’ en 1906, lo definían como un jugador “excelente” y “de elegante estilo” que mostraba “su pericia y maestría en el juego del foot-ball”. Incluso señalaban que espectadores ingleses que lo habían visto jugar le elogiaron “habiendo reconocido en él a uno de los mejores jugadores, manifestando que tan buen ‘back’, no se encuentra fácilmente”.
Su primera camiseta fue la del Pontevedra Sporting con la que se hizo célebre en el fútbol nacional. El cuadro pontevedrés disputaba muchos amistosos contra equipos de la región como el Fortuna FC, Vigo FC o conjuntos de Villagarcía de Arosa y Marín. En 1907 lograron su primer gran éxito con la Copa Compostelana tras vencer 0-2 al Vigo FC.
Un año después, en marzo de 1908, se produjo el aterrizaje de Novoa en la capital de España. El Madrid FC estaba buscando la clasificación para la Copa del Rey que había ganado los tres años anteriores y requirió sus servicios y los de su compañero Cipriano Prada. En ‘El Diario de Pontevedra’ se explicó así la noticia: “Llamados telegráficamente han salido para Madrid los distinguidos sportman de Pontevedra D. Edmundo Novoa y don Cipriano Prada, con objeto de tomar parte en la partida de foot-ball del campeonato español”.
El equipo blanco estaba inmerso en el Campeonato Regional madrileño que daba acceso a la Copa en caso de ganarlo. Novoa debutó con la camiseta del Madrid FC en la jornada 3 en el triunfo contra el Athletic de Madrid por 3-0. El periódico ‘El Heraldo de Madrid’ valoró su actuación como “muy bien”. En las jornadas 4 y 5 el conjunto madridista se midió al Español de Madrid y es probable que el uruguayo formase parte de la alineación, pero no existen registros en la hemeroteca del once del equipo en ambos choques. El Madrid FC terminó primero en la tabla del Regional por delante de la R. S. Gimnástica Española y se clasificó para la Copa de S. M. Alfonso XIII.
El Athletic Club rechazó acudir al torneo y tampoco lo hizo el FC Barcelona. El Madrid FC cursó más invitaciones como al X Sporting Club, campeón de Cataluña, que también declinó participar. Solo el campeón gallego, el Vigo Football Club se registró tiempo y el título se jugó a un solo partido entre los vigueses y madrileños. Novoa y Prada se enfrentarían a sus paisanos a los que conocían bien.
El resultado fue de 2-1 a favor del Madrid FC que levantó su cuarta Copa consecutiva. Los tantos fueron obra de Neyra y Revuelto y el de los gallegos lo anotó Posada. Novoa formó pareja en la zaga con una leyenda y uno de los grandes pioneros del deporte rey en España: José Ángel Berraondo. Varias crónicas evaluaron su final. En ‘Mundo Deportivo’ recalcaron el “juego admirable” del Vigo que fue “contrarrestado por la defensa de Berraondo y Novoa”. Mientras que en ‘El Heraldo de Madrid’ indicaron que Berraondo y Novoa “desarrollan un juego superior para lograr detener” a los delanteros del Vigo y que jugaron “como siempre, como ellos saben hacerlo”.
La carrera de Novoa prosiguió y su bagaje en el conjunto blanco se quedó en aquel mes como madridista. En 1909 volvió a disputar la Copa del Rey, aunque esta vez con el Galicia FC, que era el Vigo FC reforzado con varios de los mejores futbolistas gallegos. No pasaron de semifinales al caer con el futuro campeón el Club Ciclista San Sebastián.
En uno de sus innumerables viajes a Uruguay para visitar a su padre, que poseía importantes tierras allí, Novoa aprovechaba para continuar jugando al fútbol y en 1910 quedó ligado a Nacional de Montevideo durante cuatro meses. Disputó nueve partidos entre amistosos y choques del Campeonato Uruguayo, la Copa de Honor Uruguaya y la Copa Artigas. En el equipo bolso cambió de ubicación en el terreno de juego y en lugar de la defensa, era habitual verlo como entreala izquierdo. Una anécdota en su etapa en la capital uruguaya nos la descubrió su nieto José Ramón Novoa al contarnos que durante “una práctica, Edmundo pasó a ser portero por un momento y un disparo violento le fracturó completamente un meñique, con lo que hubo que amputarle el dedo”.
Su buen hacer en Nacional llamó la atención del staff técnico de La Celeste que lo convocó la selección nacional. Novoa debutó como internacional charrúa el 22 de octubre de 1911, en un duelo de la Copa de Honor Argentino frente a Argentina en Buenos Aires. El triunfo fue para la albiceleste por 2-0 y el duraznense, que se desenvolvió como zaguero, pudo compartir equipo con grandes mitos del fútbol uruguayo como Ángel Romano y José Piendibene.
Edmundo Novoa fue el primer jugador uruguayo de la historia del Real Madrid y un futbolista de gran renombre en Galicia. Más tarde, una vez colgadas las botas, pasó de granjero a diplomático y a ser un hombre que salvó a muchas personas en los inicios de la represión franquista
En España, Novoa también fue pionero en ser convocado por una selección española. En 1909 formó parte de un team nacional español que jugó en el campo de Pont Jumeaux en Toulouse frente a un combinado de los jugadores más destacados del sur de Francia. El partido, organizador por el Irún SC, contó con los mejores futbolistas del norte España procedentes del conjunto irundarra, el Fortuna y el Pontevedra.
Recibió una oferta del Manchester para jugar allí pero “se negó porque no quería vivir en Inglaterra”, según el testimonio de su nieto. Se fue alejando del fútbol a mediados de los años 10 y solo se calzaba de nuevo los borceguíes para algunos amistosos o partidos homenaje. Por entonces, ya se dedicaba al negocio avícola, contando con una de las granjas más grandes de Pontevedra llamada ‘Las Galerías’ y vendiendo huevos para consumo o aves para incubar.
Fue en la década de los 20 cuando dejó esas labores al ser nombrado tras un viaje a América en 1925 como cónsul de la República de Uruguay en Villagarcía de Arosa (también durante un tiempo de Argentina al haber fallecido el representante de aquel país). Su carrera como diplomático le llevó posteriormente a Oporto, Filadelfia y Baltimore ejerciendo la misma función.
Un hombre con una “gran personalidad”, así lo describe su nieto José Ramón. “No era republicano, pero sí muy independiente, muy respetado, y tenía mucha presencia”, fueron palabras de su hijo Leopoldo, un célebre pintor. Al comienzo de la Guerra Civil, cuando el territorio gallego quedó en poder de los fascistas, muchos uruguayos y argentinos salieron de la zona. El uruguayo, como cónsul, tuvo un papel más humanitario que diplomático. Su casa fue utilizada como refugio y con el poder que le otorgaba su cargo consiguió documentos y salvoconductos a miles de uruguayos, argentinos y también opositores españoles amenazados por la represión franquista. Uno de los métodos para que lograsen escapar a América fue usar su coche con bandera diplomática para transportar personas a través de la frontera con Portugal.
El régimen conocedor de sus actos le tildó de enemigo y llegó a retirarle el exequatur de diplomático. Con esa decisión le arrebató la inmunidad y lo condenó al exilio, la cárcel o la muerte. Pese a recibir también multitud de amenazas se quedó en Galicia hasta finales de 1939. Cuatro años después, en Montevideo, muchos de los uruguayos y argentinos que salieron de España gracias a él le realizaron un gran homenaje.
Casado con Mercedes García Solis, hija del Alcalde de Pontevedra (Aquilino García Estévez), tuvo ocho hijos, la mayoría nacidos en Galicia. Además, su nieto José Ramón es un escritor, productor y director de cine uruguayovenezolano de prestigio cuya película ‘Sicario’ estuvo nominada al Goya en 1996 como mejor película extranjera de habla hispana. También su bisnieto, Joel, se dedica al séptimo arte como director y ha dirigido varios films y seis capítulos de la serie ‘Cobra Kai’.
Otra de las pasiones de Edmundo Novoa, además del fútbol, fue la caza y en México en 1968 llegó a ser campeón Iberoamericano de Tiro.
Falleció a los 94 años en Montevideo (Uruguay) el 6 de julio de 1981 y sus cenizas fueron esparcidas en los campos de Durazno donde era habitual verlo cazando liebres y perdices.
* Un enorme agradecimiento a su nieto José María y su bisnieto Joel, por la gran información aportada y sin los que no se podría haber realizado este artículo.
D. Alberto de nuevo muy agradecido por sus extraordinarios escritos de carácter histórico de los cuales soy un ávido lector
Un cordial saludo
Muchas gracias.
Encantado de que te haya gustado.
¡NO A LA CAZA -por razones obvias- (como actividad lúdica o de entretenimiento)!.
Enhorabuena D. Alberto, otra joya a las que ya nos tiene acostumbrado. Muchas gracias
Muchas gracias.
Me alegro que te haya gustado.