He leído por ahí, creo que lo ha dicho Jabois, algo así como que el Madrid es un equipo de sensaciones. Yo no podría estar más de acuerdo. El Bernabéu parece la casa tomada de Cortázar, como en los ochenta, donde los jugadores, como los invasores del cuento, han reconquistado el terreno que ocupaba el público. La plaza pública donde hasta hace poco salían amedrentados y donde el pueblo les lanzaba hortalizas como si pasaran entre ellos maniatados a un carro camino del cadalso. Yo pienso ahora en Benítez y le pega un gorro de verdugo. Claro, que también a Zidane.
Todo depende de la mirada. Zizú parece contemplarlo todo de forma sencilla. A Zizú puede uno imaginarle hace siglos en La Alhambra, en el Patio de Comares bajo el rumor del agua, hablándole a sus discípulos como le habla hoy a la prensa, más o menos haciéndoles ver que Dios es sabio mientras corren los goles en Chamartín. Y claro, no saben, de momento, qué decir como si le escucharan embelesados recitar El Collar de la Paloma.
Por la Alhambra, por el Bernabéu, en el lugar más maravilloso de la tierra, corretean las Zoraydas y Lindarajas y uno se siente "acariciado por el susurro de las hojas de los árboles y el murmullo de las cascadas", pero más allá de sus murallas nada parece fluir como si todo fuera bronco y árido y duro. No se oye el rumor del agua como si Zizú estuviera lejos, en casa cantándole a los jóvenes y a las princesas las viejas hazañas de sus antepasados.
El domingo todo el barrio del Albaicín se les echó encima y de sus gargantas apenas podían salir los versos. Yo vi brillar el alfanje de Benzema, un arma fina, sutil como la del Guerrero Número Trece mientras la voz serena de Zinedine se perdía entre el ruido vulgar de la batalla. No estaba la tarde para que nos la contara Washington Irving pero sí, tenemos suerte, para que nos la cantara el héroe de Zadar, defensor de los muros de Dubrovnik, el centrocampista croata con currículum de héroe castellano; Luka Modric o el Blas de Lezo de Concha Espina que me estuvo enervando todo el encuentro hasta ponerme los pelos de punta con el disparo que siempre le veo ejecutar en sueños antes de cada partido.
Porque el disparo de Luka fue el sueño. El disparo de Luka es fútbol salvaje, puro. Es honor. El disparo de Luka es la estela que muestra el camino más allá de las plácidas faldas de Sierra Nevada donde se apuestan los bárbaros. La sonrisa de Luka tras el relámpago es el rostro de la victoria que había dibujado durante noventa minutos a base de pases medidos, transversales, políticos, fuera de los cuales sólo quedaba la belleza violenta del guerrero que se rompe por el escudo para acercarnos la gloria cuando desde el Generalife, de aires aún más puros que la Alhambra, no se escuche el timbre de Zizú en el jardín de Lindaraja, las sensaciones, "donde las flores de la tierra rivalizan con las estrellas del cielo".
Hasta Lorca sentiría emoción leyéndole!!
Como siempre un placer para los sentidos
Saludos
Increíble. Como estimulas la imaginación del que te lee. Gracias!!!