Anoche, antes de cerrar mi tienda y contemplar una última vez las estrellas, supe que al día siguiente tendría que enfrentarme al tema Cristiano en el Cherengueti. Cuando me tendí sobre mi catre, la luz de la vela dibujaba sombras caprichosas en la lona. Luego soñé que esas sombras se convertían en cherenguis. Sombras que daban vueltas en espiral y de las que, de repente, salía el Dr. Rydell, el líder cherengui supremo, encendiendo unas enormes velas que se convertían en Kim de la India, también conocido como Epi (o incluso como Kim del Barcelona); en Freud, también llamado a veces Jung, el argentino profesor chiflado del Cherengueti; en Rocky Marciano, el exguardameta madridista; en Tommy, como la ópera de The Who, vestido con una camiseta de Croacia...
En ese momento pestañeé y vi que la camiseta de Croacia era real. Ya era por la mañana. Tommy rugía como imbuido de una fiereza croata medieval. Cristiano estaba en el aire y Tommy se alejaba. Tomé un poco de carne seca, llené mi mochila de víveres y salí al Cherengueti siguiendo el rastro fresco de Tommy. Tommy hablaba solo. Decía que tenía una enfermedad y que miraba el reloj constantemente y se repetía: Cristiano sigue, Cristiano sigue... y así se animaba. Decía que él era como Santo Tomás, que hasta que no viera las llagas de Cristo... Yo entre la visión de unas llagas y la religión así de sopetón por la mañana sentí un ligero desfallecimiento.
Me detuve un momento para recuperarme mientras veía como Tommy se alejaba trotando, cuando de pronto apareció Freud muy alterado manteniendo una discusión psicoanalítica consigo mismo, o con Jung, su álter ego, todo ello con acento argentino. Se acentuó la reverberación del horizonte y me pareció que el sol caía directamente sobre mi cabeza. El pelo blanco de Freud se movía entre la vegetación como el penacho de plumas de un jinete. A Freud le oí decir que si Cristiano se fuera a la Juventus sería un retroseso. Lo vi alejarse también por el mismo camino que Tommy. Me eché agua de mi cantimplora en la cabeza, bebí un poco y seguí tras ellos.
Allí mismo, apenas unos metros delante de mí, por detrás de una hilera de acacias, se reunían los cherenguis. El espectáculo era sangriento. Unos a otros se pasaban sendos muñecos de Cristiano y de Florentino Pérez hechos unos guiñapos. Los pateaban, los mordían. Los pisaban, los restregaban por el barro. Freud parecía dirigir una orquesta al decir que el Madrid era un fenómeno que te transporta, que te proyecta hasta el infinito. Casi se caía de espaldas por el delirio al nombrar a Roberto Carlos y a Zidane. Elmer, cazador impenitente de las Merrie Melodies y director de deportes de la Agencia EFE, afirmaba, en el mismo sentido que Freud, que el Madrid te da algo que no te da nadie.
Yo me puse un palo entre los dientes para no gritar. Kim de la India hacía extraños gestos faciales en medio de tanta loa diferida al Madrid, como si algo químico estuviera bullendo en su interior. Yo cerré los ojos durante unos segundos y me santigüé instintivamente ante la amenaza de lo desconocido. Entonces Rocky Marciano habló de que Bale tenía que dar un paso al frente. La orgía de hipótesis era cegadora. Aquello era una gran masturbación futbolera colectiva en vivo que el Dr. Rydell dirigía con sibilino talento. Kim reaccionó siendo más Epi que nunca. Era un gif de Barrio Sésamo diciendo que Cristiano no podía pedir el mismo dinero que Neymar y Messi, y que se había dosificado para nada.
La orgía de hipótesis era cegadora. Aquello era una gran masturbación futbolera colectiva en vivo que el Dr. Rydell dirigía con sibilino talento.
Vi entonces como sus gónadas reposaban mansamente sobre el banco y Tommy se revolvía como un gorila enfurecido. Comenzó a hablar de un declive de Messi y se produjo una comunión. La comunión forofa entre Tommy y Kim, que podrían ser hermanos separados al nacer. Kim dijo que Messi estaba a otro nivel mientras la conjunción Messi-declive le producía una especie de urticaria inmediata, igual que al de Algo pasa con Mary cuando le hablaban de Mary. Kim es un fetichista de zapatos de Messi (una vez soñé que le veía lamiendo los tacos de sus botas), y ante la amenaza de un ataque repentino de fetichismo, el Dr. Rydell pronunció unas sentidas palabras que desviaron la atención de los traumas y recondujeron una situación que se avecinaba catastrófica. Rydell dijo que la edad de Cristiano era determinante a la hora de ofrecerle los emolumentos que supuestamente pide. Que sólo había llegado la oferta de la Juventus con el límite de los cien millones para un jugador de casi treinta y cuatro años.
Entonces Tommy dio rienda suelta a su sentimentalismo forofo, al que no pudo controlar. Decía “coño” al mismo tiempo que “te queremos”. Y se lo decía a alguien. Yo pensaba que a Cristiano, pero al muñeco de Cristiano le estaba sacando unos metros más allá Kim los ojos con la lengua entre los dientes. Tommy se imaginaba que Cristiano en persona estaba allí delante. Estaba asistiendo al nacimiento del método interpretativo Ronceriavsky y me apresuré a apuntarlo en mis cuadernos. En medio de todo ese ruido apareció Nutria, el joven confidente de Cristiano al que ya no llamaré Nutria sino Chelo García Cortés, esa periodista que lo sabe todo de la Pantoja.
Tommy decía "coño" al mismo tiempo que "Te queremos".
No se qué cosas empezó a decir Chelo de María del Monte y de Kiko y de Cachuli que hipnotizó a todos los cherenguis. Kim estaba más ido que el día de la Roma. Chelo hablaba y hablaba de los sentimientos de la Pantoja con acento de Tamara Falcó. Como para no hipnotizarse. Yo me tuve que tomar un antídoto para empacho de crecepelo que casualmente llevaba en mi mochila. Freud no entendía nada y fue como desconectándose de la realidad. Le oí murmurar frases inconexas dirigidas a un babuino que observaba la escena desde la rama de una acacia cercana. Kim empezó a hacer de Tommy pero en Kim. Es difícil explicarlo. Es la primera vez que me daba cuenta de este comportamiento paralelo.
Epi desatado es un Tommy mediterráneo. Lo mismo sin la meseta encima. Y a esas horas ya, con el sol bajo, hay que tener cuidado. Llevaba horas intentando sacar algo en claro, pero, como me temía desde la noche anterior, lo único que había era farfolla selvática. Estaba a punto de emprender el viaje de regreso al campamento antes de lo previsto, pero esperé un poco al contemplar la inusitada belleza de Keira, que traducía con encanto los ecos que llegaban al Cherengueti.
No fue suficiente la penúltima arremetida de Kim a propósito de las dudas que supuestamente habían surgido entre los accionistas juventinos sobre la viabilidad de la operación Cristiano. Ahí es cuando descubrí, una vez más, el truco de los cherenguis, casi como si descubriera el método de escritura de Faulkner y ya tuviera que dejar para siempre de leerlo. Era como un sueño eterno donde Bacall fuera Chelo y Bogart Rydell manteniendo un diálogo interminable salpicado de personajes: “Cristiano se va, Cristiano se queda” como los ojos de la serpiente Ka, donde tan pronto puede aparecer un chico Rydell desde Turín como un muppet en vivo y en directo. Fue la primera vez desde que llegué que volvía a casa antes de la temible caída de la noche en el Cherengueti.
Gracias Don Mario como disfruto de esta lectura me parecen increíbles por la fina descripción de los personajes y los hechos
Por favor, el hecho de que no haya comentarios en este articulo, no creo que responda a que no nos gusta, sino a que en parte no vemos el Cherengueti, y en parte a que estamos punto por punto de acuerdo con ud.
El unico atractivo que tendria ver el Chiringuito, es, indudablemente, entender mejor los diarios del Cherengueti y a sus Cherenguis...
Espero que continuen
Saludos.