Dani Alves llora, viene Neymbappé

Buenos días. Recordáis cuándo os lamentabais amargamente, con profusión de golpes de pecho, porque este año no íbamos a fichar a nadie? Ese padecimiento ha pasado a la historia, queridos galernautas. Mirad al horizonte con confianza, porque se avecinan nuevos tiempos para vuestros corazones. A falta de uno, dos serán los rutilantes fichajes que a partir de agosto renovarán en vuestras almas la ilusión de ver al Madrid.

Que sí, hombres y mujeres de poca fe. Si hace unos días no íbamos a fichar ni al proverbial Tato, ahora el galacticismo retorna por partida doble y con la misma procedencia: París. Hace unos días no venía nadie y hoy, como hay marejada en el PSG, resulta que viene todo el mundo que hay por allí. Hace unos días parecía imposible que vinieran ni Neymar ni Mbappé, y ahora de pronto parece que van a venir los dos, Neymar o Mbappé, o al menos Neymar y/o Mbappé, Neymbappé podríamos llamar a este monstruo bicéfalo cuyas opciones de venir al Madrid ahora se estudian como un todo. Antes se hablaba del fichaje de Neymar y del de Mbappé en fases, de decir, por orden: primero se hablaba del hipotético fichaje de uno y luego se hablaba del hipotético fichaje del otro, cada cosa a su tiempo, alternadamente, como el inolvidable D. Ramón con la Giroud y Nati Abascal.

Ahora ya es cama redonda con las dos estrellas, queridos amigos. Ni tanto ni tan calvo, oigan. Aún no habíamos asumido que ambos eran imposibles y ya tenemos que estar adaptándonos al pensamiento de que tal vez los dos sean viables. ¿O no va de eso el tema? ¿Se trata de uno u otro, con la salvedad de que ambos son posibles? ¿Y ya, puestos a saber, podemos elegir? Porque, si hay dos cosas dispares en este planeta, son la ilusión que genera en el madridismo la eventual llegada de Neymar y la ilusión que genera en el madridismo la hipotética llegada de Mbappé. Neymbappé se viene, en todo caso. Es impresionante, queridos nuestros. Los problemas internos del PSG han desencadenado una ilusión colectiva que Marca y As capitanean, quién sabe si con el fin de disfrutar enormemente con la frustración que se generaría si Neymbappé, finalmente, se quedara a orillas del Sena.

Quien no lo lleva bien es Dani Alves, que ha expresado públicamente su disgusto ante la hipótesis de ver a su amigo Neymar de blanco, y su convencimiento último de que tal cosa no va a suceder. “Me apuesto más que una cena, me apuesto la torre Eiffel”, le ha soltado el lateral brasileño al periodista en cuestión. Ya casi nos habíamos olvidado de uno de nuestros clowns favoritos. Llevaba demasiado tiempo sin hablar el bueno de Alves, y lo cierto es que nos gusta la noción romántica de apostarse la torre Eiffel como quien se apuesta la aurora boreal. Quisiera ser aurora boreal para poder estar cerca del sol, cantaba el Dùo Dinámico, aunque esto no tenga absolutamente nada que ver. Dani Alves es un hombre excéntrico que se queda en calzoncillos en las redes sociales para manifestar su disgusto ante no recordamos qué. Igual que existe la canción protesta, existe el gayumbo protesta, y mucho nos tememos que el bueno de Dani (es un decir) va a tener que declararse en huelga de gayumbos caídos para evitar que Neymar recale en su aborrecidísimo Real Madrid C. de F. ¿O es Mbappé el que ya tenemos fichado?

La prensa culé, por su parte, se conjura para que la Copa del Rey que disputa su equipo ante el Valencia sea ganada por el Barça, y se confabula para que además tenga mucho valor. Lo cierto es que la Copa del Rey tiene el valor que tiene, ni más ni menos y a saber: un valor estimable pero que en ningún caso va a aplacar el trauma de Anfield. Lo admitió Piqué ayer: tardará el barcelonismo en superar anímicamente esa hecatombe, sobre todo viniendo como viene precedida por la hecatombe de Manolas.

La hecatombe de Manolas, hermanos. Qué titulado para una película de serie B. Pediremos a nuestro guionista cinematográfico por excelencia, Nacho Faerna, que vaya procediendo.

Pasad un gran día.