Buenos días, queridos lectores. Vuelve hoy a jugar el Real Madrid, en el Bernabéu y contra la Real Sociedad, en lo que supone un duelo muy importante (¿alguno no lo es?) por seguir manteniendo a la vista al Barcelona y por evitar que la Real se incorpore con evidencia a esa vista.
En todo caso, a falta de jugarse el partido -circunstancia que pudiera parecer imprescindible para juzgarlo-, ya saben que el Real Madrid seguirá arrojando dudas, perderá, empatará o ganará con más sombras que luces, faltará algo para que los elogios se expresen, habrá errores o carencias o fallas o insuficiencias o todo junto, que para eso hablamos del Real Madrid, club histórico no por todo lo que ha ganado, sino al parecer, por todo lo que no ha perdido cuando debiera haberlo hecho con estrépito, por propio merecimiento y hasta por justicia universal.
No ocurre lo mismo con el Barcelona. De hecho, ocurre justo lo contrario. Ese club, también histórico (ma non troppo), ha ganado menos de lo que dictan su estilo, sus valors, su Masía, su tiki-taka, su xavineta y su cohorte de vasallos, muchos de ellos cubiertos por una capa de celofán pseudopoético y, aun peor, pseudoético que les conduce a las alturas de su propio ombligo como si fuera este el eje de rotación del planeta Tierra y del universo entero. Una nueva cosmología es esta. Ríanse ustedes de Ptolomeo, de Copérnico y de Newton. Gira el mundo en torno al buen hacer del Barcelona haga lo que haga. Su palanca es la de los hombres de bien, la de los niños del mundo, la de caer siempre de pie aunque para ello sea necesario obviar el defecto y hasta convertirlo en virtud. Pasen y vean.
Asume Mundo Deportivo que el Girona mereció más en su partido de ayer contra el Barcelona, pero qué importa eso si "los blaugrana sacan seis puntos al Madrid". Reconoce el mismo medio que el Barça "no mostró su mejor cara en Montilivi", pero poco importa tal cosa si Pedri "da tres puntos de oro" a su equipo.
Por si esto no fuera suficiente, el diario Sport se marca un all-in y borra de su portada cualquier asomo de defecto. "Dientes, dientes, que eso es lo que les jode", decía la Pantoja, y aquí saca Sport toda su piñata para que juegue con ella Pedri, Balón de Oro desde el mismo día de su nacimiento, que para eso ha cumplido un "centenario feliz".
Sí, amics, feliz. Porque, así las cosas, estos son mis valors y, si no le gustan, tengo otros. Porque cuando se trata de ganar los tres puntos se aferra al resultado la parroquia culé (oremos) como si esta vez no fuera un impostor, como si dominar la posesión y sobar la pelota ya no fueran logros irrenunciables, como si ya no fueran líneas rojas que se pasan por el arco del triunfo cada vez que ganan de una manera que ellos mismos catalogarían de inmerecida caso de no haber sido suya.
Es lo que tiene que te compren el discurso a cualquier precio. Ya puestos a vender uno (¿a qué precio?), por qué no vender también su contrario, o mejor, los dos discursos a la vez para usarlos a conveniencia según soplen los vientos y como hace el trilero al dar la opción de saber dónde está la pelotita y a la vez no. Es lo que tiene vivir en un estado de opinión cargado de tópicos, sesgo y propaganda. Es lo que tiene una prensa (se ve que solo) libre para reproducirse como hojas parroquiales y panfletos. Es lo que tiene que seguir denunciando La Galerna desde la caverna.
Feliz día, amigos.
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2 comentarios en: Dientes, dientes
El Real Madrid tiene que exigir al estamento arbitral que aclare si llevan décadas influenciados por el "poder" de nuestro equipo.
Porque hay ex árbitros que hablan en emisoras y ex dirigentes que así lo corroboran.
La infamia, que choca con los datos reales, empieza a resultar insoportable.
El el relato. Se parece mucho a los métodos de los nazis con los judíos. Todo empieza con el relato y acaba en las cámaras de gas.