Visita el Granada el Bernabéu en horas inciertas. Cada vez que el Madrid cae eliminado de una competición, el tremendismo que rodea a la institución convierte el siguiente partido en el más importante de su historia. En otra época de mayor exuberancia en el juego merengue, el Granada estaría probablemente condenado a sufrir la descarga de la ira del poderoso, mas a priori no se halla el horno futbolístico para bollos. La segunda etapa de Ancelotti en el banquillo blanco está marcada por planteamientos de cierto conservadurismo ahorrativo, en comparación con la alegría y joie de vivre que constituían el sello de identidad de su primer periplo, con aquellas alineaciones repletas de mediapuntas desenfadados. En ese aspecto su situación resulta homóloga a la de Zidane: unos primeros años fecundos y un regreso mucho más contenido, seguramente obligado por las diferentes características y limitaciones del plantel; un retorno menos idílico, más a Comala que a Brideshead.
En estas circunstancias, lo primordial consiste en cumplir con el compromiso lo antes posible. Por su parte, el irregular conjunto de Robert Moreno no debería en principio suponer una montaña excesivamente elevada, ni siquiera con los refuerzos juveniles contratados en el invierno. Sin embargo, hasta un gigante noqueado tarda unos segundos en volver en sí, sobre todo si padece de achaques. De modo que haría bien el Madrid en no confiarse, sin tampoco caer en la desesperación si el cero a cero se mantiene en el electrónico con el paso de los minutos y el celebérrimo runrún del estadio comienza a aparecer. Al fin y al cabo, a las puertas del PSG nadie en el club merengue desea que esta jornada de liga represente uno de los escasos hitos granadinistas que salpican la plácida historia de enfrentamientos, de marcado carácter blanco. Hitos como los acontecidos en los años setenta.
a las puertas del PSG nadie en Madrid desea que esta jornada de liga represente uno de los escasos hitos granadinistas que salpican la plácida historia de enfrentamientos, de marcado carácter blanco
Resulta imposible hablar de las disputas entre ambos equipos sin evocar a Amancio, protagonista, muy a su pesar, de los episodios más encendidos. Todo comenzó el 12 de diciembre de 1971, con el desplazamiento de los nazaríes a Chamartín en la jornada liguera número trece. Los andaluces perdían dos a cero en el minuto treinta cuando, tras una tarascada de Jaén, el extremo gallego madridista se revolvió y, confundiendo al culpable, se vengó con el paraguayo Fernández, terminando ambos expulsados. Pedro Fernández era un jugador muy brusco, tendente a acciones violentas, que había salido del Barça para recalar en el conjunto más duro de toda la Primera División, en cuyo campo el Madrid solía dejarse puntos casi todos los años. Antes de que llegase el famoso Montero Castillo en el 73, el Granada ya infundía auténtica aprensión con la pareja formada por el citado Fernández y Aguirre Suárez, un central argentino al que habían suspendido a perpetuidad en su país por patearle la cara en el suelo a Combin en la Intercontinental que enfrentó al Estudiantes de la Plata y al Milan. Con semejante historial, parecía comprensible que Amancio quisiera mantener una prudente distancia con los Cármenes tras el encontronazo con Fernández, algo que pudo evitar durante varias temporadas hasta que, en junio de 1974, acudió con el resto de la expedición para los cuartos de final de la Copa del Rey. En el minuto 16, Amaro agarró la pelota, condujo con decisión, se internó en los dominios de Fernández y… Las imágenes hablan por sí solas. El gol en el que acaba la jugada ni subió al marcador, acaso por el unánime estado de shock de todos los presentes. Sorprendentemente, no hubo ni tarjeta.
Fue el instante culminante a partir del que desapareció cierta permisividad más o menos tolerada hasta entonces. Un cuádriceps roto de una patada, un escándalo en la prensa, quince partidos de suspensión. Los Granada – Real Madrid posteriores han tenido otras estampas polémicas —aquel botellazo al árbitro por parte de Dani Benítez— o ridículas —el único tanto en propia puerta de la carrera de Cristiano Ronaldo: golazo de cabeza, como no podía ser de otra manera—, pero ninguna de ellas puede compararse en cuanto a impacto. Un punto de inflexión que supuso un cambio en la deriva rojiblanca, que con la perspectiva del tiempo uno puede afirmar que tuvo consecuencias beneficiosas, incluso pese a la posterior travesía en el desierto —el club descendió dos años más tarde para no volver hasta 2011 a la máxima categoría—. Hoy nadie recuerda al Granada como una caricatura terrorífica, símbolo de la violencia, papel que a punto estuvo de asumir de forma perenne. Por otro lado, tampoco se sucumbió a la cómoda tentación de crear un relato de agravio ficticio. Todo lo contrario: la provincia, repleta de madridistas como tantas y tantas zonas de la España meridional, constituye uno de los principales ejemplos de un amor natural y simultáneo por dos escudos que no implica excesivas contradicciones ni problemas de compatibilidad.
Hoy nadie recuerda al Granada como una caricatura terrorífica, símbolo de la violencia, papel que a punto estuvo de asumir de forma perenne
Visita el Granada el Bernabéu en horas inciertas. Ambos necesitados de puntos e incluso aún más de autoestima. Las postales históricas están muy bien para rellenar la página, si bien me permitirán la innoble moderación de conformarme con una victoria blanca tranquila, sin controversias, y el deseo de una nueva oportunidad de revancha para mis paisanos el año que viene. Los sustos, las acometidas, los miedos, las cargas y las heroicidades pueden perfectamente esperar una jornada. Otra cosa no, pero al mes de febrero del Madrid no le va a faltar, en uno u otro sentido, literatura de la buena.
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Como granadino de cuna y madridista de corazón decir que ya cansa que cada vez que se enfrentan los equipos sale a relucir el desafortunado episodio, era una época donde el contacto y la agresividad era mayor que ahora, el Granada no era el único equipo que repartía cera, por suerte la televisión y los árbitros cortaron poco a poco tanta dureza, el Granada es un equipo limpio y honorable, venimos de hacer una campaña estupenda como equipo modesto llegando a cuartos de final de La Europa League, eliminados por el Manchester United, el lamentable incidente fué hace 48 años y todavía lo seguimos recordando, es hora de pasar pagina y disfrutar del partido
Llega el Granada al Bernabéu, hinchado de fuerza y moral, esperando lograr algo grande, por eso mi Madrid, debe salir a por todas desde el primer momento y no andando, como en Bilbao, y aún así me temo que le costará un "guevo y la mitad del otro si quiere los tres puntos, hala Madrid!