En tiempo de los Austrias, los soldados de los Tercios tenían que pagarse hasta la pólvora de sus arcabuces. Sólo una excepción: que hubiese un asedio total. Ahí no se escatimaba nada, y en el polvorín real había barra libre de munición. De ahí que se disparase mucho más alegremente que de costumbre, y que se acuñara la expresión “tirar con pólvora del rey” para significar o bien un derroche o bien que se procede sin reparo y precaución alguna.
Es lo que muchos piensan de las selecciones nacionales: los clubes están obligados a ceder jugadores que muchas veces vuelven lesionados. Y peor, otras han de acudir a esa cita lesionados -o casi- para que sea el médico del país de turno quien certifique dicha lesión. Imagine que su empresa ha hecho un gran esfuerzo en contratarle, construye un proyecto en torno suyo y le paga una morterada. Pero resulta que ciertos días al año usted se ausenta y, fruto de esas ausencias, luego está sin producir ni rendir como debe. En ocasiones vuelve menoscabado físicamente y, en consecuencia, deja huérfana a su empresa durante un tiempo precioso. ¿Impensable? Pues es lo que pasa con las selecciones.
Tengo la suerte de conocer a algunos jugadores que han sido internacionales. Coinciden en el orgullo que les ha generado llegar a vestir la camiseta de su país. Tienen sus colores, y su fidelidad a ellos es inquebrantable, pero siempre hablan de su etapa en la selección como algo especial. Ahora bien, a la hora de elegir qué partido ver siempre les tira mucho más el de su equipo que el del combinado español. Y es que aquí nos tira más “lo nuestro” que “la Roja”; salvo, claro está, que no te guste mucho el fútbol.
Que un equipo tenga éxodo de internacionales cuando hay parón de selecciones significa sólo una cosa: que sus jugadores son muy buenos. Da prestigio. Y todos ellos, sean de donde sean -salvo los del Barça, por aquello del fariseísmo-, otorgan un enorme valor a ser seleccionados para representar a su país. También al revés: quienes no van por negativa de su club o por no haber entrado en la lista se llevan un disgusto considerable. ¿Hay debate, entonces? Para nada. A los clubes les molesta ceder a sus jugadores porque corren el riesgo de volver lesionados o cansados. Lógico, pero eso son gajes del oficio. Otra cosa es que FIFA, UEFA, Federación, Liga y demás “hermanitas de la caridad” se inventen bolos infumables con el solo propósito de forrarse a costa del futbolista. ¿Amistosos preparatorios y partidos oficiales de competiciones “serias”? Bien. A partir de ahí, que sean los clubes en su conjunto los que pongan coto. Si quieren, claro.
La Galerna trabaja por la higiene del foro de comentarios, pero no se hace responsable de los mismos