Día 2
El intento de incumplir aquí en España —como protesta— todas las normas y leyes arcaicas de Catar sorprendentemente no sirve para nada. Mi actitud de ayer me recuerda a la escena de Amanece que no es poco en la que Manuel Alexandre le pregunta a Cassen que cómo notan los pobres que él ayuna por ellos, que si no sería mejor darles la comida que no se come. Decido que es mejor opción intentar no ver nada del mundial, aunque solo sea por higiene mental.
El viejo de la otra noche al que abordé para intentar convertirme en gáyer (ver día 1) era policía jubilado y pasé la noche en comisaría. Por la mañana se celebra el juicio rápido y me condenan a acudir a 20 sesiones de psicoanálisis. Por un lado me viene bien, de ese modo tendré menos tiempo y será menos difícil no ver ningún partido del campeonato abyecto catarí.
Acudo a mi primera sesión cuando salgo del juicio a las 13:30. Ya en la sala de espera noto que algo no va bien. Se oyen golpes y gritos, ruido de cristales rotos. Aunque no se escucha muy bien, creo entender muchas veces la palabra concha, ¿habrá dentro algún paciendo con trastorno obsesivo-molusco-compulsivo? Tras media hora esperando me preocupo y llamo a la puerta. Nada. Llamo más fuerte. Nada. Abro y cierro rápido porque una silla vuela con violencia hacia mi cabeza. Tras eludir el golpe vuelvo a abrir y veo al psicoanalista solo en la consulta destrozando el mobiliario y gritando una colección de insultos más grande que la deuda del Barça: “¡Panda de boludos, andate a cag… (censored), De Paul, cementerio de canelones, atajo de termotanques de choripán, hijos de mil… (censored), la reconcha de tu p… (censored)!”. Deduzco rápidamente que Argentina ha perdido frente algún rival débil y me marcho con premura de la consulta sin poder contener la risa.
Por la tarde estoy con mi hija, por lo que no hay riesgo de mundial ya que no le gusta el fútbol, sino el anime. Ella se esfuerza en explicarme los personajes y los diferentes mangas, pero no me entero. Me hace hasta exámenes, hoy tres, y en los tres suspendo con un cuatro. Tiene espíritu de maestra cruel.
Día 3
Mi afán por esquivar el mundial no impide que sepa que esta jornada juega España. Hoy no tengo que realizar labores en La Galerna, por lo que tras completar los quehaceres matinales hablo con mi amiga Esther, que es maestra de verdad y cruel solo cuando es necesario. Está enfadada como una mona porque ha concertado tutorías con los padres de unos alumnos y no se han presentado. No es la primera vez que ocurre. Esta situación me sirve en bandeja la excusa perfecta para alejarme de la actualidad e intentar no saber nada de la selección española, así que acudo a su centro escolar, rapto a los padres irrespetuosos con el tiempo y el trabajo ajeno, los amordazo y los obligo a ver un partido del Atlético de Madrid. Al cuarto de hora suplican por señas que los libere y mascullan algo de la Convención de Ginebra. Los suelto, piden mil perdones a Esther y juran que no volverá a suceder. Los miro con cara de Liam Neeson y me marcho con andares peligrosos.
A pesar del viaje de ida y vuelta y la tortura a los progenitores maleducados, aún es mediodía, el tiempo no pasa y temo que el partido me alcance. Recuerdo que había quedado para comer. Acudo y ahora sí el reloj corre en buena compañía. En el restaurante no hay televisión. Magnífico. Terminamos y de vuelta a casa mientras camino por Atocha oigo salir un grito comunal de un bar. Temo algo malo, seguro que ha marcado España. Entro a Twitter y es peor aún, es el 3-0. Llego a casa y Gavi marca el quinto, lo que faltaba, gol del niño maleducado. Al final me dicen que son siete. Pues que pasen, como decía Forges.
Lo malo no es que gane España, cuyos resultados me importan lo mismo que los del Écija Balompié, sino aguantar después a los culés y a los indepes. Y más malo aún es estar participando en un mundial que no debía haberse celebrado ni moral ni legalmente.
Por un lado, los seguidores del Barça se han apropiado de la selección y se arrogan cada triunfo del equipo de Luis Enrique. Que si ADN Barça, que si la selección está llena de futbolistas del Barcelona, etc. Pero ¡caray!, como diría Butragueño, si son todos tan buenos, ¿por qué están jugando la Europa League y llevan una trayectoria europea propia de un “Lotin Lover”?
Si son todos tan buenos, ¿entonces el mal entrenador es Xavi Hernández? No puede ser, si dicen que es el mejor. Esta paradoja pone de relieve que las matemáticas mienten, que aunque los números de Xavi sean peores que los de la mayoría de técnicos del Barça y aunque el equipo no haya ganado nada últimamente, siguen siendo los mejores, porque el mejor no lo deciden los goles ni los títulos.
Por otro lado está la paradoja de los indepes, que han abrazado a la selección del país que según ellos los oprime. Los mismos que odian todo lo que huela a España prorrumpen en berridos con cada gol, gozan, se excitan, babean, se abrazan a la selección española como una garrapata a un perro. Pero es incoherente pedirle coherencia a un nacionalista, y si además es del Barça, mejor ni intentarlo.
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