Lo más positivo del encuentro fueron dos errores arbitrales casi seguidos, uno pitando penalti donde no lo había y otro anulando un gol perfectamente legal de Cristiano, que hubiera vuelto a hacer un hat trick como quien no quiere la cosa. Aunque sea lo que la escolástica llamó futurible, el triplete habría hecho honor a este monstruo del balompié, acostumbrado lo mismo al zambombazo que a desafiar la gravedad en remates de cabeza, o a tejerse un encaje de bolillos como el segundo tanto.
Sin un arbitraje tan malo el lance habría terminado en 4 a 0, y es curioso que tenga razón el entrenador del Geta cuando fue entrevistado al término. Si Nacho hubiera sido expulsado con ocasión del penalti imaginario el Real se habría metido en un nuevo pantano, y los aficionados sufrido por enésima vez la embarazosa circunstancia de verle inferior a teóricos inferiores. Fue por eso una bocanada de aire fresco la irrupción de Marcelo, que lleva tiempo siendo uno de los diez grandes cracks, aunque su puntería en centros y disparos fluctúe. Será difícil que Theo le sustituya por motivos distintos de lesión o descanso, y quizá de ello dependa la distancia sideral entre la iniciativa de uno y otro.
En cualquier caso, el partido de hoy merecería olvidarse si no fuese difícil ignorar la costumbre de jugar en horizontal y hacia atrás. Por supuesto, es preciso construir las jugadas en en vez tirar pelotazos, pero llevamos meses viendo una perversión del juego trenzado, donde bastantes –por no decir la mitad o más- se consienten recibir la pelota y no dar ellos mismos los dos o cuatro pasos permitidos por su posición, sino devolverla muy tranquilamente, como si la única manera de crear espacios y aliviar las marcas del rival no fuese lo contrario.
Ya es penoso que uno solo esquive siempre el uno contra uno; pero mucho más que falte hasta la diligencia de aparentarlo, pues sin necesidad de acabar forzando el regate ese salir en principio disparados crea electricidad, y cualquier otra cosa empeora el grado real de control. Hagan el experimento de exclamar algo –por ejemplo “patrás”- cada vez que vean un pase dictado por la pachorra, o por el miedo a fallar, y medirán lo que les digo. La cosa es que el Madrid sabe hacerlo mucho mejor, y quizá vuelva a asombrarnos pronto con genio sostenido por un general coraje.
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Como no vi el partido no hay nada mejor para mí que leerme su crónica para enterarme de lo esencial.
Saludos
Para mí, esto es "poner los puntos sobre las íes", muy de acuerdo con el artículo, siempre un placer leerle.
Permítame discrepar, don Antonio. El gol de Ronaldo estuvo bien anulado, ya que empuja claramente al defensa antes de rematar. Las cosas como son.
Y sí, yo también echo de menos ese arte cada vez menos frecuente en el fútbol, que es el de regatear al defensa que te cubre. Los pases para atrás me ponen de los nervios, sobre todo si los realizan jugadores que tienen talento sobrado como para intentar algo más.
Se ve que que en el gol anulado no vi la buena repetición. Pensé que lo anularon por fuera de juego.
Lo he visto en twitter. Así, de memoria, el Real Madrid tuvo una racha de 2 años y algo (no recuerdo el algo) sin penaltis en contra, creo que entre el 69 y el 71 del siglo pasado. Peeerooo en aquel intervalo se pitaron en la Liga unas 120 penas máximas. El del Barcelona es insuperable porque aunque el período es un mes más corto (creo recordar) en ese tiempo se han pitado en la Liga española unos 240 penaltis (en números redondos) y más de 30 han sido a favor de los culés. Además de haber ahora 4 jornadas más por liga, se pitan más penaltis que hace 50 años.