Más madera

Domingo. Día de descanso, tal y como ya la Biblia le prescribe a este mundo marcado por los tiempos del trabajo. Día de sofá, o de senderismo, o de comidas familiares, o de vermú, o de ir con los niños al parque, o de bicicleta, o de todo eso junto para llegar al final del domingo con la sensación de que se ha hecho de todo menos descansar. Y también día de fútbol, día del fútbol por antonomasia. Qué paz, ¿no?

Basta echar un ojo a las portadas deportivas de hoy para darse cuenta de lo mucho muchísimo que contribuyen sus mensajes al asueto, a la calma, al sosiego. “Olla a presión”, dice Sport tirando de tópico. “Sergio Ramos centrará todas las miradas de la grada”, dicen Marca y casi igual Mundo Deportivo haciendo un derroche de creatividad, “Sergio Ramos vuelve al volcán”, se suelta As la melena literaria. Como ven, todo paz. Mensajes estos de concordia y relajación zen, mantras, meditaciones, we are the world, we are the children cantan a coro nuestros mesurados periódicos como quien añade vinagre en una herida, o como Groucho pedía más madera en aquella imposible locomotora.

Debe de gustarle a nuestra prensa el olor del napalm por la mañana, pero tranquilos, ustedes no se solivianten, que ya está el As para contrarrestar la tensión (¡a la que el mismo medio contribuye!) con dos declaraciones ciertamente razonables de Sampaoli y Zidane.

Qué arte. Teníamos por verdad aquello de que no se podía estar en misa y repicando, pero los de Relaño nos demuestran que vaya si se puede. Es posible prender la mecha con primer plano de aquel que puede quemarse, y a la vez, sin el menor pudor, recoger sensatas llamadas a la calma como quien no quiere la cosa, como quien no ha hablado de volcanes justo arriba y en letras mayúsculas. El más difícil todavía, la cuadratura del círculo, el fuego y el hielo juntos por el mismo precio, el morbo y la sana razón en una misma portada, con el matiz de que el morbo es exclusiva oferta del periódico y la salud es tomada prestada de dos profesionales.

Pero que no pase nada esta noche en el Pizjuán. Ollas, volcanes, miradas fijadas en un jugador, pero que no pase nada. Cuesta creer que nuestra prensa sea tan miope para no ver que su implícita definición de calma se parece mucho a su contrario. Cuesta no ver irresponsabilidad -cada medio según sus modos y en distinto grado- en estas maneras de plantear la previa del partido. Cuesta entender que esta prensa nuestra no sepa atemperar, contenerse y apaciguar como sería deseable, sino más bien todo lo contrario. La violencia no tiene justificación alguna, pero sí explicaciones, y bien parece que los mensajes reseñados poco contribuyen a que esta no tenga lugar, a que la violencia no aparezca, a que el ambiente no esté cargado, a que el aire no esté esta noche enrarecido en Sevilla.

En Barcelona, en cambio, están a lo suyo. Han vuelto a ganar con holgura y, en consecuencia, no ha salido Piqué a tirar la piedra y esconder la mano, no ha señalado a nadie desde el césped, ha dejado para otro día eso de seguir inventando una realidad paralela en la que retoza el barcelonismo cuando su fútbol celestial vuela a ras de tierra y se estrella. 5-0 y dejemos el victimismo para otro día.

Ahora toca renovar a Messi, que hace como quince días que no se le renueva y eso no puede ser. A ver si el santo varón se nos va a enfadar y se nos marcha a otro equipo, o hace dimitir a la directiva en peso y hasta a Ada Colau y Carles Puigdemont. Pero calma, que dice Bartomeu que los culés pueden estar tranquilos porque él mismo en persona lleva el asunto en su agenda. Vale, pero si nos permiten la sugerencia, tal vez el padre del hijo del padre de Neymar Jr. esté libre y pueda llevar como D10s manda la redacción del nuevo contrato. Ese hombre sabe lo que hace, Barto.