Carta al editor
Querido:
El propósito de mi columna no será nunca descubrir la verdad, sino algo mucho más modesto: llamar la atención, en un minuto, sobre una de esas faltas, añadiduras o mudanzas con las que, siguiendo en esto a Balmes —al que, por casi todo lo demás, solo seguiría para bajar de Tibidabo a la Diagonal—, la realidad se nos representa.
Es cierto que, dando testimonio de sus conceptos filosóficos con su propio ejercicio periodístico, el propio Balmes faltó, añadió y mudó la realidad mucho más de lo que recomienda la virtud. Pero, digo yo, de haber conocido, como nosotros, las mudanzas de ese negocio de la prensa en tiempos de redes sociales, se habría hecho un juicio aún más severo sobre nuestra reducida posibilidad de percibir la realidad (la futbolística, en nuestro caso) más que del modo imperfecto, parcial y grosero a que nos aboca, por encima de la limitación de nuestros sentidos, la articulación de los medios de masas con las redes sociales.
Prometo escribir regularmente cada lunes. Sin imponerme este compromiso, mi natural vagancia haría ilusorio mi propósito. Vagancia, digo, no en el sentido de pereza o indolencia, sino de andar errante, como sabes. Esta querencia a la bohemia quizá sea, simplemente, inconstancia. O quizá, considerada con menos acidez hacia uno mismo, propensión a dejar que me capturen la atención las aventuras nuevas, así exijan derrochar trabajo, o como sea que llamemos al sacrificio del tiempo y la energía propios, en menoscabo de cualquiera otro interés precedente.
Haber dicho al principio “en un minuto” sujetará mi compromiso a reglamento. Para que el lector solo pierda un minuto en leerla, no he de alargar más de 300 palabras cada carta. Sobrarán, casi seguro, para un propósito tan modesto. Sirva esta de prueba. Para cumplir el reglamento, aquí lo dejo.
Pues estaremos atentos a ese minuto de los lunes y, llegado el caso, escribiremos comentarios de unos pocos segundos nada más, pues no sería de recibo que el comentario fuera más largo que lo comentado.
Buenas tardes D. Manuel, ya me frotó las manos por la lectura de sus artículos, soy un fan de usted , desde que público en La Galerna una trilogía sobre D. Santiago, en mi modesta opinión lo mejor publicado desde su nacimiento ( el de la Galerna), gracias por hacerse asiduo
Saludos