Considerando que viene de ganar brillantemente en Dortmund, los bostezos y algún sobresalto en el segundo tiempo pueden darse por gajes del oficio, compensados por la progresión de Isco y Achraf. Del primero cabía esperar que siguiera haciendo controles y fintas pasmosas, pero no tanto que se cargase el equipo a la espalda y fuese el aspirante a pichichi merengue. El segundo había mostrado una poderosa zancada con salida hacia ambos lados, pero no que añadiese aplomo y elecciones maduras al juego defensivo y ofensivo, sin perder ningún balón en una noche más bien aciaga de sus compañeros por lo que respecta al uno contra uno, y el disparo entre los tres palos.
Lo superlativo de Ramos, y de Cristiano, pasa por días donde reina más bien la pifia; la admirable conducción de Modric y su gran puntería llevan algunos meses sin desembocar en gol, y a la juventud de Asensio debe imputarse que lleve semanas eligiendo mal cuándo tirar, regatear y pasar, a despecho de asistir al segundo tanto. Ya es asombroso que en un año haya pasado a ser quien es, y se diría que mucho depende de seguir sin creérselo. Nacho volvió a ser excelente, Navas es cada vez mejor con los pies, y tanto Varane como Casemiro cumplieron. Quizá Ceballos pudo sustituir al fatigado Kroos algo antes.
Los siete puntos cedidos al Barça son fruto de infortunio en la finalización y el último pase, si bien generar tantas ocasiones y culminar tan pocas no puede ser casualidad. Cerrojos como el del Levante o el Español le sientan fatal al Madrid esta temporada, a pesar de haber logrado aprender el arte del ataque estático, quizá porque la pareja Isco-Asensio no acaba de suplir a dos puntas, y Cristiano se postula con total legitimidad para el puesto de finalizador. Algo debería arbitrarse para no ser tan fallón contra rivales cuya principal incumbencia es defenderse ordenadamente, como ocurrirá en 10 de cada 12 partidos. Para el campeón de campeones es muy cansado a la larga, y desmoralizador, que deban urdirse una veintena de ataques no ya para marcar, sino para acercarse a poder hacerlo.
Tampoco me extrañaría que Zidane lo haya visto, y siga buscándole remedios con el elenco no lesionado, porque se diría dependiente solo de algo como aprender cuándo ir de traje, y cuándo ponerse el mono de faena.
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Gran análisis como siempre, subscribo todo.