Sé que en el momento en el que estoy preparando esta entrada, David De Gea aún no es oficialmente portero blanco. No obstante, en un pequeño abuso del silogismo, déjenme concluir la probable llegada del portero toledano a partir de dos recientes premisas, a saber: los desmentidos oficiales con respecto a Pogba y Verratti y la ausencia de comunicado en el caso del portero.
De entrada, si finalmente se produce el traspaso tan cacareado por los medios de comunicación, David va contar con una tremenda ventaja: vendrá para cubrir el puesto peor ocupado el último año. Como bien escribió tras El Clásico el editor de La Galerna, el Madrid ha contado este año en la portería con un portero resignado. Cómo sería su resignación, que en algunos momentos ha parecido que se negaba a sí mismo la posibilidad, remota eso sí, de rememorar épocas pasadas. Por ello Casillas no solo ha restado con sus fallos, sino también por la inseguridad que su desconfianza ha sembrado en muchos momentos en la zaga.
Esta conclusión que se ha vuelto casi unánime dentro del madridismo es la misma que hará que De Gea encuentre el mejor de los escenarios. Pese a que David tiene aún evidentes defectos por pulir (después los enumeraremos), la posibilidad de mejora en un puesto tan sensible la mayoría del madridismo la vislumbra como una realidad incuestionable. Adicionalmente, solo David es capaz de apagar todo el fuego mediático que ha calentado las tertulias periodísticas de los últimos años. No es mérito exclusivo del toledano, o si acaso su mérito “se reduce” a ser el previsible sucesor de la portería de la selección. Como le he escuchado numerosas veces a Richard Dees, perro no come perro y, por tanto, lo que nunca harán muchos de los periodistas que aún defienden la vigencia del “Iker es el mejor portero del mundo” es atacar a su sucesor en el combinado nacional.
Cuando hace cuatro años De Gea se marchó a Manchester, era un portero de ilusionante futuro que adolecía de una serie de defectos palpables. David era un portero muy ágil que cuando entraba en combustión parecía desprender la sensación de sacarlo todo. No obstante, su irregularidad era más que manifiesta, su dominio del juego aéreo inexistente y su control del área algo por explorar, puesto que apenas abandonaba su posición debajo de los palos.
Su evolución en el Manchester United ha sido evidente y se ha convertido en especialmente ponderable este último año, en el que se ha erigido como bote salvavidas de los reds en numerosas ocasiones. La Premier League así se lo ha reconocido nominándole como candidato a mejor jugador de la competición, y su propio club ha querido reconocer su status con una gran oferta de renovación que parece haber declinado definitivamente.
De los defectos antes comentados los que más persisten son su control del juego aéreo y del área. Este es un problema que no abandonará la portería del Madrid (salvo mejora para nada descartable), pero que sin duda se mitigará algo. De Gea aún está en edad de mejorar estas deficiencias y alcanzar la madurez en la portería como un portero sin claros defectos. El Madrid volverá a contar con un cancerbero capaz de protagonizar paradas milagrosas de las que salvan puntos y de realizar intercepciones más mundanas que este año nos han sido vendidas como milagros. Ojalá que este efecto no sólo se perciba en la portería sino también en la zona defensiva.
Espero que la cifra de traspaso no se acerque a los cuarenta millones, como gente bien informada me ha comentado. Sinceramente, ni el nivel actual del otrora portero colchonero ni el tiempo que queda para que expire su contrato justificarían un importe tan elevado. Una cifra cercana a los veinticinco millones se ajustaría mejor a su valor de mercado, previo paso de la inseparable inflación que siempre padece el club blanco. En cualquiera de los casos, su llegada ayudaría sin duda a cerrar una etapa que debe llegar a toda costa a su fin. Quizás ese simple hecho no tenga precio.
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