Este mundial edificado sobre los cuerpos inertes de miles de esclavos no nos da para mucho a los que, por imperativo moral, no le prestamos demasiada atención, pero el no inocular a nuestros niños nuestras fobias nos mueve a sentarnos ante el televisor, con todas las reticencias del mundo, por lo menos cuando juega España. Hay que dejar que los chicos disfruten con la inocencia que su edad debe consagrar, y evitar interferencias de nuestro escepticismo en su ingenuidad. Si eso significa pintarse la cara de rojigualda, real o figuradamente, fingiendo que nos sentimos representados por Lucho y los suyos, adelante con ello.
En el cumplimento de este deber teatral vi junto a mi descendencia el España-Alemania, y en clave madridista querría reseñar la conveniencia de fichar a Dani Olmo, un jugador verdaderamente singular que vendría muy bien tal vez no como titular indiscutible, pero sí como fondo de armario, como peón de brega en un centro del campo blanco donde nunca está de más la determinación indesmayable de la que hace gala un futbolista no exento además de cualidades técnicas (magnífico el disparo que a duras penas repelieron entre Neuer, el larguero y el poste derecho).
Dani Olmo aparece en las alineaciones con la etiqueta de delantero, aunque no lo es. Se suele pegar a la cal de la banda izquierda para recibir, pero es lo más lejano a un extremo que se pueda imaginar. Tampoco es específicamente un interior. Es una pieza que complementa al resto y juega sencillo, con inteligencia, y que se deja la vida en cada lance. Es un centrocampista pleno de brío, de los que impiden que decaiga el ritmo como al Madrid suele pasarle en esos primeros tiempos en los que fluye el tiempo en beneficio de un rival aupado por la laxitud en que suelen caer los de Ancelotti. Bien acoplado a la plantilla (y nada hace pensar que no pudiera acoplarse, siendo un buen tipo que estaría rodeado por gente de similar calidad humana), podría resultar un complemento anímico de primer orden. Dani juega con nervio y lo contagia. Siempre combina con criterio y, sin ser un diez en nada, es un siete o un ocho en casi todo, muy especialmente en la creación de un espíritu de equipo imbatible que es lo que siempre ha buscado el Madrid, al menos desde que Di Stéfano acuñó la célebre sentencia según la cual nadie es tan bueno como todo el equipo. Olmo es sobre todo eso, una pieza valiosa en términos colectivos.
Siempre he defendido la necesidad de tener un Lucas Vázquez en tu equipo. Cada día estoy más convencido de que hacen falta, de hecho, dos lucasvásqueces en la plantilla del campeón de Europa. Dani tiene más técnica y ductilidad que Lucas, pero comparte con él la lucha irreductible. Nominalmente, sin embargo, el paralelismo está servido por otro lado, dado que nuestro protagonista se llama (que sí) DANI Olmo CARVAJAL. Todo son señales que invitan a poner piedras de futuro, como la que su casi homónimo puso en Valdebebas de la mano de un tal Alfredo Di Stéfano.
Querría reseñar la conveniencia de fichar a Dani Olmo para el Real madrid, un jugador verdaderamente singular que vendría muy bien tal vez no como titular indiscutible, pero sí como fondo de armario
Dani Olmo es del entorno culé, canterano de la Masía, pero el que reconozca públicamente que su ídolo es Modric deja claro que no está abducido por la vacua retórica tiquitaquesca.
Si Florentino alienta (no sabemos si lo hace) alguna inquietud por españolizar un poco el elenco, hay pocos españoles fichables por calidad que además no jueguen en equipos españoles, condición indispensable para que los clubes vendedores no se suban a la parra (ni al olmo) a la hora de poner precios. Dani Olmo es español pero juega en el Leipzig, que no es el Valencia ni el Villarreal, no va a montar una guerra civil cuando Florentino se limite a preguntar por él. Los hinchas del Leipzig le dirán adiós con respeto y comprensión, sin organizar aquelarres ni insuflar rencores irrestañables.
El centro del campo del Madrid está ya acometiendo ni más ni menos que la renovación de las mejores piezas de su Historia. Aunque hay optimismo con la presencia de Valverde, Tchouaméni y Camavinga, existe aún un componente de incógnita por la extrema juventud de esos puntales, que siempre se pueden estropear por miles de razones y agostarse en el camino. Hay que sumar efectivos en esa línea, y si hay algo que hace Dani es precisamente sumar.
Seguir insistiendo nos produciría pesar. Hágase y punto.
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