Llevo unos días pensando en algo. Si el juez instructor del caso Negreira suma todas las pruebas existentes y llega a la conclusión de que el Barcelona pagó al vicepresidente de los árbitros para que creara así un sistema corrupto basado en beneficiar a los culés frente a los demás equipos españoles, estaremos a las puertas de un cambio en la mentalidad deportiva de la época. Porque el FC Barcelona, tal y como lo conocemos a día de hoy, desaparecerá. Será otra cosa. Un club vacío de trofeos y relato, sin sustento más allá de la sanción deportiva. El Barcelona cargaría con la culpa de la podredumbre del sistema deportivo español y toda esa humillación tendría una consecuencia inmediata en el inconsciente colectivo. La idea de que el Barça ha corrompido el sistema arbitral se instalará en nuestra conciencia como una huella indeleble, una hendidura cerebral en el sujeto contemporáneo. Y esta demolición mental generará nuevas cotas de libertad para autoconstituir, cada uno en el sofá de su casa, una nueva conciencia social lejos del ‘Así gana el Madrid’.
La primera vez que escuché hablar sobre el fenómeno del inconsciente colectivo fue en la serie True Detective, una narración detectivesca clásica que fue un éxito de la HBO. En ella, uno de los detectives (el más gótico de los dos) incluye en la ya morbosa investigación el factor de la psicoesfera; un término que hace referencia a la fuerza sugestiva del ambiente para moldear nuestras ideas a su gusto. La atmósfera y esa incidencia en lo que pensamos y sentimos. Es la guerra de la individualidad frente a lo colectivo. En la psicoesfera se acaba la intimidad del yo, porque es imposible que brille por la apabullante presencia del espíritu de masas.
Hay culés y filo culés (esos que primero odian al Real Madrid y después eligen equipo) que han crecido inmersos en una pegajosa atmósfera empapada del indigno Messi, donde la España de Xavi Hernández marcaba el código de vestimenta nacional. Y su idea hegemónica es que el Madrid siempre roba. Ellos sufrirán la mayor contradicción, angustiosa y corrosiva. Se convertirán en hombres y mujeres torturados, sin umbral ni linde que los proteja. No encontrarán resquicio milimétrico por donde fugarse a la antigua realidad, esa del ‘Más que un club’, ya desmembrada por la presión social. Todos los que nos desmarcamos de esa narrativa clásica y hemos permanecido durante años en un terreno marginal, desplazados a un lugar externo al relato, podremos entonces celebrar el acontecimiento que ha puesto en crisis la estructura de la ley marcada en el deporte español. Esa ley basada en la trampa, invertida y obscena.
En mi trabajo como psicóloga pretendo ahondar y entender el sufrimiento humano haciendo hincapié en los procesos inconscientes. Por eso sé que a veces el sujeto va por libre. No todos los consumidores de fútbol nacional caerán presos de esta nueva atmósfera, limpia de trampas. Hay ideas que son inextirpables. Y hay personas que no están preparadas para la catarsis, y prefieren continuar viviendo encapsuladas en un mágico delirio; lejos de esa angustia, pero también lejos del pensamiento.
Getty Images.
No creo que vaya a ocurrir lo que dices porque el cerebro de los culés, y el de muchos catalanes en general, está preparado para inventar una excusa tras otra que les permita moldear la realidad. Es algo que tarda generaciones en desaparecer. Me lo explicaba muy bien un amigo portugués. Me decía que la generación de sus padres había crecido en el odio a lo español y en los mensajes continuos de que nosotros éramos el invasor. Esa constante tuvo al país bastante aislado y temeroso durante los años 70 y 80, pero con las nuevas generaciones y la aparición de internet, así como la globalización, ese miedo desapareció lentamente. Portugal empezó a abrirse, empezó a creer en sí misma, más allá del temor que le habían infundado sus mayores. Comenzaron a ver a España no como un enemigo sino como un poderoso inversor y/o aliado. Dejaron las excusas atrás y avanzaron. Algo parecido es lo que ocurre ahora mismo en Cataluña con el FCB como exponente claro. La autocrítica ha desaparecido por el miedo que infunde España. Solo hace falta echar un vistazo a la prensa catalana para saber de qué hablo. Piensan que esa autocrítica sería una muestra debilidad cuando, en realidad, es todo lo contrario. El relato es solo eso, un relato, un cuento que se recita a los niños para que se vayan tranquilos a dormir y no sepan que la verdad es mucho más dura. La realidad es que, presumiblemente, el FCB, la joya de la corona del catalanismo, es un club podrido hasta la médula, que ha competido con el Real Madrid dopado en deuda que ahora no van a poder pagar, y ayudado por un sistema arbitral que habían manipulado con dinero de los socios. Es duro de escuchar. Pero si alguna vez quieren crecer y escapar de la mediocridad tendrán que hacerlo. Esa sordera autoimpuesta no les conducirá a ningún lado.
Buenas tardes, me deja usted estupefacto con sus afirmaciones sobre el odio portugués hacia lo español, hay que tener en cuenta que la última guerra, entre ambas naciones, entonces Castilla fue en La batalla de Aljubarrota se libró entre el Reino de Portugal y la Corona de Castilla, acontecida al final de la tarde del 14 de agosto de 1385, por problemas dinásticos, desde la fecha paz entre las dos naciones, sólo 638 años, sin guerras por medio, que después de tanto tiempo los portugueses nos sigan odiando tiene mérito.
Saludos blancos
BUenas tardes la verdad es que me he columpiado un poco porque en el Siglo XVII, el Rey Felipe IV, mantuvo una guerra con Portugal de la cual afirmaba poseía derechos dinásticos, evidentemente los portugueses no le querían, que casualidad no les gustaba pagar impuestos algo que me suena
Juan IV de Braganza, El rey músico.
El regreso de las hostilidades con las Provincias Unidas repercutió sobre las colonias portuguesas en Asia y Brasil. En diciembre de 1640 una conspiración, encabezada por la nobleza, proclamó rey de Portugal al duque de Braganza con el nombre de Juan IV de Portugal quién firmó la paz con los neerlandeses (pero no sin antes expulsarlos de Angola y de Brasil, en 1656) y obtuvo el apoyo de ingleses y franceses. Se inicia entonces la conocida como Guerra de Restauración portuguesa obligando al conde-duque a combatir en muchos frentes.
Felipe IV firmó el Tratado de los Pirineos en 1659 con el fin de concentrar todos los recursos de la monarquía hispánica en la reconquista del reino rebelde: a partir de esta fecha, España estaba finalmente en paz con Francia, Inglaterra y los Países Bajos (Cataluña y el reino de Nápoles también ya habían sido reconquistados). Sólo quedaba Portugal, por lo que se hicieron esfuerzos colosales para su reconquista: se aumentaron los impuestos, la moneda fue devaluada y hubo una transferencia masiva de tropas veteranas de Flandes e Italia (los famosos Tercios Viejos), consideradas las mejores del mundo, a la frontera con Portugal. En esta guerra de 28 años (la más prolongada y destructiva entre los dos países), los ejércitos españoles fueron derrotados en la batalla de Montijo (1644), en la batalla de las Líneas de Elvas (1659), en la batalla de Ameixial (1663), en la batalla de Castelo Rodrigo (1664) y en la batalla de Villaviciosa (1665).
no son 638 años de paz, pero de 1665 hasta la fecha caen uno cuantos sin guerras, ya quisieran muchos vecinos poder decir lo mismo
Saludos blancos
También se le ha olvidado a Vd. la "guerra de las naranjas " en 1801, reinando Carlos IV y con Godoy de Generalísimo.
Gran artículo que refleja un futuro que nunca será.
El artículo sería perfecto si estuviera referido al Madrid. Pero no funcionó así con la Juve. Y no funcionará con el Barça, porque su ADN victimista le permite autoerigirse en un prisma de superioridad moral, que supera en varios órdenes de magnitud al de la izquierda "comprometida".
Muy difícil de asumir y el día a día desde que apareció el escándalo demuestra que muchos nunca reconocerán dicho escándalo. Lean la prensa, oigan la radio vean la televisión. Nada aparece o muy poco sobre el barsa-negri gate. Se tapa, se ignora, se oculta.
El relato, la manipulación de los medios y de la propia historia hacen que grupos muy grandes de población vivan en la desinformación, completamente ajenos a la realidad. Como ejemplo los historiadores discuten sobre cuándo se creó España como nación. Unos dicen que tiene 2.000 años, con la llegada de los romanos, que le pusieron el nombre de Hispania, cambiando el nombre de Iberia, puesto por los griegos; otros dicen que tiene 1.700 años, con la creación del Imperio Visigodo; otros que tiene 500 años, con la unión de los reinos de los Reyes Católicos ... Pero otros seis formados dicen que sin parte de una Comunidad Autónoma histórica y que no se sienten españoles.
Perdón
...otros desinformados dicen que son parte de una comunidad histórica y que no se sienten españoles.
Usted es la experta pero yo me quedo con su último párrafo y lo amplío. En un país donde sus partidarios siguen quitando importancia a la corrupción de los políticos, donde cada vez hay más negacionismo hasta de lo evidente, y donde se escucha igual al necio y al sabio, nada sucederá.
Aunque el Barsa, sus dirigentes y Negreira fuesen declarados culpables, apenas habría ruido un mes y luego, pelillos a la mar y al pozo común de los mediocres: odiar al Madrid por encima de aplaudir al equipo propio o reconocer un hecho despreciable.
"La nueva conciencia" llegará, es inevitable, puesto que la información que conforma esa consciencia ya está al alcance de todos, incluyendo a quien no se quiere "concienciar".
Otra discusión será "qué" hace el populacho con la nueva conciencia adquirida. Ahí, seguramente usted y yo coincidiremos más: mirar para otro lado y ensuciar un poco más sus almas, anteponiendo una vez más la comodidad a la calidad.