Buenos días. Si en el espectro de las emociones humanas cupiera una miscelánea de odio cordial, respeto infinito y admiración mutua, tal sentimiento nuevo sería el que uniría al Real Madrid y al Bayern de Múnich desde la noche de los tiempos. Cada enfrentamiento europeo entre ambos colosos es un choque de zepelines en lo más alto del firmamento, con pasajeros abordando el otro dirigible sin más orden de ataque que el puro frenesí guerrero, cuchillo en los dientes y sangre en el ojo.
Sí, amigos galernautas. El Real Madrid, que está facturando una temporada de ensueño, ha alcanzado ya las semifinales del torneo para el cual vive, se encuentra a las puertas del título por el cual late y respira, y el oponente casi último es un rival que aspira legítimamente —aunque esté lejos en número de entorchados— a combatir en grandeza y virulencia al rey de Europa, al cual mira cara a cara en cada duelo con una altanería que casi reconocemos como propia. Esto sí que es un Clásico y no el mal llamado clásico nacional contra el Barcelona, club sin embargo radicalmente despojado de grandeza alguna desde el momento en que su historia está enturbiada por la compra del sistema arbitral y una ominosa politización. No hay legítima fiereza en el Barça, tan sólo trampas, amaneramiento, hipocresía y falso supremacismo.
Dennos un rival (casi) a nuestra altura. Dennos un Liverpool, un United. En su defecto, dennos un Milan, una Juventus.
Dennos a don Bayern de Múnich.
Dice Kimmich en la portada de As que "jugar contra el Madrid es especial". ¿Es un cumplido? ¿Es una amenaza? Seguramente es todo ello, porque estos dos titanes no conocen mejor forma de loarse recíprocamente que la recíproca amenaza. Llevan décadas y décadas amándose con bravuconerías. Su rivalidad es entrañablemente enconada, y aunque en su momento se vivieran con indignación resulta imposible mirar atrás sin un conato de nostalgia hacia las eternas bravatas de tipos como Khan, Effenberg o Augenthaler. Es posible idolatrar a otro a base de mandobles, con emanaciones de sangre rebotando una y otra vez contra la coraza del contrincante. El Madrid y el Bayern son la mejor prueba. Gracias, fútbol, por volver a poner en nuestro camino un nuevo episodio de esta guerra sempiterna.
Real Madrid y Bayern de Múnich Llevan décadas y décadas amándose con bravuconerías
El Bayern tiene una historia que intimida, a pesar de que nuestros enfrentamientos contra ellos en los últimos quince años reflejan un saldo muy positivo, y es que hay un sustrato pretérito muy nutrido y doloroso de derrotas. Pese a ese pasado reciente mucho más halagüeño, los madridistas boomers aún se estremecen ante el recuerdo del rodillo alemán de los 80. Incluso en las derrotas que les infligimos de manera menos remota, vendieron tan caro su pellejo que la consideración sigue barnizada por una pátina de temor.
Pero el Bayern no sólo es historia. Tiene un técnico de absoluta élite como es Tuchel, a quien hace pocos días escuchamos describir la grandeza del Madrid con enorme tino: "Ves sus partidos en diferido. De pronto llega su gol. Pasas hacia atrás para detectar el peligro. No lo encuentras. A veces sí, pero en muchas ocasiones el gol del Madrid no se ve venir". Y tiene una plantilla descomunal, por mucho que este año el grandioso Leverkusen de Xabi Alonso les haya mojado la oreja en la Bundesliga que suelen ganar de calle. Nombres como Musiala, Neuer, Davies, Sané... Y, por supuesto, el hombre que Marca trae hoy en portada, un futbolista al que sólo cabe admirar desde cualquier punto de vista.
Harry Kane es un jugador de clase mundial que, por avatares de la vida, pero sobre todo por no haber jugado en clubes realmente punteros, no ha ganado aún ningún título. Es un contrasentido que esperamos acabe algún día, pero a ser posible no este año. Hablamos de un delantero completísimo, aparentemente feo y algo desmadejado, pero con tanta clase en sus botas que se le cae por arrobas, y con tanto gol que estremece.
Marca plantea el asunto como un duelo entre Kane y nuestro amado Rüdiger, cuando aún resuenan los ecos de su triunfal batalla con Haaland. Marca la recuerda, pero se olvida de la que tuvo lugar entre un asalto con Haaland y el siguiente, porque entre medias Rüdiger también anuló a Lewandowski en el mal llamado clásico español.
Si en cuestión de un mes Rüdiger logra imponerse a Haaland, Lewandowski y Harry Kane, no habrá instancia humana ni divina que le pueda discutir a ese maravilloso loco el título de mejor central del planeta. De vez en cuando, además de someter a los mejores rematadores del orbe, te marca el penalti decisivo en una tanda contra el City.
¿Alguna vez habéis caído desde un segundo piso a un sótano? Esperamos que, de haberos sucedido, la ruptura de huesos no fuera demasiado grave, como también esperamos que no os hayáis hecho daño con esta repentina bajada desde un Bayern-Real Madrid a Xavi Hernández.
El titular de Mundo Deportivo es apelotante desde cualquier punto de vista: "Xavi quiere más". La pregunta es inmediata: ¿cómo que más? ¿Más de qué? Para reclamar o desear más, se antoja necesario tener o haber conseguido algo antes, y el ínclito Jardiner está a punto de cerrar con su Barça una temporada tan nefasta que hasta el trauma de perder la segunda plaza contra el Girona asoma en el horizonte. Xavi Hernández puede conseguirlo. ¡Con lo que trabajaron en la sombra Rubi y Geri para que tal posibilidad no fuera ni siquiera contemplable!
Mundo Deportivo coge ese absoluto desastre, te lo envuelve con papel de purpurina que acaba de comprar por Amazon y te presenta la posibilidad de que el Barça quede segundo como el paradigma del éxito y de la ambición. ¡"Xavi quiere más"!
El proceso de colchonerización del Barça va por muy buen camino. Os dejamos con la portada de Sport como prueba auxiliar.
Pasad un magnífico día de previa.
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7 comentarios en: Don Bayern de Múnich
No os olvidéis que en el partido entre Francia y Alemania, Rüdiger dejó seco al mismísimo Mbappé también.
Debemos ser cautos, hay demasiado optimismo. El Bayern recupera muchos jugadores. El Madrid está teniendo problemas para dominar los partidos desde hace meses y la condición física del equipo me plantea algunas dudas. Ya con el Leipzig lo pasamos muy mal y con el City aún peor. Creo que con el Bayern, resistir no será suficiente. Necesitamos estar muy concentrados y evitar errores. Si pensamos que ya estamos en la final no llegaremos.
Yo tengo bastante respeto al Bayern y no estoy convencido de nada.
Contra el City claro que se pasó mal, solo faltaba!
Pero es igual de cierto que el City en Madrid tuvo mucha suerte. Las eliminatorias son 180 minutos mínimo, y cuenta todo.
El Madrid no sabe jugar contra equipos teóricamente inferiores y con ventaja, como pasó ante el Leipzig.
El Bayern es un toro, pero el Madrid juega mejor estos partidos. Certezas ninguna, respeto máximo, pero miedo cero. Creo que tenemos bastantes posibilidades.
Entre medias, se te olvida, David, que le dimos un repaso al City en casa, y que ganamos en Alemania.
No conviene la euforia, pero tampoco el pesimismo.
Un repaso no, pero es verdad que el madrid fue mejor. No estoy pesimista pero me impone respeto está euforia ante un equipo muy complicado.
Los hay , en la región del noreste español, quienes fueron, son y serán farçantes mientras existan; es un axioma.
El Bayern es otra cosa, un rival enconado como lo puede ser el ManU y el Milan.
Uno no quisiera o quisiese decir más nada, aunque acabe diciéndolo todo al sostener que existen maniobras orquestales en la oscuridad . Puede sonar a ventajista , sin embargo soy sincero y honesto al expresar que veo prácticamente imposible que esta temporada el Real Madrid se lleve la decimoquinta en Wembley. Recuerden el mundialito de la ignominia y de la vergüenza que se montó en Qatar.
Como madridista, lo único que puedo desear es que nuestros futbolistas no sean tan escépticos como un servidor (no informático).
Dios es Madridista