22 de abril de 2020
Miércoles de ceniza, al menos para los que están debajo del volcán ese que está en erupción. Levántome y ando. Leo que el alcalde de Badalona ha mordido a un agente de la autoridad, comienzo a pensar que el virus lo ha creado Luis Suárez.
Vivimos confinados y hoy más que nunca in the ghetto, ha muerto el Príncipe Gitano an des mama crais. Descanse en paz el artífice de la mejor versión de un tema internacional junto con la de Raphael de Aquarius. Seguro que un gran seguidor suyo era Karius. Lo más ridículo de todo aquello que se organizó alrededor de sus errores en la final de la Trecena fue el informe médico que presentaron que aseguraba que sufrió un traumatismo craneoencefálico durante el encuentro para excusar su actuación. Sospecho que el chaval no tuvo nada que ver y alguien de su entorno o del club fue el responsable de la charlotada.
Aquel día de Karius, en realidad fue la noche de Bale —otra más—, que hoy ha donado medio millón de libras a la sanidad galesa y otro tanto a la española. No conozco a Gareth, obvio, pero parece un gran tipo y una rara avis dentro del mundo del fútbol abarrotado de ego. Sospecho que es una persona buena y me parece lo más importante, recordemos que en estos momentos sirve de poco jugar al fútbol. Alejada del qué dirán, hace lo que le parece de manera honesta. Esté de acuerdo o no, entrena y juega cuándo y dónde le indican, como no podía ser de otra forma en un profesional, pero hay jugadores más cercanos a un chiquillo consentido que no cumplen con esto. Además, tiene un sentido del humor que crispa a los mediocres. Mucho filósofo futbolístico le critica por ser poco participativo en el juego, pero es que Bale es un jugador determinante, no es Makelele ni Benzema. Quieran o no sus detractores —el principal de ellos, John Deere— ha pasado a la historia del Real Madrid como uno de los grandes. Dentro de unas décadas, cuando se visualicen goles suyos en partidos importantes, las personas del futuro se reirán de sus críticos.
Tengo la impresión de que hoy recibiré algo esperado. Al cabo de un rato se confirma mi impresión y recibo una impresora. Impresionante. Es necesaria para continuar con mis quehaceres diarios. Es bonita, color Telecaster de las azul claro tirando a verde. Bueno, un poco moñas también es, pero seguro que le va a encantar a mi hija cuando pueda verla, mucho más que una impresora gris, que solo está recomendada para John Travolta y Olivia Newton-John.
De manera imprevista, las plantas de cierta oficina vuelven a regarse solas, como impregnadas de magia. El verdor queda impreso en sus tallos y hojas. Me impresiona, la verdad.
Para cenar, sardinas picantes en conserva. Las pobres también están confinadas, qué lata. Las libero y las invito a que visiten mi cuerpo por dentro. Otro acto más de bondad con el que termino el día.
Me quedo sobre todo con tu defensa de Gareth Bale. Aún me dura el cabreo después de ver el trato mediático que ha tenido su donación. Ánimo y a por otro día.
Hola, Cibeles. Desde luego, la inquina contra Bale es un asunto personal de muchos periodistas.
¡Ánimo y saludos!
Yo también ceno las sardinas picantes. Son de Merca..na. Lo pongo así para no hacer publicidad gratuita a la empresa. Solo que las añado a una ensalada de bolsa de la misma empresa. Si pones también aceitunas y un poco de cebolla morada (porque es más suave, pero va en gustos) te queda una cena completísima y muy sana.
Hasta la próxima crónica.
Me gusta la cebolla morada. No me acordaba de ella y como ahora no voy a comprar yo y no la veo se me había olvidado. Gracias por hablar de ella y buen provecho con las sardinas picantonas.
Riquísima la cebolla morada. Yo soy cebollista declarado.
Saludos,
Cierto, Antonio, las sardinas está muy buenas en la ensalada. No vamos a hacer publicidad de Maradona, mejor. Tampoco quiero hacer yo publicidad de otra marca muy cuca, que es de las pocas que pican un poco más.
Saludos,
Las de Maradona no pican mucho, pero tienen un toque picantillo. Muy cuco, con las sardinas cucas...
Las libero y las invito a que visiten mi cuerpo por dentro. ¡Qué bueno!
Este diario es imprescindible. De las mejores cosas que nos ha traído la reclusión.